jueves, 16 de mayo de 2013

Biografías de cine: Fred Astaire

Fred Astaire

Una de las mejores historias del Hollywood de los años treinta es la que se
refiere a la primera prueba de Fred Astaire para la RKO. Según el informe de uno de los ejecutivos de la compañía: “Se le está cayendo el pelo. No sabe cantar. Baila un poco”. Afortunadamente. David O. Selznick, el jefe de producción, adoptó un punto de vista más positivo: “Todavía no estoy del todo seguro, pero creo que, a pesar de sus gigantescas orejas y de su fea barbilla, posee un encanto tan grande que resulta perceptible aun en una prueba tan desdichada como ésta”. En cualquier caso, el informe de la prueba no afectó a los planes de la RKO para Astaire, primero prestándolo durante unos pocos días a MGM en 1933 para su debut en Hollywood, una breve aparición en uno de los números más espectaculares del vehículo para Joan Crawford, Alma de bailarina (Dancing Lady, 1933) de Robert Z. Leonard
De esta forma, tan peculiar empezó una de las más importantes carreras de Hollywood, que se prolongaría durante casi cinco décadas. Fred Astaire no fue evidentemente una sensación momentánea, una luminaria fugaz. 
Su verdadero nombre era Frederick Austerlitz y nació el 10 de mayo de 1899 (Fred y su hermana Adele tomaron el apellido Astaire para su actuación en un vodevil, en 1905.). A la edad de cuatro años y medio fue inscrito junto con su hermana Adele, de seis años, en una escuela de danza por su ambiciosa madre. A partir de entonces vivió plenamente el mundo del espectáculo.
Fred Astaire conoció a George Gershwin, que estaba trabajando como "song plugger" en Jerome H. Remick's, y en 1916 empezaron una amistad que iba a afectar profundamente las carreras de ambos artistas.
Fred Astaire con su hermana Adele en 1921.
Ya en 1917, Fred y Adele bailaron en un musical de Broadway, Over The Top; cinco shows después, en 1922, eran las estrellas de The Bunch and Judy Show. Siguieron cuatro grandes espectáculos: Lady Be Good, y Funny Face, escritos ambos por los Gerswhin; Smiles, de Víncent Youmans, y The Band Wagón, de Dietz y Schwartz, que les dieron el estatus de grandes estrellas. El retiro de Adele, en 1932, para contraer matrimonio con Charles Cavendish, un hijo del Duque de Devonshire, fue la primera crisis de verdad en la carrera de Fred; como pareja habían funcionado muy bien, pero ¿qué tal le irían las cosas a él solo? La respuesta la tuvo en su siguiente espectáculo, The Gay Divorce (El alegre divorcio), en el que tuvo como partenaire a Clare Luce y fue la  de “muy bien, gracias”. Pero Fred Astaire estaba ya listo para dar un giro a su carrera y la oportunidad se la proporcionaron diversas ofertas de Hollywood. 

¿Bailamos?

Seguía habiendo el problema de encontrar una pareja. Aunque Fred solía incluir algún tipo de solo en todos sus espectáculos, el “plato fuerte” lo habían constituido siempre los números bailados con su hermana, y todo el mundo se mostraba de acuerdo en que era su complemento perfecto en lo que se refería a altura, personalidad y técnica. Hacía falta encontrar a alguien para la siguiente película de Fred, Volando hacia Río de Janeiro (Flying down to Rio, 1933) de Thornton Freeland. De vuelta ya en la RKO, figuró en quinto lugar en la publicidad de la película, por debajo de la mejicana Dolores del Río (cuyo nombre aparecía en grandes caracteres), pero también del estadounidense Gene Raymond, el brasileño Raúl Roulien y Ginger Rogers, que aparecían en letras mucho más pequeñasLa película fue nominada en los Premios Oscar de la Academia como mejor banda sonora original en 1934 por el tema La Carioca. Como dato curioso cabe destacar la presencia del actor y director de cine mexicano Emilio Fernández como extra en un número musical.
Fred Astaire, modelo de
elegancia en Sombrero de
Copa
El nombre de Ginger Rogers no le decía nada a nadie en esa época. Había firmado recientemente un contrato con la RKO después de trabajar durante varios años en el campo del musical y del vodevil. Antes había interpretado pequeños papeles en comedias románticas. Fue protagonista en el drama, Una oportunidad en el cielo como (Chance at Heaven, 1933) de William A. Seiter con Joel McCrea de antagonista. Cedida a la Warner, había recibido críticas aceptables por sus interpretaciones de coristas endurecidas y algo cínicas en La Calle 42 (42nd Street, 1933) de Lloyd Bacon y Vampiresas 1933 (Gold Diggers of 1933, 1933) de Mervyn LeRoy. Era trabajadora y tenaz, pero nadie la consideraba una gran bailarina ni creía que poseyera ningún talento especial. Estaba sin embargo disponible en aquellos momentos y, por tanto, se la emparejó con Astaire en una película hecha a mayor gloria de Dolores del Río, en la que ésta tenía que elegir entre dos galanes, Gene Raymond y Raúl Roulien. De esa manera tan casual nació una de las grandes parejas cinematográficas de los años treinta.
Contra todas las previsiones, el gran éxito de la película se debió no a su historia romántica, sino a un número musical interpretado por dos actores prácticamente desconocidos, El Carioca de Vincent Youmans. En aquella época, Hollywood se mostraba siempre dispuesto a responder rápidamente a la reacción del público, y la avalancha de cartas y comentarios recibidos de los espectadores significaba sólo una cosa, que Fred Astaire y Ginger Rogers debían trabajar pronto juntos en una película dedicada íntegramente a ellos. 
Fue La alegre divorciada (The Gay Divorcee, 1934) de Mark Sandrich, una adaptación del último éxito teatral de Fred Astaire. 
Le siguieron:
  • Roberta (1935) de William A. Seiter; 


  • Sombrero de copa (Top Hat, 1935) de Mark Sandrich;  


  • En alas de la danza (Swing Time, 1936) de George Stevens; 


  • Sigamos la flota (Follow the Fleet, 1936) de Mark Sandrich;  

En Sigamos a la flota Astaire cambiaba
el chaqué por el uniforme de marino

  • Ritmo loco (Shall We Dance?, 1937) de Mark Sandrich; 


  • Amanda (Carefree, 1938) de Mark Sandrich y 


  • La historia de Irene Casel (The Story of Vernon and Irene Castle, 1939) de H.C. Potter.

Durante todos esos años, las películas de Fred Astaire y Ginger Rogers constituyeron el negocio más saneado de la RKO, cumpliendo la misma función salvadora que habían desempeñado las películas de Mae West para la Paramount y que habrían de cumplir poco después las de Deanna Durbin para la Universal. Hay que decir que la pareja contó con grandes colaboradores, sobre todo en el aspecto musical y que sus películas contenían partituras originales de músicos como Youmans, Cole Porter, Jerome Kern, los Gerswhin e Irving Berlín, que escribieron algunas de sus mejores páginas para Sombrero de Copa, Sigamos la flota o Amanda.
Fred y Ginfer bailando el número Lovely to l
ook at 
de Jerome Kerr en Roberta 

Un romance maravilloso... pero sin besos

Pero lo fundamental de todas estas películas eran siempre los propios Fred Astaire y Ginger Rogers. Aunque a los sentimentales "fans»" les gustaba imaginarse la existencia de romances entre sus estrellas favoritas (y no siempre se equivocaban, como ocurrió con la pareja formada por Nelson Eddy y Jeanette MacDonald), el emparejamiento de Astaire y Rogers fue simplemente profesional. Fuera del estudio apenas tenían nada que ver el uno con el otro, pero dentro de él funcionaban a la perfección. Puede deberse a que en relaciones de esta clase es esencial una cierta dosis de antagonismo (en la mayoría de sus números románticos se les ve alejándose el uno del otro y volviendo a juntarse, como si fuese en contra de su voluntad). De modo similar, los argumentos de sus películas consistían casi siempre en variaciones de una misma fórmula: chico encuentra chica, chico odia chica (y viceversa); pero como, a pesar de la hostilidad superficial se sienten profundamente atraídos el uno por el otro, al final todo termina bien.
Alguien (parece ser, que fue Katharine Hepburn, la otra estrella de la RKO durante la época) dijo que el secreto del éxito juntos radicaba en que él le proporcionaba “clase” a ella, y ella “la sensualidad” a él. Era evidente que la exuberancia de la Rogers contrastaba muy bien con la elegancia e irónico encanto de Fred Astaire. Aunque él era la personalidad creativa de los dos (se pasaba semanas y semanas ensayando las escenas de danza de las películas y obligándola a ensayar a ella y a todos los implicados hasta alcanzar la perfección absoluta), la Rogers era una pareja bien dispuesta y rápida en aprender, que no sólo le seguía maravillosamente en los pasos ideados por él, sino que incluso aportaba ideas propias. Así pues, sus películas son memorables no sólo por los números de Astaire a solas, sino también por otros dos tipos de danza claramente diferenciables e interpretados por los dos: los estrictamente románticos y los de amor-odio.

Dancing cheek to cheek

Hicieron falta dos o tres películas para lijar claramente la pauta de conducta de la pareja: en La alegre divorciada la relación habitual entre ellos no está todavía del todo clara, aunque la película sí contiene el típico número romántico, concretamente Night and Day, y una novedad, El Continental, en el que “se besa uno mientras baila”. En Roberta la relación ha cuajado casi del todo, aunque el principal interés romántico de la película reside en Irene Dunne y Randolph Scott. En cualquier caso, Fred y Ginger tenían un número de baile muy juntos, Smoke Gets in Your Eyes y otro de antagonismo y rivalidad, I'll Be Hard To Handle. En Sombrero de Copa la relación ha cristalizado ya: Fred Astaire tiene un número solo, No Strings, en el que baila sobre arena y “dispara” con su bastón contra todo un coro de dobles suyos, vestidos con frac y pajarita blanca, pero la película contiene también el clásico número de amor-odio, Isn't This a Lovely Day?, con la pareja obligada a buscar refugio en el pabellón de música de un parque como consecuencia de una tormenta, y también el romántico y sentimental, literalmente Cheek to Cheek.
Rogers y Astaire en Cheek to Cheek
A partir de ese momento, las películas de la pareja dieron origen a una verdadera cascada de clásicos del musical, con números tan famosos y representativos como I'd Rather Lead a Band (de Sigamos la flota), en el que Astaire acaba bailando con todo un coro de marineros; Bojangles in Harlem (de Swing Time), en el que baila con la cara pintada de negro sobre un suelo de espejos de tamaño gigantesco; Astaire también interpretó números solos en Ritmo loco y Amanda. Pero, formando pareja con la Rogers, dejó también números tan logrados y espectaculares como I'm Putting All My Eggs in One Basket de Sigamos la flota, o A Fine Romance, de Swing Time. En ellos bailan con elegancia y contención, pero también con inconfundible apasionamiento.
Un baile conduce a un flechazo
en Alas de la danza
Todo lo que hacían parecía fácil y sin esfuerzo, y ésa es precisamente la sensación que pretendían transmitir. Era un encuentro entre personalidades claramente distintas, pero igual de auténticas, y la pareja que formaron poseía una gracia y un sabor que lograron sobrevivir a todos los cambios en las modas. Incluso hoy en día, cuando hace ya mucho tiempo que la pareja dejó de existir, después de su último intento por recomponerla en Vuelve a mí (The Barkleys of Broadway, 1949), la gente sigue tendiendo a pensar en Fred Astaire y Ginger Rogers como una entidad indivisible, y todo los cinéfilos reconocen que la Rogers fue la mejor pareja que tuvo jamás él.
John Mueller resume las capacidades de Rogers como sigue: "Rogers sobresalía entre las parejas de Astaire no porque fuera superior a otras como bailarina sino porque, como una actriz intuitiva y hábil, ella era suficientemente cautelosa para darse cuenta que la interpretación no acababa cuando el baile comenzaba... la razón por la que muchas mujeres han fantaseado con bailar con Fred Astaire es que Ginger Rogers transmitía la impresión de que bailar con él es la experiencia más emocionante imaginable." Según Astaire, "Ginger nunca había bailado con una pareja anteriormente. Ella lo fingió muchísimo. No sabía hacer claqué y no sabía hacer esto y aquello... pero Ginger tenía estilo y talento y lo mejoró mientras le acompañaba. Lo entendió tanto que después de un tiempo cualquiera que bailaba conmigo me parecía mal."

La carrera de Fred Astaire

A pesar de todo la pareja se deshizo, parece ser que fundamentalmente debido a que ella quería iniciar una carrera como actriz dramática, aunque es posible que él también empezase a sentirse incómodo con las limitaciones impuestas por su colaboración. En 1937, Astaire había realizado una película sin la Rogers, Señorita en desgracia (A Damsel in Distress) de George Stevens, con Joan Fontaine, que no bailaba en absoluto, por lo que él tenía que hacerlo alrededor de ella, y la solución no le pareció satisfactoria. 
No obstante, cuando tras rodar La historia de Irene Casel, la Rogers decidió separarse de él, se le abrió todo un mundo de opciones y posibilidades. Partenaires como Eleanor Powell en La nueva melodía de Broadway (Broadway Melody of 1940, 1940) de Norman Taurog, Paulette Goddard Al fin solos (Second Chorus, 1940) de H.C. Potter,  Rita Hayworth en Desde aquel beso (You'll Never Get Rich, 1941) de Sidney Lanfield y Bailando nace el amor (You Were Never Lovelier, 1942) de William A. Seiter,  demostraron que Astaire no tenía por qué atarse necesariamente a ninguna compañera y que incluso mejoraba con la variedad.
Astaire hizo un intento serio de retirarse en 1946, pero le llamaron para sustituir a Gene Kelly en Desfile de Pascua (Easter Parade, 1948) de Charles Walters, en la que hizo pareja con Judy Garland. A partir de entonces no volvió a dejar de trabajar. Intervino en algunos de los grandes musicales de la época dorada de la MGM (finales de los cuarenta y principios de los cincuenta), como Ziegfeld Follies (1946) de Vincent Minnelli, Cielo azul (Blue Skies, 1946) de Stuart Heisler, Tres palabritas (Three Little Words, 1950) de Richard Thorpe, Let's Dance (1950) de Norman McLeeod, Bodas reales (Royal Wedding, 1951) de Stanley Donen, The Belle of New York (1952) de Charles Walters, Melodías de Broadway 1955 (The Band Wagón, 1953) de Vincent Minelli, Papá piernas largas (Daddy Long Legs, 1955) de Jean Negulesco y La bella de Moscú (Silk Stockings, 1957) de Rouben Mamoulian, así como en Una cara con ángel (Funny Face, 1958) de Stanley Donen, película de la Paramount en la que compartió los papeles estelares con Audrey Hepburn y Kay Thompson. 
Nanette Fabray jack Buchanan fueron los compañeros
de Astaire en el hilarante número "Trillizos" de Melodías
de Broadway (1955). 

Según fue envejeciendo fue también bailando cada vez menos en sus películas, en parte porque el número de musicales que mereciesen la pena descendió drásticamente a partir de 1960; pero trabajó en algunos memorables programas musicales de televisión en los que cantaba y bailaba, An Evening with Fred Astaire (1958) de Bud Yorkin. También empezó a actuar en comedias no musicales e incluso películas serias, llegando a convertirse en un magnífico actor: Su grata compañía (The Pleasure of His Company, 1961) de George Seaton, La misteriosa dama de negro (The Notorious Landlady, 1962) y Encuentro en París (Paris - When It Sizzles, 1964) ambas de Richard Quine, El valle del arco iris (Finian's Rainbow, 1968) de Francis Ford Coppola. A los 77 años de edad todavía bailó sin embargo para Érase una vez en Hollywood (That's Entertainment. Part 2, 1976), un documental producido por La Metro Goldwyn Mayer al celebrar su 50º aniversario haciendo una recopilación de sus mejores clásicos musicales y entrevistando a sus protagonistas.
Mención especial merecen entre las películas denominadas serias en las que participo:
  • La hora final (On the Beach, 1959) un film de Stanley Kramer. Se trata de una adaptación cinematográfica de la novela de Nevil Shute On the Beach (1957). Es una película post-apocalíptica que trata sobre el destino de los seres humanos en Australia tras el holocausto nuclear de la III Guerra Mundial. El escenario de la guerra fue el hemisferio Norte. Sin embargo, la nube radiactiva producida por las bombas nucleares va llegando a Australia. El gobierno reparte venenos para el suicidio para evitar una muerte lenta por la radiactividad. Se trata de un film pesimista y ofrece una visión sin esperanza del final de la humanidad y analiza cómo reaccionan ante esta situación extrema los distintos personajes. La banda sonora está casi íntegramente basada en el himno oficioso de Australia Waltzing Matilda. En esta película se establece una crítica hacia las potencias dominantes de la guerra fría. Contó con la participación entre otros de Gregory Peck, Ava Gardner, Fred Astaire y Anthony Perkins.


  • El coloso en llamas (The Towering Inferno, 1974) es una película co-dirigida por John Guillermin e Irwin Allen y protagonizada por Steve McQueen y Paul Newman. Está basada en las novelas The Tower, de Richard Martin Stern, y The Glass Inferno, de Thomas N. Scortia y Frank M. Robinson. La película ganó, entre otros premios, tres Oscar –a la mejor fotografía, al mejor montaje y a la mejor canción–, dos BAFTA –Fred Astaire como Mejor actor secundario y John Williams a Mejor música– y dos Globos de Oro –Fred Astaire, de nuevo como Mejor actor secundario y Susan Flannery como Intérprete promesa–. El rascacielos más alto del mundo acaba de ser construido en San Francisco y se organiza una fiesta con numerosos invitados en la sala de baile, situada en la planta más alta. De repente, un fallo en la instalación eléctrica provoca un incendio y los asistentes a la velada tienen pocas probabilidades de sobrevivir: al estar a una altura tan elevada, a los bomberos les resulta casi imposible controlar el infierno. Pero, el arquitecto del rascacielos (Paul Newman) contacta con el jefe de bomberos (Steve McQueen) y le plantea una solución. Además de la espectacularidad de algunas escenas y el suspense que provoca en el espectador, la película brindó la oportunidad de ver tras un largo paréntesis a nuestra estrella, Fred Astaire o a Jennifer Jones. William Holden hizo también en esta película una de sus últimas apariciones cinematográficas. Con esta película gano un Globo de Oro y un BAFTA como mejor actor de reparto.

Su ultimas apariciones en la gran pantalla fueron: 
  • Los impresionantes Dobermans (The Amazing Dobermans, 1976) de Byron Chudnow. Una comedia familiar.

  • Historia macabra (Ghost Story, 1981). de John Irvin. Película de terror basada en la novela Fantasmas de Peter Straub.

Parejas de baile

Fred Astaire y Ginger Rogers (con quien había realizado diez películas que revolucionaron el género) decidieron seguir cada uno su camino en 1939. Como se ha señalado anteriormente ella quería triunfar como actriz dramática  y él explorar todas las posibilidades del musical. Se volverían a reunir en 1949 para su décima y última aparición en Vuelve a mí (The Barkleys of Broadway) dirigidos por Charles Walters.
Eleanor Powell, la bailarina que más rápido y mejor bailaba “el claqué” fue la primera de sus parejas e interpretó con él La nueva melodía de Broadway.
Paulette Goddar en Al fin solos. Dos estudiantes de trompeta que han tocado juntos durante siete años en la Universidad son rivales tanto en la música como en intentar seducir a su mánager. La película muestra su lucha por triunfar en ambos aspectos de sus vidas.
Rita Hayworth procedía de una familia de bailarines profesionales. Su juventud, belleza y vitalidad brillaron en Desde aquel beso y Bailando nace el amor.


Virgina Dale fue su pareja de baile en Hollidya Inn (1942).
Bailó con Joan Leslie en El límite es el cielo (1943).
A mediados de la década de 1940, Astaire interpretó dos películas junto a Lucille Bremer Ziegfeld Follies y Yolanda y el ladrón, con las que pretendió convertir a la Bremer en una gran estrella. Pero la pareja no funcionó bien como tal.



















En Cielo azul (1946) su pareja fue Joan Caulfield.
En Tres palabritas (1950), compartía los honores con Vera-Ellen, y con la que ganó un Globo de oro como mejor actor - comedia o musical. Volvía a repetir en 1952 en The Belle of New York.


















Ese mismo año tuvo otra nueva pareja Betty Hutton en la película Let's Dance. 
En Desfile de Pascua, Fred Astaire contó con dos parejas de excepción. Ann Miller para los dúos de bailes más clásicos, y Judy Garlan para los burlescos, entre los que destacó A Couple of Swells.
Con Jane Powell en Bodas reales (1951).

La siguiente gran pareja en la carrera de Astaire fue Cyd Charisse, alta, escultural y, al menos cunado bailaba, impresionantemente sexy, Cyd y él formaron una explosiva pareja en Melodías de Broadway 1955 y La bella de Moscú, el remake de Ninotchka de Robert Mamoulian.

Otras dos importantes parejas de Astaire, Leslie Caron en Papá piernas largas, rodada en los primeros años del nuevo y revolucionario sistema Cinemascope. 
Y Audrey Hepburn en Una cara con ángel, había estudiado ambas ballet. Su juventud parecía despertar en él un cierto instinto protector, mientras que Fred les inspiró una calidad y calor especial como bailarinas.
Fred Astaire nunca quiso decir cuál era su pareja favorita. Para eludir los compromisos siempre afirmaba que Gene Kelly.

Epílogo

A Astaire se le reconocen dos innovaciones importantes en las películas musicales, primero, su insistencia en que la cámara (casi estacionaria) filmara una rutina de baile en una única toma, si es posible, mientras mantiene a los bailarines en todo el encuadre durante todo el tiempo - una política que Astaire mantuvo desde La alegre divorciada (1934), hasta que fue invalidado por Francis Ford Coppola - que también despidió a Hermes Pan - cuando dirigía  El valle del arco iris (Finian's Rainbow, 1968). En segundo lugar, fue firme en que todas las canciones y rutinas de baile estuvieran integradas suavemente en el argumento de la película, ayudando así a que la historia avanzase. Habitualmente, una película de Astaire incluía una interpretación individual para Astaire, una rutina de baile de comedia en pareja y una rutina de baile romántico en pareja. Su legado en este punto eran treinta películas de musicales en un período de veinticinco años.
Fred Astaire en la hora final (On the Beach, 1959),
junto a Gregory Peck y Ava Gardner.
Su carrera teatral y cinematográfica en el cine abarcó un total de setenta y seis años, durante los que rodó treinta y una películas musicales.
Balanchine y Nureyev le consideraron el mejor bailarín del siglo XX, y está generalmente reconocido como uno de los bailarines más influyentes en la historia de los musicales de cine y televisión. Fue nombrado la quinta "mejor estrella masculina de todos los tiempos" por el American Film Institute.
No ha habido nadie capaz de hacerle sombra como bailarín; como cantante ha sido el único intérprete de numerosos clásicos de la canción ligera, algunos de los cuales inspiró directamente, y como actor y personalidad fue capaz de encantar a cualquiera. Se puede decir que es verdaderamente irremplazable.
En 1950 recibio el Oscar a la trayectoria profesional y en 1961 el Premio Cecil B. DeMille que entregan los Globos de Oro por el mismo concepto. 
Murió el 22 de junio de 1987 debido a una neumonía. Fue enterrado en el Cementerio Oakwood Memorial Park en Chatsworth (California).

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