martes, 12 de noviembre de 2013

Biografías de cine; Alain Resnais (I)

Alain Resnais (Vannes, Bretaña francesa, 3 de junio de 1922) es un director, guionista de cine y montador francés; junto a François Truffaut y Jean-Luc Godard, entre otros, fue una de las principales figuras de la Nouvelle vague (Nueva Ola) del cine francés, que revolucionó el concepto del montaje y la fotografía. Reconocido realizador francés y maestro del lenguaje fílmico, es otro innovador de la narrativa cinematográfica tradicional. 
Fascinado por el cine desde pequeño —a los 14 años filmó su primer corto en 8 mm—, Resnais estudió en el Institut Des Hautes Études Cinématographiques (IDHEC) de París. Comenzó su carrera tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, como montador para otros directores, mientras dirigía cortometrajes sobre temas artísticos (surrealismo) y sociales. En 1950 su atrevido corto sobre la vida de Vincent van Gogh (Oscar de Hollywood al mejor documental).
Que formaba parte de una serie de cortometrajes dedicados a temas de pintura, junto a:
Gauguin. Un recorrido por la obra pictórica del artista francés Paul Gauguin.
Guernica. La célebre obra de Picasso es ofrecida en este trabajo de manera fragmentada y convulsa, sometida a dramáticos juegos de iluminación. La narración corre a cargo de la actriz española María Casares y Jacques Pruvost. Contiene asimismo imágenes de archivo sobre el bombardeo nazi de la población vasca que da nombre a la obra, pictórica y cinematográfica.
El uso de la narración en off, anticipaba los recursos que Resnais desarrollaría en sus siguientes obras, entre ellas la también premiada Las estatuas también mueren (Les statues meurent aussi, 1953) correalizada con Chris Marker, un ensayo fílmico sobre la interpretación colonialista de las obras de arte. Cuando los hombres están muertos, entran en la historia. Cuando las estatuas están muertas, entran en el arte. Esta botánica de la muerte, es lo que nosotros llamamos la cultura.” Así comienza este controvertido documental que cuestiona las diferencias entre el arte africano y el arte occidental, pero sobre todo la relación de Occidente con ese arte. Un ensayo sobre la escultura africana permite a Chris Marker y Alain Resnais denunciar el colonialismo francés, el racismo y el declive de un arte que, por culpa de la demanda de los coleccionistas europeos, se convirtió en una artesanía sometida a exigencias comerciales. Premio Jean Vigo: Gran premio de la Academia francesa (Mejor cortometraje).

Volvió a trabajar con Marker en 1955 en un estudio sobre el Holocausto, Noche y niebla (Nuit et brouillard) con texto de Jean Cayrol, quien había estado prisionero en un campo de concentración durante la guerra. Doce años después de la Liberación y del descubrimiento de los campos de concentración nazis, Alain Resnais entra en el desierto y siniestro campo de Auschwitz. Lentos travellings en color sobre la arquitectura despoblada, donde la hierba crece de nuevo, alternan con imágenes de archivo (en blanco y negro, rodadas en 1944) que reconstruyen la inimaginable tragedia que sufrieron los prisioneros así como las causas y las consecuencias de esa tragedia: desde el advenimiento del nazismo y la deportación de los judíos hasta el juicio de Nuremberg. El documental, de estética mesurada, no se concentra en el horror visceral de la guerra y el exterminio, como haría luego Shoah (1985), sino que explora, mediante el montaje de material de archivo, los medios que el régimen desarrolló para hacer invisible esta experiencia; la niebla del título alude tanto al sigilo con que tenían lugar las deportaciones a los campos como al voluntario velo que el pueblo alemán echó sobre la degradación a la que sus vecinos y compañeros fueron sometidos. El film es una verdadera joya pero, en su momento, pasó bastante desapercibido en los festivales en los que se presentó. Premio Jean Vigo: Gran premio de la Academia francesa.

También rodó un documental sobre la Biblioteca Nacional, Toda la memoria del mundo (Toute la mémoire du monde, 1956). En ventiún minutos Resnais analiza la Biblioteca Nacional Francesa. Con una cámara hiperactiva va describiendo el espacio con gran destreza.
En 1958 rodó El canto del estireno (Le chant du Styrène), una visita a las fábricas Péchiney, en la que le sirvió de guía el novelista Raymond Queneau.Resnais analiza en este cortometraje documental el proceso de fabricación de algo tan simple como utilísimo: los objetos de plástico.
Antes de dirigir su primer largometraje, Resnais también había adquirido experiencia en el cine como montador para directores como Paul Paviot, Agnès Varda, François Reichenbach, François Truffaut, Jacques Doniol-Valcroze, William Klein y Nicole Védrés. 
La pareja de temas que habían ya motivado sus obras documentales —la guerra y la memoria— formaron también la base de su primer largometraje, Hiroshima, mon amour (1959), sobre guion de Marguerite Duras. Después de rodar una película en Hiroshima, una joven actriz francesa pasa su última noche en un hotel, en compañía de un japonés. Son dos desconocidos, pero lo que podría ser la fugaz aventura de una noche se convierte en un intenso idilio que hace que ella rememore un amor imposible vivido en Nevers (Francia) unos años antes. La relación amorosa se convierte entonces en un proceso introspectivo a través del cual la mujer reconstruye su pasado y revela sus sentimientos más íntimos a su compañero. En ésta obra, Resnais retoma el diseño no lineal de una obra de juventud, Ouvert pour cause d'inventaire; los hechos no se narran según el orden convencional de la cronología, sino que se evocan a través de los sucesivos recuerdos que dos sobrevivientes de la guerra van reviviendo gracias a un affaire sentimental. A la noción ya establecida de que la huella del pasado traumático es la que conforma el presente de los protagonistas, el montaje suma la sugerencia de que el pasado irrecuperable se modifica también por las experiencias posteriores, y asimila la fragilidad de la memoria a la de las víctimas del bombardeo de Hiroshima, cuya imagen se reitera a lo largo de la película. La técnica de montaje empleada para los flashbacks, usando breves planos que cortan el ritmo narrativo, se ha convertido en parte del repertorio estándar del lenguaje cinematográfico. Festival de Cannes: Nominada a la Palma de Oro (mejor película). Nominada al Oscar: Mejor guión original. Círculo de Críticos de Nueva York: Mejor película extranjera

El premio de la crítica obtenido para Hiroshima, mon amour —empatada con Los 400 golpes, de Truffaut— marcó el comienzo de la época dorada de la Nouvelle Vague, que acapararía la escena internacional en los años siguientes junto al free cinema británico, que irrumpe también por entonces (Sábado noche, domingo mañana, El ingenuo salvaje, La soledad del corredor de fondo, El animador, Mirando hacia atrás con ira...). El impacto del film contagia al público, que se sentirá fascinado por la narrativa y estética de la historia, en apariencia sencilla y desnuda, de este joven director.
Dos años más tarde, Resnais obtuvo un nuevo éxito con El año pasado en Marienbad (L'année derniére à Marienbad, 1961), para la que Alain Robbe-Grillet adaptó libérrimamente la novela de ciencia ficción La invención de Morel del argentino Adolfo Bioy Casares. En un barroco hotel, un extraño, X, intenta persuadir a una mujer casada, A, de que abandone a su marido, M, y se fugue con él. Se basa en una promesa que ella le hizo cuando se conocieron el año anterior, en Marienbad, pero la mujer parece no recordar aquel encuentro. En la narrativa experimental de la película, los decorados, los nombres y la condición de los personajes cambian siguiendo las variaciones de la memoria de dos amantes —sensacional Delphine Seyrig— identificados sólo por sus iniciales; la ambigüedad permea los ambientes, cuyas funciones son imprecisas pese a la suntuosidad del mobiliario, y la identidad y la historia de sus protagonistas, que parecen no poder ponerse de acuerdo acerca de si se conocían de antemano o aún de qué año es éste. La obra granjeó un prestigio duradero para Resnais, y es hoy un film de culto entre los cinéfilos a la par que una de las obras maestras del cine francés de los 60, pero también suscitó críticas por lo críptico de la trama y el rigor, juzgado pretencioso, con que se resistió a las fórmulas convencionales de la narrativa fílmica. Festival de Venecia: León de Oro. Nominada al Oscar: Mejor guión original.
A lo largo de la década siguiente, el ritmo de producción de Resnais no disminuiría. En 1963, con Muriel —escrita por Jean Cayrol—, retomó los temas de sus películas anteriores pero alterando radicalmente el estilo fílmico. La confusión de los personajes —una mujer Helene obsesionada con su primer amor, Alphonse, al que reencuentra sin casi reconocer, y que están separados por la barrera infranqueable del pasado, que Alphonse se reinventa para sobrevivir; su hijastro, Bernanrd, atormentado por una experiencia de tortura durante la guerra de Argelia, que utiliza una amante, Muriel, para olvidar sus propios problemas— se refleja en sus constantes errores e incoherencias, pero también en un montaje frenético y abrupto. La película fue incomprendida por un público que salía confuso de las salas, y una parte de la crítica la consideró un paso atrás en la carrera del cineasta, pero vista ahora resulta una de sus mejores obras. Festival de Venecia: Mejor Actriz (Delphine Seyrig).
En 1966 produjo el que engañosamente se considera su trabajo más asequible, La guerra ha terminado (La guerre est finie), que relata las vacilaciones ideológicas de un militante antifranquista y el progresivo cansancio (más bien vacío existencial) que pesa sobre su, sin embargo, impecable actividad en la resistencia. Empleando las técnicas de montaje no lineal por las que ya era famoso, y con guion de Jorge Semprún, que por entonces formaba parte del Comité Central del Partido Comunista de España, la obra tiene sin embargo un cariz más realista que las anteriores, y un ritmo de thriller al que había sido ajeno hasta ese momento; con ella volvió a obtener numerosos galardones críticos, y uno de sus mayores triunfos comerciales, en parte por la presencia en el reparto del famoso actor y cantante Yves Montand junto a una de las musas de Ingmar Bergman (Ingrid Thulin). Nominada al Oscar: Mejor guión original. 1967: Círculo de Críticos de Nueva York: Mejor película extranjera.
1967 fue un año intenso, en el que además de un largometraje propio que presentaría al año siguiente Resnais se involucró en la producción de Lejos de Vietnam (Loin du Vietnam), un documental colaborativo sobre la guerra de Vietnam gestado por su antiguo colaborador Chris Marker, en el que participaron también Godard, Claude Lelouch, Agnès Varda, William Klein y Joris Ivens. Producido íntegramente por la Société pour le Lancement des Œuvres Nouvelles (SLON), que Marker creó a ese efecto, el documental marcaría tendencias que la insurrección estudiantil del año siguiente llevaría a la fama.
En 1968 Resnais sufrirá un fracaso de crítica y público con Te quiero, te quiero AKA Te amo, te amo (Je t'aime, je t'aime), que se basaba en un guion original de Jacques Sternberg. Se trataba de una historia de amor futurista, de desiguales resultados pero con méritos artísticos nada despreciables y el sello de su director. Una nueva exploración poética de Resnais sobre la memoria, sobre el presente y el pasado, sobre la conciencia y el subconsciente.
Tras el fracaso de Te quiero, te quiero, esperará hasta 1973 para rodar una película, Stavisky, sobre la vida de un conocido estafador (Alexandre Stavisky), para la que volvió a contar con Jorge Semprún como guionista. Pese a no carecer de interés, y a contar con un actor taquillero como Jean-Paul Belmondo, no obtuvo demasiada repercusión quizá por ser una rara avis dentro de la filmografía del reputado director. Francia, 1933. Serge Stavisky es un hombre encantador, seductor, jugador de cartas y traficante internacional. Conocido como El Bello Sacha ha construido un imperio a base de mentiras, empresas ficticias, fraudes, cambios de identidad y poder de convicción, implicando en sus estafas a altas personalidades políticas y financieras del país. Y ahora está a punto de provocar la quiebra del Estado por haber falsificado bonos del Crédito Municipal de Bayona. Festival de Cannes: Mejor actor (Charles Boyer). Círculo de críticos de Nueva York: Mejor actor de reparto (Charles Boyer).
Ese mismo año colabora con Jacques Doillon y Jean Rouch en el rodaje de El año 01 (L'an 01). Francia se para. Todo el mundo deja de trabajar y cada uno reflexiona. Se trata de construir una nueva sociedad basada en otros valores y estructurada de un modo diferente. Pero, ¿es posible?
En 1977 rueda, esta vez en inglés, Providence, basada en relatos de Howard Phillips Lovecraft. Recluido en su habitación, Clive, un escritor enfermo y malhumorado, hace y deshace una historia cambiando situaciones y personajes a su antojo, mientras bebe sin parar en una inacabable noche. Claud es un tiránico y justiciero fiscal de la alta burguesía. Sonia, una mujer insatisfecha, se siente incapaz de dejar a su marido. Kevin es un soldado iluminado que lucha por el derecho a la eutanasia. Elena es una amante ajada que sabe que va morir. En ella plantea el tema de la memoria, la subjetividad y el olvido. Cuenta ccon un elenco internacional de actores entre los que destacan Dirk Bogarde, John Gielgud, Ellen Burstyn y Elaine Stricht. El guion fue de David Mercer y, con una alinealidad llevada al máximo, el film bordea el género surrealista en algunos momentos. Su película obtiene siete premios César, entre ellos el de mejor película y la Espiga de Oro de la Seminci de Valladolid, convirtiéndose en uno de los títulos más emblemáticos del cine de arte y ensayo de la década.Premios César: 7 Premios incluyendo Mejor película y Director. 8 Nominaciones. Seminci: Espiga de Oro: Mejor película. Círculo de críticos de Nueva York: Mejor Actor (John Gielgud).
(cont.)

No hay comentarios:

Publicar un comentario