lunes, 26 de agosto de 2013

Efemérides cinematográficas y literarias: Ramón J. Sender

El 3 de febrero de 1901 nace Ramón José Sender Garcés en Chalamera, Huesca, onocido como Ramón J. Sender, fue un escritor español.
Hijo de terratenientes acomodados (su madre era maestra y su padre secretario de ayuntamiento), pasó su infancia en los pueblos aragoneses de Chalamera, Alcolea de Cinca y Tauste, donde su padre trabajaba. Ramón nunca consiguió sintonizar con la actitud autoritaria de su padre, como cuenta en sus memorias noveladas Crónica del alba. A los diez años (1911) comenzó el bachillerato como alumno libre; el capellán del convento de Santa Clara de Tauste, Mosén Joaquín, dirigió sus estudios, de los cuales se examinó en un Instituto de Zaragoza. Más tarde, su padre lo envió al internado de alumnos de los frailes de San Pedro Apóstol de Reus. La familia se trasladó a Zaragoza y allí cursó quinto y sexto de bachiller, pero al estallar los desórdenes estudiantiles se le echaron injustamente las culpas y le suspendieron todas las asignaturas, de forma que tuvo que acabar los estudios en Alcañiz (Teruel); allí se mantuvo trabajando como mancebo de botica, porque se había enemistado con su padre.
Acabado el bachillerato, en 1918 (con diecisiete años) se trasladó a Madrid, solo y sin dinero, de forma que tuvo que dormir al raso en un banco del Retiro durante tres meses, lavándose en las fuentes y duchándose en las duchas del Ateneo, a donde iba diariamente a leer y escribir. Se inició en la literatura a esa edad, elaborando artículos y cuentos que publicaba bajo seudónimo en El ImparcialEl PaísEspaña Nueva y La Tribuna, en el que apareció su primer trabajo, el cuento Las brujas del compromiso. Para completar tan menudos ingresos, empezó a trabajar de nuevo como mancebo de botica. Por entonces se matriculó en Filosofía y Letras en Madrid, pero no pudo sostener esa rutina y disciplina y abandonó los estudios para formarse por su cuenta leyendo vorazmente en las bibliotecas y comprando libros cuando podía; compartió esa vocación de escritor con su vocación política y las actividades revolucionarias con grupos de obreros anarquistas. Pero su padre José Sender fue a Madrid y sacó de esa vida a su precoz hijo obligándole legalmente a volver a casa, ya que era menor de edad. En Huesca se consagró entonces a la dirección de un diario, La Tierra, que formaba parte de la Asociación de Labradores y Ganaderos del Alto Aragón; no tenía edad para dirigirlo, así que la dirección nominal la desempeñaba un abogado amigo suyo.
Al cumplir los 21 años (1922) tuvo que ingresar en el ejército, donde pasó de soldado a cabo, de cabo a sargento, de sargento a suboficial y de suboficial a alférez de complemento en la Guerra de Marruecos entre 1922 y 1924. Al regresar de Marruecos libre ya del servicio militar, ingresó en la redacción del prestigioso diario El Sol como redactor y corrector desde 1924 a 1930. En estas fechas era ya un periodista muy cotizado y de sus novelas, especialmente Imán, basada en la guerra de Marruecos, y traducida a varias lenguas, se hacían grandes tiradas. Colaboró además en los periódicos libertarios Solidaridad Obrera (de la Confederación Nacional del Trabajo) y La Libertad y seguía militando en el anarquismo, de forma que fue a parar a la Cárcel Modelo de Madrid en 1927 a los 26 años por sus actividades contra el general Primo de Rivera.
La Guerra Civil lo sorprendió veraneando con su mujer, Amparo Barayón, y sus dos hijos, Ramón de dos años y Andrea de seis meses, en San Rafael, pueblo segoviano en la sierra del Guadarrama. Al ocupar los insurgentes esta zona, decidieron separarse: su mujer e hijos fueron a Zamora con la familia de ella, que era muy conservadora, y él atravesó arriesgadamente el frente y se incorporó como soldado a una columna republicana que llegaba de Madrid a la Sierra de Guadarrama. En el mes de octubre fusilaron a su mujer en Zamora, al no poderle apresar a él, aunque Sender no tuvo noticia de ello hasta 2 meses después, en diciembre de 1936. Al quedar sus hijos desamparados en zona franquista, ya en 1937, pasó a Francia y los recuperó en Bayona por medio de la Cruz Roja Internacional. Allí los dejó al amparo de dos muchachas aragonesas y marchó a Barcelona, pidiendo que le enviaran al frente de Aragón, en el río Segre, con las tropas anarquistas de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), pero los comunistas se hallaban peleados con los sindicalistas y desconfiaban de Sender, de forma que no se lo permitieron.
Según Líster el origen de esta desconfianza habría tenido lugar el 29 de octubre de 1936. Enrique Líster recuerda que Sender era su Jefe de Estado Mayor de la 1.ª Brigada Mixta en el frente de Villaverde. En el momento de mayor intensidad del ataque enemigo Líster estuvo a punto de quedar cercado y Ramón J. Sender , dando el combate por perdido, habría abandonado su puesto e ido a su piso en el centro de Madrid a descansar tranquilamente. Al día siguiente se habría presentado en el cuartel del Quinto Regimiento en la calle Francos Rodríguez con una segunda estrella de coronel que le habría otorgado Líster antes de morir. Pero Líster no había muerto y habría dejado en evidencia esta treta con la que Sender buscaría lograr un ascenso inmerecido. La generosidad de Líster le habría evitado un Consejo de Guerra y la cobardía se habría saldado con un descenso en el escalafón militar.
Sin embargo, para la hispanista Donatella Pini Moro la narración anterior es un montaje. Su prueba principal es que dos meses después del supuesto incidente, el 31 de diciembre de 1936, el Boletín de la Primera Brigada Mixtaglosó elogiosamente a Sender en su primera página. El motivo para dicho montaje, posterior al 31 de diciembre de 1936, habría sido la negativa de Sender a seguir fielmente las directrices propagandísticas comunistas.
En cualquier caso, cuando Sender tuvo conocimiento de la muerte de Amparo se apartó del ejército, marchó a Barcelona y desde allí consiguió viajar a Francia y estar dos meses con sus hijos. El gobierno republicano lo envió a Estados Unidos a dar una serie de conferencias en universidades y otros centros para presentar la causa de la República. Luego se le encargó la fundación en París de una revista de propaganda de guerra titulada La Voz de Madrid y ya no regresó. Estuvo viviendo en Orsay, cerca de París, de los derechos de autor que tenía depositados en el extranjero y aunque ofreció varias veces sus servicios a los comunistas, éstos ya no contaron con él; sólo cuando Barcelona cayó en poder de Franco decidió exiliarse con sus hijos a México.
Tras pasar por un campo de concentración, en marzo de 1939 (la guerra acabaría en abril) se embarcó como tantos exiliados hacia México, donde vivió hasta 1942, año en que se trasladó a Estados Unidos, donde fue profesor de literatura. Entre 1950 y 1954 tuvo lugar la Caza de Brujas con la que el senador ultraderechista McCarthy quiso «limpiar de rojos» los EEUU. Ramón J. Sender se vio forzado a firmar un furibundo manifiesto anticomunista para no perder su empleo en la Universidad de San Diego. En esta época se volvió a casar y tuvo otros dos hijos, pero las constantes infidelidades por su parte motivaron la disolución de su familia. Sobre esta última época de su vida es reveladora la activa correspondencia que intercambió con la escritora Carmen Laforet, a quien conoció cuando ella viajó a los Estados Unidos en 1965; ahí se testimonia la grandeza y generosidad de Sender, y su difícil o imposible acomodamiento a la realidad de la vejez.
En esta etapa su producción literaria aumentó considerablemente. Convertido en apolítico para no ser depurado por McCarthy (dirá a Laforet «sólo guardo rencor a ese césar pequeñito»), regresó a España cuando le concedieron el Premio Planeta por En la vida de Ignacio Morell (1969) (Franco había decretado ese año una amnistía para todos los crímenes cometidos en la Guerra Civil) y pasó allí largas temporadas a partir de 1976, declarando su intención de volver de nuevo para fijar ya su residencia en su país natal. En 1980 solicitó desde San Diego (California) recuperar la nacionalidad española y renunciar a su nacionalidad estadounidense. Murió dos años después en Estados Unidos, el 16 de enero de 1982.
Obra:
Sus primeras novelas sostienen ideologías revolucionarias y constituyen reportajes del agitado medio social: Imán (1930), novela sobre la Guerra de Marruecos, Orden público, novela de la cárcel (1932), Siete domingos rojos, basada en la historia del movimiento anarquista español (1932), Viaje a la aldea del crimen (1934) sobre la represión gubernamental contra los jornaleros libertarios de Casas Viejas y Mr. Witt en el cantón (1935), sobre el movimiento cantonalista de Cartagena acaudillado por Roque Barcia, por la que recibió el Premio Nacional de Literatura. Cofundador el 11 de febrero de 1933 de la Asociación de Amigos de la Unión Soviética, creada en unos tiempos en que la derecha sostenía un tono condenatorio en relación a los relatos sobre las conquistas y los problemas del socialismo en la URSS.
En 1935 publicó durante los meses de agosto, septiembre y octubre una revista llamada Tensor de información literaria y de orientación comunista.
Al tema de la guerra civil dedicó obras como: Contraataque (1938), El rey y la reina (1947), Los cinco libros de Ariadna (1957) y Réquiem por un campesino español (primero impreso como Mosén Millán en 1953, y luego con el título definitivo en 1960), así como las últimas tres novelas de su enealogía Crónica del alba (1943), que es también y en conjunto una novela autobiográfica y bildungsroman o novela de aprendizaje que describe la infancia, adolescencia y  compromiso político de un muchacho que posee el nombre de José Garcés (el nombre completo de Ramón J. Sender era Ramón José Sender Garcés). Los nueve libros se agrupan en tres tomos de tres novelas cortas cada uno:
  • I.
    • Crónica del alba.
    • Hipógrifo violento
    • La Quinta Julieta
  • II
    • El mancebo y los héroes
    • La onza de oro
    • Los niveles del existir
  • III
    • Los términos del presagio
    • La orilla donde los locos sonríen
    • La vida comienza ahora
Entre 1942 y 1966. Comienza con la descripción de la infancia del protagonista, José Garcés, en un pueblo aragonés de la España de la preguerra, donde conoce al gran amor de su vida, Valentina, amor que estorban sus padres, de estrechos criterios burgueses, como pueden, pero que el chaval encuentra la manera de proseguir por medio de palomas mensajeras y mensajes de banderas. El autor se acerca a veces al realismo mágico al describir una excursión al castillo de Sancho Abarca. En el segundo libro el chico se encuentra interno en un colegio de jesuitas, donde traba amistad con el «hermano lego», un hombre cordial que cultiva cierta vanidad en su pasatiempo preferido, la escultura. Ahora el punto de vista es el de un adolescente enamorado. Pepe se encuentra con la religión y descubre lo importante que es. Después regresa a casa de sus padres en Zaragoza; empieza a trabajar como mancebo de botica y, a pesar de seguir enamorado de Valentina, tiene una relación con una chica proletaria; descubre las injusticias sociales y el sindicalismo. Más tarde se verá envuelto en la Guerra Civil.
La obra ha sido llevada al cine y a la televisión varias veces y junto con La forja de un rebelde de Arturo Barea, es sin duda el mejor libro de narrativa del exilio literario republicano. También posee contenidos autobiográficos Monte Odina (1981).
Ramón J. Sender fue un autor de una inspiración y fecundidad torrenciales. Aunque cultivó también la lírica y el ensayo, su producción novelística es extensísima y variadísima en estructuras y géneros. Comenzó cultivando una novela-reportaje de inspiración social y procedimientos realistas; luego utilizó un tipo de narración alegórica con pretensiones unas veces satíricas, en otras ocasiones filosóficas y con frecuencia poéticas; también fundió ambos tipos de inspiración en otras obras.
Luego se orientó hacia la novela histórica y el autobiografismo. Fuera de las ya mencionadas obras sobre la Guerra Civil, unas veces cultivó los temas americanos, como en Epitalamio del prieto Trinidad (1942) y otras la novela histórica, como en La aventura equinoccial de Lope de Aguirre (1964), Bizancio (1958), sobre la expedición de los almogávares mercenarios de Roger de Flor al Imperio bizantino de Miguel IX Paleólogo en plena Edad Media, Carolus Rex (1963), sobre el reinado de Carlos II de España, o El bandido adolescente (1965), sobre la historia del forajido Billy el Niño y su capturador, Pat Garrett. El Mechudo y la llorona (1977).
Otras de sus obras son: El verdugo afable (1952), En la vida de Ignacio Morell, por el que ganó el Premio Planeta en 1969 y que no es su mejor obra, y La tesis de Nancy (1969), novela humorística cuya comicidad deriva del contraste entre la mentalidad y costumbres estadounidenses y la mentalidad y costumbres castizas españolas, y que, dado su éxito, el autor decidió continuar con Nancy, doctora en gitanería (1974) y Nancy y el Bato loco (1974). También cultivó el relato corto, que reunió en las colecciones Mexicayotl (1940), La llave (1960), Novelas ejemplares de Cíbola (1961), Cabrerizas Altas (1966), Las gallinas de Cervantes y otras narraciones parabólicas (1967), El extraño señor Photynos y otras narraciones americanas (1968), Novelas del otro jueves (1969) y Relatos fronterizos (1970).
Ramón J. Sender falleció el 16 de enero de 1982 en San Diego, California, Estados Unidos.
Sender en imágenes
"La ventaja y el privilegio del teatro y del cine sobre la novela consiste en que aquéllos no necesitan ser verosímiles, porque son actuales en presencia. La presencia de los actores vivos nos da esa realidad verdadera que nuestra atención de espectadores exige. [...] La desventaja del teatro en relación con la novela consiste en la estrechez de sus leyes genéricas. [...] En el cine, la desventaja en relación con la novela desaparece. Tiene el cine la misma extensión de ámbitos en tiempo y espacio. [...] Porque lo visual acompaña y fortalece a la imaginación. No está hecha la imagen para la imaginación»" Ramón J. Sender en Monte Ondina (citado por Francisco Carrasquer Sender en su siglo, p. 245).
Tres producciones de Televisión Española: La llave (1971), de Jaime Azpilicueta, realizada a partir del relato homónimo; la adaptación llevada a cabo por Sender de la novela corta El Diantre, de Andreiev; y El regreso de Edelmiro (1975), de Alfonso Ungría, emitido dentro de la teleserie Cuentos y leyendas el 23 de enero de 1976 fueron adaptaciones para televisión.
Dando el salto a la gran pantalla, la novela Crónica del alba es el origen de un proyecto favorecido por una generosa subvención de Televisión Española, que permitió el rodaje de un teledrama de cuatro episodios, exhibido en los cines en forma de dos largometrajes: Valentina (1982) y 1919, crónica del alba (1983). El guión de Valentina fue llevado a término por Lautaro Murúa, Carlos Escobedo, Javier Moro y Antonio Betancor. Protagonizada por Jorge Sanz, Paloma Gómez y Anthony Quinn.
Si la exitosa Valentina se ambientaba hacia 1911, cuando el personaje José Garcés contaba 12 años, 1919, crónica del alba discurre tras la guerra mundial, para encauzar un trecho más dramático de la novela original. Sin variar el equipo técnico, Betancor dispuso de nuevos actores, entre ellos Miguel Molina, Cristina Marsillach, Walter Vidarte, José Antonio Correa y Emma Suárez. No obstante, si bien la acogida comercial no fue tan calurosa, cabe destacar que esta película, al igual que su predecesora, alcanzó un magnífico nivel cinematográfico.
De nuevo con apoyo televisivo, otra obra de Sender fue puesta en imágenes en 1985, El rey y la reina. Su realizador, el zaragozano José Antonio Páramo Abrego, cuyos protagonistas fueron Omero Antonutti, Nuria Espert y Xavier Elorriaga.
Francesc Betriú llevó a la gran pantalla Réquiem por un campesino español en 1985. Esta producción de Nemo Films y Venus Producción, S.A., fue escrita por Gustau Hernández, Betriú y Raúl Artigot. Con buen criterio, el equipo técnico se enriqueció con las presencias del músico Antón García Abril, autor de la partitura original, y Julio Esteban, responsable de los decorados. En el nutrido reparto destacaban Antonio Ferrandis, Antonio Banderas, Fernando Fernán-Gómez, Terele Pávez, Simón Andreu, Emilio Gutiérrez Caba, Francisco Algora, Eduardo Calvo, María Luisa San José y Antonio Iranzo.

Las gallinas de Cervantes (1987) es una película de Alfredo Castellón destinada a la emisión televisiva.

No hay comentarios:

Publicar un comentario