El reino perdido
Ediciones B
Barcelona
2013
522 págs.
El reino perdido, de Michael Peinkofer, autor de obras como Trece runas o La maldición de Thot, es una novela de narrativa histórica sobre la leyenda del Preste Juan y su reino. La historia de la búsqueda de un reino mítico cristiano que aparece en escritos del siglo XII, un paraíso perdido regido por uno de los descendientes de los Reyes Magos. El reino perdido es un texto caracterizado por la acción trepidante, ritmo constante, capítulos breves, con gran variedad de personajes, y a la vez minucioso y rigurosamente documentado. Una obra que aúna historia más intriga. Peinkofer se consolida como uno de los referentes actuales entre los jóvenes autores europeos de novela histórica. Con diversos seudónimos ha escrito numerosas novelas de varios géneros.
Más allá de Oriente existe una tierra poderosa: el reino del presbítero Juan, rey de los sacerdotes, que corresponde a la cultura popular medieval y aparece en numerososo textos y canciones de ese período. Se decía que todo aquel que iba en busca de este reino cristiano no regresaba. Cuando los cruzados temen que Jerusalén caiga en manos de las tropas de Saladino, envían a un monje y su aprendiz con la misión de hallar ese lugar legendario. Casandra, una joven que tiene visiones, es la única que puede indicarles el camino. Novela que aborda uno de los misterios más complejos de la Edad Media, que sigue sin resolverse: el reino del Preste Juan -el legendario sacerdote y rey-, que se cree repleto de riqueza y magia. Son muchos los mapas de la Edad Media, y, sin embargo, parece que nunca existió.
"Corriendo para salvar la vida, la niña esforzó su frágil cuerpo al máximo… y de pronto alcanzó el camino hondo que conducía a la aldea. Quizá, con un poco de suerte… La niña cerró los ojos y siguió corriendo a toda prisa a través de la nieve helada, sin prestar atención a las huellas ensangrentadas dejadas por sus pies lastimados. La bestia aún debía de estar persiguiéndola… pero ¿por qué ya no la oía? Echó un rápido vistazo por encima del hombro… ¡el lobo había desaparecido! Incapaz de sentir alivio o de sorprenderse, la niña recorrió el camino hasta el final, desde donde ya se divisaban las casas de la aldea… pero la imagen que apareció ante ella era tan inesperada y aterradora que quedó paralizada."
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