El 10 de enero de 1975 se estrenó Saló, o los 120 días de Sodoma (Salò o le 120 giornate di Sodoma), dirigida por Pier Paolo Passolini. Protagonizada por Paolo Bonacelli, Giorgio Cataldi, Umberto Paolo Quintavalle, Aldo Valletti, Caterina Boratto, Elsa De Giorgi, Sonia Saviange. Productora: Coproducción Italia-Francia.
Sinopsis argumental: La acción tiene lugar en una mansión de la República Social Italiana (R. de Salò), que presdió Mussolini, pero gobernó (1944) el ejército alemán. Narra la historia de 4 libertinos, fascistas, cultos, depravados y poderosos (duque, obispo, juez y banquero), que encarnan el poder absoluto. Consta de 4 partes: anteinfierno y 3 círculos, con un epílogo. En la villa se reúnen los 4 libertinos, 4 cortesanas expertas, 9 muchachas, 9 muchachos, 4 hijas de los libertinos, 4 guardias, 4 colaboradores, 4 mujeres de faenas y 1 sirvienta de color. Los chicos y chicas han sido seleccionados entre los detenidos por ser partisanos o hijos de partisanos. La reiteración del 4 está tomada de los códigos de Sade. Se incluyen referencias a Nietzsche, como "Dios ha muerto" y la figura de superhombres que asumen los libertinos.
Comentario: La orgía de degradación que tiene lugar en la villa alcanza a víctimas, verdugos y cómplices, en un proceso envolvente de desesperanza. Más que una alegoría del fascismo, parece una evocación del futuro del mundo libre. La liberación sexual de los 60 constituía para Pasolini una experiencia que había convertido el cuerpo humano en una mercancía de consumo. La prosperidad de las Posguerra había generado una sociedad acomodada, poseída por un consumismo que hacía a los seres humanos más dependientes que nunca de los caprichos del poder real, que se movía con impunidad, imponiendo oleadas sucesivas de mayor explotación, ante la pasividad de los ciudadanos. Los abusos que sufren las víctimas de la villa, posiblemente, son una visualización del infierno de sometimiento y degradación al que está abocado, sin remedio, el mundo de las libertades del tercer tercio del XX. En todo caso, los errores visionarios de Pasolini no fueron mayores que los de Orwell.
La música original, de Morricone, es interpretada al piano en tiempos de transición y sin efectos dramáticos. Reproduce algunos temas de películas anteriores. Se añaden fragmentos de Carmina Burana, de Carl Orff. La fotografía muestra ambientes lúgubres e inquietantes, paredes desnudas y usa una paleta de colores ocuros. La cámara juega con el espectador aproximando y alejando de su visión los motivos que desea ver más de cerca y mejor. El guión satura los sentidos con una sucesión de imágenes perturbadoras e involucra al espectador en una trama de la que le hace sentir cómplice. Provoca su imaginación, que es más aterradora que la visión franca. La interpretación traspira sinceridad y verismo. La dirección crea una obra brutal, desasosegante, que suscita espanto.
Film abrasador, que sitúa al espectador en el mismo lugar y tras los mismos anteojos de los verdugos. Pocas veces el cine había alcanzado un nivel de horror y terror tan demoledor-
Última película de Pasolini (el controvertido realizador italiano fue asesinado antes del estreno de esta obra), basada en la obra del Marqués de Sade pero ambientada en la Italia fascista de Mussolini de 1944. Debido a su contenido erótico y moral, el polémico film tuvo su estreno prohibido en multitud de países.
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