Gregory Peck
La
integridad, dignidad y sinceridad de Gregory Peck han sido las bases de su éxito
en el cine, especialmente durante la década de los 50, en la que la amenaza de
un holocausto nuclear proporcionó a Hollywood nuevos temas para sus películas.
Gregory Peck nació en La Jolla, California, en 1916, el 5 de abril,
y
tras acabar sus estudios en el instituto, se matriculó en la Universidad de San
Diego con la idea de complacer a su padre haciéndose cirujano. La abandonó, sin embargo, al poco tiempo,
dándose cuenta de que la medicina no estaba hecha para él. Aproximadamente un año
después ingresó en la Universidad de Berkely, donde descubrió su interés por el
arte dramático. Peck se inició en el mundo del espectáculo durante la Feria Mundial de
Nueva York, en la que actuó por primera vez como actor. Su lanzamiento se
produjo, sin embargo, mientras estaba trabajando en dicha ciudad como guía del
Radio City con una beca de la Neighborhood Playhouse School of the Theater, que
se dedicaba a promover actores y actrices jóvenes.
Gregory Peck comenzó a abrirse camino en giras teatrales
veraniegas. Luego, en 1941, realizó una prueba cinematográfica para David O.
Selznick, quien le comentó a uno de sus cazatalentos que no sabía qué hacer con
Peck, y que creía que la mayoría de los estudios tendrían un problema parecido, pues era tan poco fotogénico como
Abraham Lincoln y parecía carecer de personalidad. Mientras tanto, la conquista
de Broadway no resultaba tan fácil como él creía, por lo que Peck firmó un
contrato con la productora fundada por el guionista Casey Robinson, consciente
de sus limitaciones y deseoso de aprender bien su oficio: “En mi primera
película, Days of Glory (1944), Jacques
Tourneur me enseñó algo que yo no sabía: que, al tener el micrófono tan cerca,
no necesitaba impostar ni proyectar la voz como en el teatro”. Days of Glory, en la que Peck interpretaba
al jefe de un grupo guerrillero ruso, no tuvo demasiado éxito comercial, pero
en las mentes de los espectadores quedó grabada la imagen de un actor alto y
desgarbado, con los rasgos afilados que tanto-agradan a los directores de fotografía.
Resultaba todavía un poco torpe y desmañado, pero era indudablemente un actor.
Incluso en su primera película brillaba ya esa cualidad
que diferencia a los artistas de los simples intérpretes. Durante el período de
Peck como actor de teatro lo había representado la agencia Leland Hayward.
Debido al interés que mostraban por él varios estudios de Hollywood, dicha
agencia firmó contratos con cuatro compañías por un período de seis años,
comprometiéndole a realizar un total de doce películas. Esto le permitió cambiar
continuamente de imagen, sin verse encasillado ni tener que seguir el largo
proceso de fabricación de una estrella propio de los actores contratados. En
rápida sucesión, Peck fue sacerdote, galán de Ingrid Bergman y Greer Garson, un "malo" despreciable pero irresistible; un padre estricto pero cariñoso; cazador
en África; abogado enamorado de su defendida; periodista interesado por el tema
del antisemitismo; pistolero; comandante de una escuadrilla de bombarderos en
tiempos de guerra.
El hidalgo de los mares (Captain Horatio Hornblower, 1951)
fue una película originalmente pensada para Errol Flynn
|
Se convirtió en un actor de los más considerados, que lograba
encarnar como ningún otro al héroe típico de Hemingway, orgulloso pero sin
vanidad, fuerte pero no brutal y apasionado pero no sentimental.
Esta serie de triunfos hizo que David O. Selznick
modificase su opinión sobre él. En 1951 dijo: “Gregory Peck es el actor de
moda, como permitía adivinar lo que ocurrió en las previews de Recuerda
(1945). No conseguimos que el público se quedase callado desde el momento en
que apareció su nombre en la pantalla hasta que, mediante siseos, logramos que
las señoras presentes dejasen de suspirar, de decir “oh” y “ah” y de lanzar
murmullos de admiración.”
Sus papeles serios, como el del periodista que se hacía
pasar por judío en La barrera invisible (Gentleman's Agreement, 1947), que se
muestra escéptico acerca de su misión de investigar el antisemitismo existente
en Estados Unidos por considerar que sus manifestaciones eran demasiado sutiles como para ser comprendidas
por los no judíos, contribuyeron a reforzar su imagen de dignidad e
inteligencia, a lo que también ayudaron los que interpretó bajo las órdenes del
veterano Henry King: el del comandante de Almas
en la hoguera (Twelve O'clock High,
1949) y el de El pistolero (The Punflghter, 1950), un hombre
perseguido por su pasado.
Peck en La barrera invisible (1947) |
A partir de 1950, Peck trabajó siempre como actor free-lance, manteniendo una vida privada
discreta y sin escándalos. Sin embargo, cuando habla sobre su carrera,
demuestra una cierta inseguridad, sobre todo cuando lo hace acerca de alguno de
sus fracasos, afirmando que no se considera un actor “soso”, sino sólo sobrio,
que proyecta siempre sus emociones en las películas en las que interviene. Sin
embargo, no siempre ha acertado en la elección de guiones.
Por ejemplo, en David
y Betsabé (1951), el David interpretado por Peck se convertía en un ser
humano creíble, con los vicios y virtudes propios de los seres humanos, pero el
retrato de Peck superaba con mucho un guión esquemático y torpe.
De modo similar, Decisión
a medianoche (Night People, 1954), centrada en un intercambio
de prisioneros políticos en Berlín, resulta poco convincente debido a su
histérico anticomunismo y al exceso de simplificaciones.
Gregory Peck fue un actor muy metódico, que toma numerosas
notas sobre los guiones y se plantea cuestiones relacionadas con la forma de identificarse
con sus personajes. A partir de su tercera o cuarta película, se acostumbró a
participar en las discusiones con el director, el productor y el cámara y a
formular sugerencias que pudiesen ser útiles. Algunas veces eran aceptadas, y
muy pronto pudo elegir el director, la actriz y el guión de sus películas.
Peck interpretó con sensibilidad al padre del niño que
protege a un ciervo en El despertar (The Yearling, 1946)
|
Sheilah Graham había sido la amante y compañera de Scott
Fitgerald durante los últimos y depresivos
años de la vida del escritor, y se sintió horrorizada ante el retrato hecho por
la Fox de su relación amorosa en Días sin
vida (Beloved Infidel, 1959).
Citó un elevado número de casos en los que la enorme insistencia de Peck en
participar en la producción reflejaba no su interés por la película en sí, sino
por ser en todo momento la gran estrella. Durante el rodaje de Días sin vida, la Graham se encontraba presente
en el momento en que su personaje (encarnado por Deborah Kerr) descubre que Scott
había empezado a beber otra vez. Gregory Peck cambió todo el sentido de la
escena diciendo: “No, yo no lo veo así.
Me limitaré a decir algo agradable y a sonreír.”
Una de sus más logradas interpretaciones y quizás la más recordada fue la del intrincado capitán Ahab en Moby Dick, dirigida por John Huston en 1956.
Una de sus más logradas interpretaciones y quizás la más recordada fue la del intrincado capitán Ahab en Moby Dick, dirigida por John Huston en 1956.
Peck coprodujo Horizontes
de grandeza (The big country,
1958), dirigida por William Wyler. Como ocurría en la mayoría de
estos casos, la aportación de Gregory Peck a la producción no era demasiado
elevada, sino más bien honorífica... Wyler no aceptaba interferencias de nadie.
En un determinado momento hubo que rodar un primer plano, y Peck lo quería
hacer de una forma y Wyler de otra. Tras una prolongada discusión, Peck se puso
en pie y dijo: “Yo soy el productor.” “Una mierda”, replicó Wyler. No volvieron
a hablarse en años.
Peck era un hombre serio y reflexivo, que trabaja
políticamente para el Partido Demócrata y participa en campañas de recaudación
de fondos para diversos fines benéficos. Como anterior presidente de la
Academia de Ciencias y Artes Cinematográficas su logro más espectacular en el
terreno de los derechos civiles se produjo cuando Martin Luther King fue asesinado
cinco días antes de la ceremonia de entrega de los Oscar de 1968. Todos los
asistentes de color se retiraron; y, al día siguiente, Peck decidió posponer la
ceremonia hasta después del funeral, algo que no había ocurrido jamás en toda
la historia de los Oscar. Para ello, convenció previamente a la NBC, a los
patrocinadores y a todos los interesados, haciendo gala de su dignidad y
sinceridad, que son también los factores clave de dos de sus mejores interpretaciones:
La hora final (On the beach, 1960) y Matar a
un ruiseñor (To kill a mockingbird, 1962).
Ava Gardner y Gegory Peck en
La hora final (On the Beach,
1961)
|
En Matar a un
ruiseñor, por la que obtuvo el Oscar, interpretaba a Atticus Finch, abogado
de una pequeña ciudad que defiende a un negro, valeroso y decidido en su actuación profesional, pero lleno de
ternura y amor hacia los niños. La acción de la película está vista a través de
los ojos de una niña, que nos da un retrato nostálgico y humano de un padre
consagrado a la causa de la verdad y la justicia.
Peck,
como Atticus Finch, protege a su cliente encarcelado en Matar a un ruiseñor |
A finales de los 60 y comienzos de los 70, Peck fue
espaciando cada vez más sus apariciones en cine, centrándose en la producción
de la controvertida El juicio de los
nueve de Catonsville (The Trial of the Catonsville Nine, 1972), que abordaba el tema de la guerra de Vietnam,
y de la insulsa The Dove (1974).
“Personalmente no me hubiese gustado seguir haciendo tres
o cuatro películas al año; pero, además, ya no me ofrecen tantas como cuando
tenía, por ejemplo, treinta y cinco años. Eso es algo perfectamente natural y
yo sabía que había de llegar. No lo lamento en absoluto.”
Sin embargo, la carrera de Peck como actor continuó
durante todo este tiempo, conociendo una notable resurrección con su
interpretación del embajador americano en Gran Bretaña en La profecía (The Omen, 1976), papel que ningún otro
actor hubiese podido hacer tan creíble.
Joseph Bottoms y Deborah Raffin en The Dove (1974) |
Lee Remick, Gregory Peck y Harvey Stephens en La profecía |
A continuación encarnó a un doctor nazi en Los niños del Brasil (The Boys from Brazil, 1978), al lado de
Laurence Olivier.
Peck en Los niños del Brazil |
Cuando se le pregunta sobre su gran versatilidad y sobre los personajes tan distintos a los que ha encarnado, Peck responde que la mayoría de ellos no tienen nada que ver con su propia personalidad, citando como ejemplo Duelo al sol (Duel in the Sun, 1946), en la que interpretaba a un canalla, al hijo mimado de un hombre inmensamente rico.
Jenifer Jones y Gregory Peck en Duelo al sol |
Por lo general hacía papeles de héroes asediados por las
dificultades impuestas por circunstancias más allá de su control o por personas
malvadas. Sin embargo, Peck resulta más convincente cuando interpreta a
personajes no demasiado agradables que cuando hace papeles como el del
periodista de Vacaciones en Roma (Román holiday, 1953), enamorado de una
princesa de incógnito, o el del hombre de negocios de El hombre del traje gris (The Man in the Gray Flannel Suit, 1956), cuya moraleja es la
de que el poder y la riqueza no tienen nada de deseables.
Mantuvo un prolongado estatus como estrella de Hollywood de los años cuarenta, cincuenta y sesenta, iniciando su declive artístico en los setenta. Sin embargo, es uno de los pocos mitos clásicos de Hollywood que se había mantenido en activo hasta finales del siglo XX.
Mantuvo una entrañable amistad con la actriz Audrey Hepburn (junto con quien colaboró en tareas humanitarias) y cultivó una imagen de hombre recto e íntegro en su vida pública. En 1942 contrajo matrimonio con Greta Rice, de la que terminó divorciándose en 1955 para contraer segundas nupcias con la periodista francesa Veronique Passani.
Falleció el 12 de junio de 2003 y fue sepultado en el mausoleo de la Catedral de Nuestra Señora de los Ángeles; en Los Angeles de California (U.S.A.). Su panegirico fue leido por Brock Peters.En sus últimos años estuvo muy vinculado a la vida cultural de Los Ángeles, al frente de uno de los programas de la biblioteca de esta ciudad para promocionar la lectura. Peck estuvo al frente de numerosas obras de caridad y movimientos políticos. Presidió la Sociedad Americana del Cáncer, el Instituto Americano del Cine y la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood.
(Cont.)
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