El 21 de diciembre de 1943 se estrenó Eloísa está debajo de un almendro, dirigida por Rafael Gil protagonizada por Amparo Rivelles, Rafael Durán, Guadalupe Muñoz Sampedro, Juan Espantaleón, Alberto Romea, Juan calvo, Joaquín Roa, Ana de Siria, Angelita Navalón, Nicolas D. Perichot, Enrique Herreros, Mary Delgado, Manuel Arbó, Eduardo García Maroto. Producción y distribución: Compañía Industrial Film Español S.A. (CIFESA).
Sinopsis argumental: Fernando regresa a su casa natal después de años estudiando en Bruselas para encontrarse con una extraña nota de suicido escrita por su padre diez años antes. Esta le lleva a descubrir el retrato de una mujer supuestamente asesinada en la casa y una misteriosa caja de música. La casualidad le conduce ante la casa de la excéntrica familia Briones y ante Mariana, una joven que es viva imagen del retrato y poseedora de una caja idéntica a la descubierta por el joven.
Comentario:Cuarto largometraje de Rafel Gil sobre un total de más de 80, adapta la obra de teatro del mismo título, estrenada en 1940, de Enrique Jardiel Pincela.
La acción dramática tiene lugar en un lugar no determinado (no muy alejado de Madrid) a lo largo de un tiempo indeterminado (de varias semanas o meses) de 1943.
La película suma comedia, comedia negra, misterio, terror e intriga. Lo dirige un joven Rafael Gil, de 30 años recién cumplidos, en el inicio de una larga y prolífica carrera, en la que combina los oficios de guionista, productor, realizador y crítico. Aficionado al cine con pasión, conoce y admira el cine americano y europeo de su época. Distribuye sus preferencias entre Murnau, Chaplin, Keaton, Ford, Hawks, Borzage, Vidor y Capra. Su interés por Capra queda acreditado en el film que comentamos. En su trabajo posterior (El clavo, 1944), deja constancia de su admiración por Hitchcock, Borzage y McCarey. Cuenta en éste y en otros films con la colaboración eficaz como ayudante de dirección de José Antonio Nieves Conde.
El film construye un humor nuevo en el país, dejando de lado el de los sainetes de siempre, de los que explícitamente se aleja. Evita el tipismo, los estereotipos castizos, las referencias definidas de las circunstancias de tiempo y lugar, etc. De la mano de Jardiel Poncela, que escribe los diálogos, da forma a una obra de humor surrealista, absurdo e inverosímil, que se apoya en personajes extravagantes y en situaciones alocadas. Incluye papeles destinados sólo a la creación de comicidad, como Práxedes (Novalón). El resultado es una comedia disparatada, entretenida y de evasión, fresca y gratificante.
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