Entre el clásico de Sidney Lumet y su remake dirigido por William Friedkin, han pasado cuarenta años y la sociedad ha evolucionado. El guión también.
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Henry Fonda, Jack Warden, E.G. Marshall, Martin Balsam, Ed Begley, John Fiedler, Robert Webber, Jack Klugman, George Voskovec, Joseph Sweeney y Edward Binns en Doce hombres sin piedad (1957) |
Los orígenes de la saga Doce hombres sin piedad (Twelve Angry Men) se remontan a 1954, tres años antes del estreno del clásico humanista de Sidney Lumet (y primer largometraje). Ese año, Franklin J. Schaffner (futuro director de El planeta de los simios ) dirigió la adaptación de la famosa obra de Reginald Rose, un episodio dramático para televisión estadounidense de 1954 que forma parte de la serie de antología Studio One, para la cadena CBS, una performance filmada en directo por televisión, al estilo del teatro filmado. Doce jurados se reúnen para condenar o absolver por unanimidad a un adolescente latinoamericano acusado de parricidio... El espectáculo atrae el interés de Henry Fonda, quien quiere dedicarse a la producción. Cuando le pidió al guionista Reginald Rose que la desarrollara para el cine, éste le recomendó contratar a Lumet, un joven treintañero y prolífico director de televisión desde principios de los años 1950.
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Henry Fonda, Lee J. Cobb, Jack Klugman, Edward Binns, E.G. Marshall, John Fiedler, George Voskovec y Joseph Sweeney en Doce hombres sin piedad (1957) |
Cuarenta años después, cuando estaba "tocando fondo" tras el amargo fracaso de Jade –como confesó en sus memorias, Friedkin Connection, William Friedkin, de sesenta años, propuso un remake a los directivos del canal de cable Showtime. Había vuelto a ver Doce hombres sin piedad en 1995, en la época del caso O.J. Simpson, la ex estrella negra del fútbol americano cuyo juicio por doble asesinato fue transmitido en directo. Mientras que la versión de Lumet, muy coreografiada y en blanco y negro, fue un fracaso de taquilla -antes de convertirse en un monumento a lo largo de sus transmisiones televisivas-, la versión de Friedkin, Doce hombres sin piedad: Veredicto final (Twelve Angry Men, 1997), cuasi documental y en color, logró buenos resultados de audiencia en Estados Unidos. "La película para televisión recibió una lluvia de críticas positivas y premios. Había recuperado mi confianza y respeto."
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Doce hombres sin piedad: Veredicto final (1997) |
Filmada en un contexto post-macartista, la obra original todavía fascina con su implacable mecánica democrática. En esta versión, el debate permitió evitar un error judicial que condenaría a muerte a una persona (probablemente) inocente. Friedkin considera culpable al acusado, para hacer más ambigua la reflexión sobre la "duda razonable". La principal actualización del texto de Reginald Rose, de 75 años a mediados de los años 1990, es poner las tensiones raciales en el centro del proyecto, con cuatro afroamericanos en el reparto, incluido un supremacista negro, interpretado por Mykelti Williamson. Además de dos monstruos sagrados en el ocaso de sus carreras: Jack Lemmon, fallecido en 2001, y George C. Scott, desaparecido en 1999. |
Jack Lemmon y George C. Scott en Doce hombres sin piedad: Veredicto final (1997) |
Como jurado número 8, Lemmon, irreprochable, probablemente no tiene el aura de Fonda: la justicia en la sangre. El encuentro es más reñido entre los dos avatares del jurado número 3, convencido hasta el final de la culpabilidad del adolescente. En la versión de 1957, el rostro expresivo de Lee J. Cobb, acostumbrado a interpretar a bastardos, se ve realzado por los primeros planos del cineasta. En la de 1997, el explosivo Scott causa fuerte impresión con su masiva presencia: cara roja e hinchada, tirantes y camisa empapada de sudor. Detalle simbólico: en Lumet, el jurado delibera alrededor de dos mesas casi idénticas, colocadas una contra la otra para formar una sola. En Friedkin hay tres: diferentes alturas, direcciones y barnices. Queriéndolo o no, los doce hombres deben emitir un veredicto unánime, a pesar de sus divisiones, que son aún más evidentes que en la edición de 1957. Las fracturas actuales de la sociedad estadounidense hacen que esta nueva versión, sea de una actualidad candente.
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