1868: se estrena el Réquiem alemán (Ein deutsches requiem) de Johannes Brahms.
Réquiem alemán es una composición para soprano, barítono, coro y orquesta de Johannes Brahms. Catalogada como su opus 45, se trata de una meditación sobre la vida y la muerte a partir de textos bíblicos. Se estrenó de forma parcial en la Catedral de Bremen el 10 de abril de 1868, día de viernes santo, y de forma completa en 1869 en la Gewandhaus de Leipzig. Posteriormente, se interpretó por toda Europa y Brahms empezó a ser considerado como un compositor de importancia.
Brahms realizó los primeros esbozos de la obra en 1861 y acometió el trabajo fundamental a partir de 1866, tras la muerte de su madre y de su protector Robert Schumann.
Se trata de un híbrido entre la cantata y el oratorio, donde la sensibilidad está muy próxima a la misericordia, la compasión y el optimismo, lo que la aleja del réquiem en sentido litúrgico, así como de la Misa de difuntos o de una intencionalidad sacra. En este sentido, Brahms se aleja de la tradición católica, y se sitúa en la órbita de las enseñanzas del luteranismo, al seleccionar textos bíblicos que eluden referencias a la vida eterna, al juicio final o a un Dios castigador.
El 1 de diciembre de 1867 se programa en Viena un concierto en memoria de Schubert, ocasión que se aprovecha para la presentación de los tres primeros movimientos de Un réquiem alemán. Se cuenta como anécdota que el encargado de la percusión, supuestamente vendido a Wagner, enemigo de Brahms, reventó la obra a timbalazos extemporáneos. Por esta u otra razón, el anticipo de estreno no tuvo éxito. Auque reamente los las rivalidades entre la escuela de Brahms y la de Wagner se dieron entre los seguidores de cada escuela, no entre el propio Wagner y Brahms. La obra se estrenó completa y definitivamente el día 10 de abril de 1868, día de Viernes Santo, en la catedral de San Pedro de Bremen. Esta vez sí constituyó un éxito grandioso. Se repuso otro Viernes Santo de 1871, también en la catedral de Bremen, como homenaje fúnebre a los caídos en la guerra franco-prusiana dentro de un contexto marcadamente nacionalista.
Tras las tres primeras partes, de tono sombrío y dramático, el nº 4 crea un cierto contraste de serenidad, que se encuentra también en el nº 5, con sus magníficos solos de soprano. Muy complejo en su organización, el nº 6, donde se alternan barítono y coro, termina con una fuga. El nº 7 termina el Réquiem alemán en un clima de beatitud.
Como queda claro en el título, el Réquiem alemán no fue escrito con propósitos exclusivamente litúrgicos, aunque se invoca el nombre de Cristo. Brahms elige la letra con minucioso cuidado partiendo de la Biblia luterana, incluidos los escritos apócrifos.
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