Si bien es uno de los cineastas más eclécticos de Hollywood, el padre de Indiana Jones es identificable por sus propias constantes. Sus películas pueden verse en diversas plataformas de streaming.
"No creo que tenga un estilo", dijo una vez Steven Spielberg durante una conferencia en el American Film Institute en Los Ángeles. Y para dejarlo claro: “Siempre he envidiado a cineastas como Martin Scorsese, cuyas películas son típicamente… scorsesianas." El creador de Indiana Jones, el mago de Hollywood, apenas admitió ser "un buen narrador de historias". “Me pongo al servicio del guión, pero no me impongo”.
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Indiana Jones (Harrison Ford) en En en busca del arca perdida (1981) |
Desde el malvado camión de El diablo sobre ruedas (Duel, 1971) hasta los dinosaurios de Jurassic Park y la ciencia ficción de Minority Report, entre otros monumentos de la cultura popular, Steven Spielberg es sin duda un genio ecléctico. Pero, con el debido respeto a este admirador de Alfred Hitchcock y François Truffaut, su filmografía da testimonio de una identidad fuerte e inimitable. Una breve guía de cinco pasos para reconocer este saber hacer “típicamente spielbergiano”.
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Liam Neeson en La lista de Schindler (1993) |
1. Héroes ordinarios enfrentados con lo extraordinario
En el cine de Spielberg, ésta es la primera constante, la receta mágica que nos mantiene a todos adictos a sus historias: el contraste vertiginoso entre héroes realistas, profundamente humanos, con los que es tan fácil encariñarse e identificarse, y circunstancias demasiado grandes para ellos. Los encontramos en el lado fantástico del trabajo del cineasta, en el universo virtual de Ready Player One (2018), o confrontados con la aparición de extraterrestres, a veces benévolos -Encuentros en la tercera fase (Close Encounters of the Third Kind, 1977) o E.T. El extraterrestre (E.T. the Extra-Terrestrial, 1982); a veces destructivos -La guerra de los mundos (War of the Worlds, 2005), pero también en el lado oscuro de la reconstrucción histórica, en el tumulto de la guerra, en el infierno del desembarco del Día D -Salvar al soldado Ryan (Saving Private Ryan, 1998), o el horror del nazismo -La lista de Schindler (Schindler's List, 1993) o la esclavitud -Amistad (1997). Casi siempre, esa espectacular diferencia de escala entre el individuo y las pruebas monumentales que debe afrontar es una catarsis, un factor de evolución y madurez: nadie sale de una aventura de Spielberg de la misma manera que entró, ni siquiera Indiana Jones.
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Drew Barrymore en E.T. el extraterrestre (1982) |
2. Infancia y familia
La familia es otro de los grandes motivos recurrentes en la obra del cineasta, con su calidez, pero también con sus defectos y fallos. En primera línea, filmados como en ningún otro lugar, con la cámara a la altura de sus cabezas soñadoras, están los niños. No amados y en busca de humanidad, como en A. I. Inteligencia artificial (A.I. Artificial Intelligence, 2001); intrépidos y abandonados a su suerte como en Indiana Jones y el templo maldito (Indiana Jones and the Temple of Doom, 1984); marcados por la falta de cariño de sus padres, desde ET hasta Los Fabelman (The Fabelmans, 2022). Casi tan omnipresente, la figura paterna interfiere incluso en las aventuras de Indiana Jones con su padre, alias Sean Connery como ocurre en Indiana Jones y la última cruzada (Indiana Jones and the Last Crusade, 1989), se encarna en pleno apocalipsis, con el personaje de Tom Cruise, La guerra de los mundos, y tiene un papel protagonista, tanto en Hook (El capitán Garfio) (Hook, 1991), una variación de un Peter Pan convertido en adulto (y en padre) como en el legado jazzero de Tom Hanks, atrapado en su La Terminal (The Terminal, 2004). En el centro, una y otra vez, el miedo al abandono.
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El diablo sobre ruedas (1971) |
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