Criminales diabólicos
Tras la serie Fantômas, Feuillade no volvió a realizar nada importante hasta la I Guerra mundial. De hecho, hasta ser movilizado en marzo de 1915, volvió a filmar pequeñas farsas y películas históricas, con algún que otro drama patriótico intercalado. En julio fue licenciado por razones médicas, y volvió a un París completamente distinto al que conocía. La mayoría de los actores y técnicos se encontraban en el ejército, escaseaba el dinero y no se podía malgastar la electricidad. No obstante, todos esos factores contribuyeron a su siguiente obra maestra, al igual que la competencia de las películas en episodios de Pearl White, que comenzaron a ser distribuidas por la filial de la Pathé en Nueva York.
Fantômas preparándose a atacar en uno de los títulos de dicha serie |
Los vampiros (Les vampires), probablemente el mayor éxito de Feuillade, si era un auténtico serial, una única historia dividida en diez episodios estrenados a intervalos irregulares durante 1915-1916, una de las primeras obras cinematográficas de suspenso:
- La Tête coupée (1915)
- La Bague qui tue (1915)
- Le Cryptogramme rouge (1915)
- Le Spectre (1916)
- L'Évasion du mort (1916)
- Les Yeux qui fascinent (1916)
- Satanas (1916)
- Le Maître de la foudre (1916)
- L'Homme des poisons (1916)
- Les Noces sanglantes (1916)
Los vampiros son una banda de delincuentes que cuentan con un jefe (el gran vampiro), pero su inspiración procede de la voluptuosa y amoral Inma Vep, brillantemente interpretada por la actriz Musidora.
Musidora como Irma Vep en un fotograma de la película |
Los escenario naturales son una de las grandes bazas de Los vampiros. Obligado a rodar en las calles a causa del deficiente estado de los estudios durante la guerra, Feuillade convirtió los sombríos barrios bajos de París en la auténtica estrella de su película. Las calles grises y empedradas de granito, las sórdidas fábricas, los melancólicos descampados, los transeúntes dispersos y un coche que pasaba de cuando en cuando, bañados todos por la luz gris de la aurora o por un amenazador crepúsculo, constituyeron el telón de fondo del drama de Feuillade entre el bien débil y precario y el mal exultante y en estado puro.
La trama se fue en gran medida improvisando de episodio en episodio. Cuando se podía disponer de determinados actores, sus personajes aparecían en el episodio, mientras que desaparecían cuando se encontraban en el frente. Cuando Jean ayme, que encarnaba al gran vampiro, llegó tarde a rodar un día, Feuillade hizo morir a su personake, y en el siguiente episodio figuraba Louis Leubas como nuevo gran vampiro, completamente inexplicable.
La imposibilidad de predecir lo que va a ocurrir en Los vampiros constituye uno de sus mayores aciertos. Su enorme espontaneidad, unida a su desprecio hacia la ley, el orden y la normalidad, atrajeron, sobre todo, a los surrealistas. Así, Louis Aragon y André Breton, dos de los portavoces más destacados del movimiento surrealista, comentaron en 1928: "Las grandes realidades de este siglo, debe buscarse en Los vampiros. Más allá de la moda. Más allá del buen gusto."
La película está espléndidamente interpretada. Feuillade había logrado formar una compañía estable de intérpretes con personas de poca o ninguna experiencia teatral, y les había enseñado, sobre todo, sobriedad y autocontención. Su forma naturalista de interpretar las enrevesadas y fantásticas acciones de la trama dota a la película de gran capacidad de convicción.
(cont.)
Fuentes:
André Z. Labarrére. Atlas de cine. Madrid: Akal, 2009.
Claude Beylie, FEUILLADE LOUIS - (1873-1925), Encyclopædia Universalis [en ligne], consulté le 28 décembre 2015. URL : http://www.universalis.fr/encyclopedie/louis-feuillade/
Emilio C. García Fernández, Santiago Sánchez González. Guía histórica del cine (1895-2001). Madrid: Editorial Complutense, 2002.
VV. AA. Historia Universal del Cine. Volumen I. Barcelona: Planeta, 1990.
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Vincent Pinel. Los géneros cinematográficos. Géneros, escuelas, movimientos y corrientes en el cine. Barcelona: Robinbook, 2009.
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