Ficha técnico-artística
Título original: La
Source des femmes
Año: 2011
País(es): Francia, Bélgica e Italia
Duración: 135 minutos
Director: Radu Mihăileanu
Guión: Alain-Michel Blanc y Radu Mihăileanu
Intérpretes: Leïla Bekhti como Leila; Hafsia Herzi como Loubna Esmeralda; Biyouna; Zinedine Soualem; Sabrina
Ouazani; Malek Akhmiss como
Soufiane; Saad
Tsouli como Mohamed;
Saleh Bakri como Sami; Hiam Abbass como Fátima
Fotografía: Glynn Speeckaert
Música: Armand Amar
Diseño de producción: Christian Niculescu
Vestuario: Viorica Petrovic
Productora: Elzevir Films, EuropaCorp Distribution y Oï Oï
Oï Productions
Distribuidora: Vértigo Films
Premios y nominaciones: 2011: Premios Cesar: Nominada a Mejor actriz
(Leïla Bekhti) y mejor vestuario; Festival de Cannes: Sección oficial a concurso.
Estreno en Bélgica: 9 Noviembre 2011
Estreno en España: 9 Diciembre 2011.
Calificación por edades: No recomendada para menores de 7 años.
Especialmente recomendada para la igualdad de género.
Sinopsis argumental:
En un pequeño pueblo, en algún lugar entre el norte de
África y Oriente Medio, la tradición exige que las mujeres busquen agua en la
fuente que nace en lo alto de una montaña, bajo un sol ardiente. Leila, una
joven casada, propone al resto de mujeres una huelga de sexo: no mantendrán
relaciones sexuales hasta que los hombres colaboren en el traslado del agua
hasta la aldea.
El director
Director francés de origen judío rumano. Antes de dejar
Rumania, perteneció a una compañía de teatro (como autor, director de escena y
actor) y fue actor en el Teatro Yiddish de Bucarest. Abandonó Rumania en 1980,
huyendo de la dictadura de Ceaucescu. Se fue primero a Israel antes de llegar a
Francia para cursar estudios en el IDHEC (Instituto de Estudios Superiores de
Cinematografía) de 1980 a 1983.
Filmografía
Como director
- Traidor (Trahir, 1993). Festival de Cine de Montreal: Gran Premio de las Américas, Premio a la mejor Interpretación Masculina, Premio a la mejor ópera Prima. Festival de Cine de Estambul: Premio Especial del Jurado.
- El tren de la vida (Train de vie, 1998). 1998: Mostra de Venecia: Premio de la Crítica. Festival de Sao Paulo: Premio del Público, Premio de la Crítica. 1999: Festival de Sundance: Premio del Público. Premio Donatello: Premio a la mejor Película Extranjera. Nastro di Argento: mejor Película Europea. Festival de Miami: Premio del Público.
- Vete y vive (Va, vis et deviens, 2004). Festival de Cine de Berlín: Premio del Público. Premio Europa Cinemas.
- El concierto (Le concert, 2009). Premios Cesar: mejor música, mejor sonido. Y cuatro nominaciones. Premios David di Donatello: mejor film de la Unión Europea. 2010: Premios del Cine Europeo: Nominada a mejor guión.
Comentario
Durante el mes de julio de 2011, las mujeres del distrito de
Barbacoas, al suroeste de Colombia, se declararon en “huelga de piernas
cruzadas” como medida para obligar a sus maridos a presionar a la
administración para construir una carretera que salvaría vidas y conectaría la
población. La idea de estas mujeres, que recorrió los sumarios de noticias
curiosas de medio mundo, no era sin embargo original, sino que Aristófanes ya
la había plasmado siglos atrás en su Lisístrata.
Desde un pueblo del norte de África nos llega un cuento que
no es precisamente de Las mil y una
noches, aunque trate sobre el amor y la oscuridad que invaden el corazón de
sus habitantes. Es la historia de unas mujeres que se cansan del sometimiento
que sufren en un mundo de hombres y que se ponen en “huelga de amor”, hasta que
ellos las ayuden a traer el agua desde el manantial.
En La fuente de las mujeres, Radu Mihaileanu juega con los
términos del agua y del amor, del manantial y del corazón para refrescar a los
intérpretes del Corán el sentido original de las leyes del Profeta y para
ensalzar la figura de la mujer. Igualdad para acceder a la cultura y a la
sociedad, dignidad en el trato recibido por sus maridos y libertad para decidir
su futuro son algunas de las exigencias de un grupo de mujeres espoleadas por
Leila, una hermosa joven que sabe leer y escribir, que piensa por sí misma y
que además ama sinceramente a su marido.
Ya desde el inicio se nos dice claramente que se trata de un
cuento, y poco después se hace referencia explícita al libro de Las mil y una noches como paradigma de
la cultura árabe y de la relación amorosa. También desde la primera escena, la
cámara avanza por las calles del pueblo en un largo travelling,
dándonos a entender el tono a pie de calle que se quiere imprimir a la película.
Fantasía y realismo se combinan en un intento por denunciar una situación
vejatoria de la mujer, y de hacerlo desde una perspectiva idealista y poética
que aliente a emprender una guerra de sequía o de abundancia de amor, según se
mire. En esta batalla por el agua que da vida, la lucha por la igualdad y la
libertad de estos “diminutos insectos” —otra metáfora para hablar de la
mujer indefensa, aprovechando la llegada del periodista— se convierte en algo
esencial, y Mihaileanu se sirve de personajes cultos o enérgicos para lanzar
sus reivindicaciones. De esta manera, la propia Leila, su marido y maestro, o
la vieja Fusil son voces modernas que reclaman los derechos de la mujer.
El problema del guión es que todo es muy directo y poco
sutil, a veces algo artificial, poco sutil. La mezcla entre lo culturalmente autóctono y lo
occidental resulta explosiva, y los bailes y cantos se convierten en un apunte
de exotismo para barnizar una fábula pintoresca pero no real, mientras que las
figuras del maestro o del periodista chirrían y sólo sirven para lanzar un
mensaje. Los personajes están dibujados con sensibilidad y delicadeza pero
también con trazos superficiales, y sólo Fátima, la suegra de Leila —gran
trabajo de Hiam Abbass— parece tener un
pasado que determina su actuar, al igual que un imán cuyo rostro es de los
pocos en que se adivina un trasfondo y una esperanza para el mundo islámico. La
planitud del maestro es propia de la telenovela mexicana —a la que se hace
repetida alusión—, lo mismo que la historia de la joven Esmeralda o la de ese
periodista que sonroja al espectador. También son estereotipos los personajes
de la misma Leila o de Fusil, pero en el primer caso Leïla Bekhti hace un trabajo
aceptable, y en el segundo la anciana resulta simpática como madre coraje.
La fuente de las
mujeres es, con todo, una película bienintencionada en su lucha por la
igualdad de la mujer —estrena la nueva calificación promovida por el ICAA—, que
dulcifica el drama y hasta lo hace tierno, pero cuyo alegato es excesivamente
combativo y frontal. La historia está poco lograda al contrastar la tradición y
la modernidad, sin equilibrio ni desarrollo al abordar tanta subtrama y
ambiente —los turistas y el pasado colonial, el mundo urbano y el poder
político y periodístico, la convivencia de la autoridad religiosa y municipal,
la misma historia de Fátima y de Esmeralda—, y se queda siempre a medio camino
entre la poesía y la denuncia, entre el cuento y el relato. Su diseño de
producción y su música folclórica —quizá lo mejor de la cinta— no bastan para
crear una ambientación que respire autenticidad, y la mirada y el discurso
occidental se imponen hasta llegar a un desenlace mejorable en esta guerra de
amor que un día emprendieron unos seres diminutos.
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