El 10
de febrero de 1951, la escritora francesa Marguerite Yourcenar publica su
novela histórica Memorias de Adriano.
Memorias de Adriano (francés, Mémoires d'Hadrien) es una novela de la
escritora francesa nacida en Bélgica, nacionalizada también norteamericana,
Marguerite Yourcenar, que narra en primera persona la vida y muerte del
emperador Adriano. Escrita entre diciembre de 1948 y diciembre de 1950, en un
principio fue editada por entregas en la revista francesa La Table Ronde. En el número de julio, el 43, se publicó la primera
parte (Animula vagula blandula) en
las páginas 71-84; Varius multiplex
multiformis vio la luz en el nº 44, correspondiente al mes de agosto, y en
las páginas 94-118, y la tercera, Tellus
stabilita, fue publicada el mes siguiente, en el nº 45, y en la páginas
36-59; en todos los casos con la firma M.A. Dada la buena acogida que recibió
la edición por entregas, la novela completa fue publicada también en Francia
bajo el sello de la editorial Plon, y se puso a la venta el 5 de diciembre de
1951.
El
libro tuvo un éxito inmediato, con buenas críticas y excelente acogida por
parte del público, y desde entonces no ha dejado de reeditarse en muchos idiomas,
siendo el título más conocido de su autora. El 17 de mayo de 1952, recibe el
Prémio Fémina Vacaresco, galardón que Marguerite recogerá en junio de ese año
en el Hotel Ritz de París. El éxito se traduce en multitud de ediciones, así
por ejemplo, entre 1951 y 1958, la editorial Plon llegó a tirar 96.500
ejemplares, y bajo el sello Gallimard (editorial francesa que ahora reúne todos
los títulos de la autora), se habían tirado hasta 1989 algo más de 800.000
ejemplares. Entre las muchas traducciones que ha tenido esta obra, merecen la
pena destacarse la versión inglesa, realizada por Grace Frick, compañera de
Yourcenar, y la de Julio Cortázar en español, absolutamente magnífica.
En
la novela, se mencionan unas Memorias que Adriano publicó en vida con el nombre
de su liberto Flegón, hoy perdidas, y que sirvieron de base para dos de las
fuentes clásicas sobre la vida del emperador: el capítulo correspondiente de la
Historia romana de Dión Casio, y la Vita Hadriani, dentro de la Historia Augusta, escrita por Elio Esparciano.
La narración, que comienza con la fórmula: Querido Marco, adopta la manera de una larga epístola dividida en capítulos (Animula Vagula Blandula, Varius Multiplex Multiformis, Tellus Stabilita, Saeculum Aureum, Discilina Augusta y Patientia), y va dirigida a su sucesor, Marco Aurelio, a quien Adriano había adoptado como nieto, al hacerlo adoptar a su vez por su hijo adoptivo y sucesor inmediato, Antonino Pío. En ella, el emperador medita y reflexiona acerca de sus años de reinado, de sus triunfos militares, del amor, de la amistad, de la poesía, de la música, del arte, de los viajes, de la paz, de la pasión por su joven amante Antínoo y del dolor causado por su muerte, todo ello de una manera consistente, pero no exenta de esa "melancolía del mundo antiguo" a la que aludiera Gustave Flaubert. A este respecto, Yourcenar anotó en los Cuadernos de notas a las Memorias de Adriano la conocida frase del escritor francés: "cuando los dioses ya no existían y Cristo no había aparecido aún, hubo un momento único, desde Cicerón a Marco Aurelio, en que solo estuvo el hombre". Como ella misma confesaba: "gran parte de mi vida transcurriría en el intento de definir, después de retratar, a ese hombre solo y al mismo tiempo vinculado con todo."
La narración, que comienza con la fórmula: Querido Marco, adopta la manera de una larga epístola dividida en capítulos (Animula Vagula Blandula, Varius Multiplex Multiformis, Tellus Stabilita, Saeculum Aureum, Discilina Augusta y Patientia), y va dirigida a su sucesor, Marco Aurelio, a quien Adriano había adoptado como nieto, al hacerlo adoptar a su vez por su hijo adoptivo y sucesor inmediato, Antonino Pío. En ella, el emperador medita y reflexiona acerca de sus años de reinado, de sus triunfos militares, del amor, de la amistad, de la poesía, de la música, del arte, de los viajes, de la paz, de la pasión por su joven amante Antínoo y del dolor causado por su muerte, todo ello de una manera consistente, pero no exenta de esa "melancolía del mundo antiguo" a la que aludiera Gustave Flaubert. A este respecto, Yourcenar anotó en los Cuadernos de notas a las Memorias de Adriano la conocida frase del escritor francés: "cuando los dioses ya no existían y Cristo no había aparecido aún, hubo un momento único, desde Cicerón a Marco Aurelio, en que solo estuvo el hombre". Como ella misma confesaba: "gran parte de mi vida transcurriría en el intento de definir, después de retratar, a ese hombre solo y al mismo tiempo vinculado con todo."
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