El 9 de noviembre de 1940, en Barcelona (España) se estrena el Concierto de Aranjuez de Joaquín Rodrigo.
Escrito a principios de 1939 en París, lejos del ambiente tenso de España por las últimas etapas de la Guerra Civil y cerca de la agitación europea antes de la Segunda Guerra Mundial. Se trata de la primera obra escrita por Rodrigo para guitarra y orquesta.
La orquestación es única: rara vez el sonido de la guitarra se
confronta a toda una orquesta. Sin embargo, la guitarra nunca queda
diluida, sino que el solo del instrumento destaca en todo momento. Su
estreno mundial se produjo el 9 de noviembre de 1940, en el Palacio de la Música Catalana de Barcelona,
con un programa incluyendo obras de Dvorák, J. Rodrigo, J. S. Bach,
Sors, J. Tárrega y A. Cassella. El solista fue el guitarrista Regino Sáinz de la Maza, acompañado por la Orquesta Filarmónica de Barcelona dirigida por César Mendoza Lasalle, siendo el primer concierto para guitarra y orquesta de la historia de la música. La obra no se estrenaría en Madrid hasta el 12 de febrero de 1941 en el Teatro Español de Madrid bajo la dirección de Jesús Arámbarri, con guitarra solista de Regino Sainz de la Maza. Posteriormente se editaría por la Literaria Sociedad General de Autores de España en 1949.
Este concierto está dividido en tres movimientos, Allegro con spirito, Adagio y Allegro gentile.
Este concierto está dividido en tres movimientos, Allegro con spirito, Adagio y Allegro gentile.
El segundo movimiento, el más conocido de los tres, es marcado por su paso lento y melodía reservada, introducidos por el corno inglés,
con un acompañamiento suave de la guitarra y las secuencias. Una
sensación del pesar reservado impregna la pieza. La ornamentación se
agrega gradualmente a la melodía en el principio. Un trill del
apagado-tónico en la guitarra crea las primeras semillas de la tensión
en el pedazo; crecen y se arraigan, pero relajan de nuevo periódicamente
a la melodía. Eventual comienzo culminante de una acumulación. Esto se
rompe nuevamente dentro de la melodía principal, appassionato del molto, expresado por las secuencias con el acompañamiento de los instrumentos de viento-madera. La pieza finalmente resuelve a un arpegio tranquilo de la guitarra, aunque son las secuencias en el fondo más bien que la nota final de la guitarra la que la resuelven.
Fue escrito como reflejo de los jardines del Palacio Real de Aranjuez, la residencia primaveral del rey Felipe II en la segunda mitad del siglo XVI, y posteriormente reconstruido a mediados del siglo XVIII por Fernando VI.
La obra intenta transportar al oyente a los sonidos de la naturaleza de
otro lugar y otro tiempo. Este concierto, revela las notable influencia
que tuvo el Al-Ándalus
en la cultura y arte españolas, las notas melancólicas del primer y
segundo movimientos hacen parecer, según algunos escritores y poetas, la
última vez en la que Boabdil vio a su amada Alhambra antes de irse a Marruecos. Otros autores hacen referencia a las tristes y hermosas notas como recordatorio a los trágicos sucesos de la Guerra Civil Española.
Según el compositor, el 1º movimiento está «animado por un espíritu rítmico y un vigor sin ninguno de los dos temas... interrumpiendo su implacable ritmo». El 2º movimiento «representa un diálogo entre la guitarra y los instrumentos de solo» (corno inglés, fagot, oboe, trompa), mientras que el último movimiento «recuerda un baile formal en el que la combinación de un ritmo doble y triple mantiene un tempo tenso próximo a la barra próxima». Él describe el concierto como la captura de «la fragancia de magnolias, el canto de los pájaros y el chorro de las fuentes» de los jardines de Aranjuez.
Por lo que contó su autor, el origen de la obra fue el siguiente: Él y
su mujer (Victoria) tuvieron su luna de miel en Aranjuez, de ahí el
nombre del concierto. Un tiempo después se fueron a Alemania. Allí
esperaban tener a su primer hijo. El niño nació muerto y su mujer estuvo
a punto de morir. En el segundo movimiento Joaquín cuestiona a Dios por
la muerte de su hijo y pide que su mujer se mantenga viva. Esto se
expresa mediante el pulso de la guitarra (al comienzo del segundo
movimiento), que representa un corazón latiendo. El movimiento tiene
pena, rabia y desesperanza. Al final en el clímax de la guitarra y
orquesta el autor "oye a Dios" y por fin se produce la aceptación del
hecho y la paz del autor.
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