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En 1960 dirigió por última vez una obra teatral, Don Juan Tenorio, en México, y realizó y estrenó en EE. UU. La joven. Considerada como una cinta menor en
la filmografía de Buñuel, La joven es,
probablemente, una de las obras más personales del director
aragonés. El proyecto de La joven
surgió a partir del repunte experimentado por la carrera de
Buñuel, tras el éxito internacional de Nazarín
(1958). El productor George Pepper,
artífice de Robinson Crusoe
(1952) -primera cinta de
Buñuel en lengua inglesa- se acercó de nuevo al
director con la intención de filmar una película que
pudiese tener éxito en el mercado de los Estados
Unidos.
Después regresó a España, a
donde se le invitó a volver como un verdadero “hijo pródigo”, para dirigir Viridiana, coproducción hispano-mexicana con guion escrito junto a Julio Alejandro. La película fue producida por Gustavo Alatriste (por parte mexicana) y por Pere Portabella y Ricardo Muñoz Suay, por parte de las productoras españolas UNINCI (Unión Industrial Cinematográfica) y Films 59. Estuvo protagonizada por Silvia Pinal, Francisco Rabal y Fernando Rey. Viridiana se
convirtió en uno de los mayores escándalos del régimen de Franco, con
repercusiones internacionales. Presentada a concurso en el festival de Cannes de 1961 como representante oficial de España y obtuvo la Palma de Oro, que recogió el entonces Director General de Cinematografía, José Muñoz Fontán. Sin embargo, después de que el periódico vaticano L'Osservatore Romano condenara la cinta, a la que tachaba de blasfema y sacrílega, la censura española prohibió la cinta y Muñoz Fontán fue obligado a dimitir. Viridiana no se pudo proyectar oficialmente en España hasta 1977.
Buñuel tuvo que volver a México, donde realizó sus dos
últimas películas sobre temas estrictamente surrealistas: El ángel exterminador (1962), una de sus películas más importantes y personales, en la que aludía a varias bromas privadas de su época de la Residencia de Estudiantes y del periodo surrealista transcurrido en Francia, que contaba la historia de un grupo
de burgueses atrapados inexplicablemente en la mansión en la que se han reunido
para cenar.
De nuevo en Francia rueda Diario de una camarera (Le journal d'une femme de chambre, 1964), adaptación de una novela de Octave Mirbeau que Jean Renoir ya había
llevado al cine en su etapa americana (The Diary of a Chambermaid,
1945). En
manos de Buñuel, la novela original perdía el romanticismo y el lirismo de los
que la había dotado Renoir y se convertía en una feroz denuncia de la
hipocresía moral y las “buenas maneras” de la alta burguesía. La película
significó asimismo el inicio de una larga y fructífera colaboración con el
productor Serge Silberman y el guionista Jean-Claude Garriere, quienes
seguirían ofreciéndole al gran maestro las condiciones idóneas para hacer una
película cada vez que se sintiese con fuerzas e, inspiración para ello.
De vuelta a México, dirige Simón del desierto (1965), sobre un primitivo asceta que se pasó prácticamente toda la vida subido en una columna y provocando la confusión y el mal cuando lo único que intenta es hacer el bien. En esta película intervenía nuevamente la protagonista de Viridiana. Silvia Piñal, en el papel de demonio que adopta los disfraces más engañosos y seductores para tentar al incorruptible Simón.Fue su última película mexicana.Obtuvo el León de Plata de la Mostra de Venecia.
En 1966 Dalí le telegrafió desde Figueras ofreciéndole
preparar la segunda parte de Un perro
andaluz. Ese mismo año se estrenó Belle
de jour (Bella de día), que obtuvo en 1967 el León de Oro en la Mostra de Venecia. Esta
película obtuvo en Francia un extraordinario éxito de público y a partir de
entonces los estrenos de Buñuel se convirtieron en acontecimientos culturales,
lo que motivó que Silberman le concediera completa libertad creativa y los
recursos suficientes para la producción de sus filmes, lo que caracterizó la
etapa final de su obra. Una brillante y acerada visión de las fantasías y obsesiones
de una mujer de la burguesía, aparte de ser sobre todo una advertencia contra
la autocomplacencia. Después de verla, se es consciente de los aspectos ocultos
que puede esconder una escalera, una calle, una mujer refinada. Buñuel permite
a los espectadores darse cuenta de que la fotografía no puede captar el mundo,
pues éste carece de significado. Una película sólo puede mostrar el mundo
interior y para ello no hay la menor necesidad de ángulos de cámara extraños y otros
recursos expresivos. En todas las grandes películas de Buñuel no hay distinción
entre la sexualidad, el humor y el terror, al tiempo que reflejan la crueldad y
la soledad de los seres humanos. Buñuel niega la tragedia y la salvación y se
entre por el contrario a mostrar la exquisita discrepancia entre los hechos
reales y los imaginarios. Su forma de rodar resulta insultantemente fácil y
sencilla. Su sentido de la imagen es tal que parece burlarse de todos los
trucos de la puesta en escena y de todos los recursos expresivos a los que con
tanta frecuencia recurren la mayoría de los directores. La misma actitud se
encuentra en su forma de dirigir a los actores, todos ellos utilizados más como
arquetipos que como personas. Y, sin embargo, prevalece en su cine un humanismo
y una ternura que le impide mostrarse como un director paternalista o que
explota a sus intérpretes. Bella de día
convirtió a Buñuel a sus 67 años en uno de los directores más populares y
taquilleros de Europa.
En 1969 la Mostra le otorgó el gran premio de homenaje por el conjunto de su obra y dirige La vía láctea (La voie lactée), curioso
ensayo sobre las distintas herejías religiosas a través del tiempo, abordan
temas difíciles y evidentemente nada populares. Dos vagabundos se alejan de un París lleno de coches para andar el
Camino de Santiago. El viejo y barbudo se llama Pedro, y el joven y
lampiño, Juan. En su medieval peregrinaje se topan con personajes de
toda época, relacionados con las herejías, lo que toca seis dogmas
católicos: la Eucaristía, el Mal, la naturaleza de Cristo, la Trinidad,
la Gracia, los Misterios Marianos. Premio Interfilm del Festival de Berlín.
En 1970 volvió a España para rodar, esta vez en régimen de
coproducción, Tristana, protagonizada
por Catherine Deneuve, que ya había desempeñado el papel principal en Belle de jour. Está basada en la novela homónima de Benito Pérez Galdós. Fue candidata al Óscar de Hollywood. La película pasó a ser uno de esos proyectos largamente acariciados por Buñuel y constantemente aplazados. Hubo otras dos tentativas de realizarla: una en México en 1952, con Ernesto Alonso y Silvia Pinal al frente del reparto, y otra en 1962, que hubiera estado protagonizada por Rocío Durcal o Stefania Sandrelli. Supuso la vuelta a España, por segunda y última vez, de Luis Buñuel, tras el escándalo de Viridiana.
En 1972 se convirtió en el primer director español en
conseguir el Óscar a la mejor película de habla no inglesa, por El discreto encanto de la burguesía (Le Charme Discret de la Bourgeoisie), película que se iba a
rodar en España, lo cual resultó imposible debido a la censura. La acción dramática tiene lugar en Paris y alrededores a lo largo de
varias semanas de 1972. Rafael Acosta (Fernando Rey), embajador en Paris de un
país imaginario de América del Sur, se reúne asiduamente a manteles con
sus amigos y socios, el matrimonio formado por Henri (Jean-Pierre Cassel) y Simone
(Delphine Seyrin) Sénéchal y el formado por François (Paul Frankeur) y Alice (Stéphane Audran)
Thévenot. Habitualmente se une al grupo, Florence (Bulle Ogier), la hermana
menor de Simone. Los seis personajes forman un grupo representativo de
la burguesía parisina de principios de los 70. Cultivan la hipocresía,
rinden culto a las apariencias, mantienen actitudes falsamente amables,
desarrollan comportamientos egoístas y ocultan bajo la fachada de sus
buenos modales, actitudes brutales y crueles.
Esta película,
junto con La Vía Láctea (La Voie Lactée, 1968) y El fantasma de la libertad (Le Fantôme de la
Liberté, 1974), serie de viñetas entrelazadas por un personaje o una situación que conecta una historia con la siguiente, conforman una especie de trilogía que ataca los cimientos
del cine de narrativa convencional y el concepto causa-consecuencia, abogando
por la exposición del azar como motor de la conducta y del mundo.
Ese mismo año
de 1972 visitó Los Ángeles, donde vivía su hijo Rafael, y George Cukor ofreció
en su casa una cena en honor de Buñuel a la que asistieron, además de su hijo
Rafael y Carrière, importantes cineastas como Alfred Hitchcock, Billy Wilder,
G. Stevens, William Wyler, R. Mulligan, Robert Wise o Rouben Mamoulian.
En 1977 Buñuel puso el colofón a su obra con Ese oscuro objeto del deseo (Cet Obscur Objet du Désir), que recibió el premio especial del Festival de
Cine de San Sebastián. En la película, que revisa temas tratados anteriormente
en Viridiana o Tristana, Carole Bouquet y Ángela Molina interpretan al alimón el
personaje femenino que da réplica a Fernando Rey. Retomaba
una historia que Buñuel había querido filmar veinte años antes (y que fue a
parar sin embargo a manos de Julien Duvivier), la adaptación de la decadente
novela de Fierre Louÿ, La femme et le
pantin, que ya había inspirado a Josef von Sternberg su The Devil is a
Woman (1935), con Marlene Dietrich.Ese oscuro objeto del deseo trata de la obsesión de
un hombre por una muchacha, encarnada por dos actrices distintas, la francesa
Carole Bouquet y la española Angela Molina, y en ella Buñuel volvía a
introducir sus preocupaciones de siempre, aparte de otras nuevas, como el
fenómeno del terrorismo, tratadas en clave irónica y distanciada.
En 1980 realizó su último viaje a España y fue operado de
próstata. En 1981, 50 años después de haber sido prohibida, se reestrenó en
París La edad de oro, fue
hospitalizado por problemas de la vesícula, Agustín Sánchez Vidal publicó su
obra literaria, el Centro Georges Pompidou de París organizó un homenaje en su
honor y Un perro andaluz se proyectó
en una pantalla colocada en el techo de este centro cultural. En 1982 publicó sus memorias, escritas en colaboración con
Carrière y tituladas Mi último suspiro.
Luis Buñuel falleció en Ciudad de México el día 29 de julio
de 1983 de madrugada, a causa de una insuficiencia cardíaca, hepática y renal
provocada por un cáncer. Sus últimas palabras fueron para su mujer Jeanne: “Ahora
sí que muero”. Ese mismo año había sido nombrado doctor honoris causa por la
Universidad de Zaragoza. Se mantuvo fiel a su ideología hasta el final: no hubo
ninguna ceremonia de despedida, siendo en 1997, cuando finalmente fueron
esparcidas sus cenizas en el monte Tolocha, situado en su pueblo natal, Calanda.
Luis Buñuel figura por derecho propio entre los grandes
genios del cine de todos los tiempos. Su austeridad intelectual, su
intransigencia moral, su total integridad, su ira sin desmayo, su sardónico
sentido del humor y su humanismo subterráneo que impregnan todas sus obras las
convierten en capítulos esenciales de la historia del cine.
En su uso del medio cinematográfico, Buñuel ha mostrado
siempre la sencillez, la seguridad y la corrección de los grandes artesanos. La
compleja visión del mundo de Buñuel se expresa mediante imágenes límpidas,
claras y perfectamente legibles, y es precisamente esa aparente simplicidad y
transparencia la que dio vigor, atractivo, no sólo a su obra, sino también a su
propia vida, tristemente huida como ese «último suspiro» con el que él mismo
definió su propio retrato literario.
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