El 7 de febrero de 1945 se estrenó Concierto macabro (Hangover Square), película dirigida por John Brahm y protagonizada por Laird Cregar, Linda Darnell, George Sanders, Glenn Langan, Faye Marlowe. Producción y distribución: 20th Century-Fox.
Sinopsis argumental: En el Londres de 1903, el compositor George Harvey Bone (Laird Cregar, en su película póstuma) padece una aguda amnesia durante la cual asesina a un viejo usurero (Francis Ford), luego de lo cual vuelve a la normalidad. Preocupado, comenta el desvanecimiento del que fue víctima a su amiga (Faye Marlowe), hija de su mecenas (Alan Napier). La joven le sugiere acudir a un experimentado científico de Scotland Yard (George Sanders), quien se encarga de la investigación, concluyendo (erróneamente) que George no tuvo nada que ver con el crimen del prestamista. Poco después, George se vincula con Netta (Linda Darnell), una inescrupulosa cantante popular que atrae a George pero en verdad lo utiliza para su provecho, haciéndole escribir melodías para sus canciones. Pero George vuelve a sufrir un ataque de amnesia, y esta vez su próxima víctima será Netta... ¿Podrá el detective relacionar la pista del "nudo de rufián" y descubrir todo antes que sea demasiado tarde? ¿Podrá George tocar el notable "Concerto Macabro" antes que la Ley le ponga la mano encima?
Tiene cierto parecido con Doctor Jekyll y Mister Hyde.
Comentario: Sin duda, este es uno de los mejores ejemplos del terror victoriano que estudios como la Metro Goldwin Mayer (MGM) o, en este caso), Fox cultivaron durante los años 1940, en oposición al terror gótico de la Universal y el psicológico de la RKO. La película sufre algunos altibajos importantes que se ven, tal vez, compensados por ciertas cimas memorables. Por empezar, señalemos la insatisfactoria confección de la trama. Inspirada en la novela Hangover Square or the Man with Two Minds de Patrick Hamilton (ambientada en Londres de 1941), las suculentas cuestiones socio-políticas planteadas en el papel, quedaron fuera de la película, inexplicablemente llevada a la época victoriana, acentuando en cambio, el carácter caprichoso de Netta a un punto casi insostenible para la lógica de su personaje. Los personajes de George Sanders y Faye Marlowe también terminan desdibujados y no precisamente por falta de ductilidad por parte de los intérpretes. Incluso los hechos e incidentes, a veces, están insertados en la trama de manera insatisfactoria y desprolija. Para contrapesar con estas dificultades narrativas, el director John Brahm ofrece una sofisticada batería técnica, haciendo uso intensivo de la grúa al punto que el plano-secuencia inicial es verdaderamente adelantado a su época y prefigura la famosa Sed de Mal (Touch of Evil, 1958), dirigida por Orson Welles. Mención aparte merece el tratamiento audiovisual de la metamorfosis del protagonista, revelando cuestiones que más adelante utilizaría el propio Hitchcock, incluso el protagonismo de la mencionada pieza musical de Bernard Herrmann en el desenlace del filme.
Tiene cierto parecido con Doctor Jekyll y Mister Hyde.
Comentario: Sin duda, este es uno de los mejores ejemplos del terror victoriano que estudios como la Metro Goldwin Mayer (MGM) o, en este caso), Fox cultivaron durante los años 1940, en oposición al terror gótico de la Universal y el psicológico de la RKO. La película sufre algunos altibajos importantes que se ven, tal vez, compensados por ciertas cimas memorables. Por empezar, señalemos la insatisfactoria confección de la trama. Inspirada en la novela Hangover Square or the Man with Two Minds de Patrick Hamilton (ambientada en Londres de 1941), las suculentas cuestiones socio-políticas planteadas en el papel, quedaron fuera de la película, inexplicablemente llevada a la época victoriana, acentuando en cambio, el carácter caprichoso de Netta a un punto casi insostenible para la lógica de su personaje. Los personajes de George Sanders y Faye Marlowe también terminan desdibujados y no precisamente por falta de ductilidad por parte de los intérpretes. Incluso los hechos e incidentes, a veces, están insertados en la trama de manera insatisfactoria y desprolija. Para contrapesar con estas dificultades narrativas, el director John Brahm ofrece una sofisticada batería técnica, haciendo uso intensivo de la grúa al punto que el plano-secuencia inicial es verdaderamente adelantado a su época y prefigura la famosa Sed de Mal (Touch of Evil, 1958), dirigida por Orson Welles. Mención aparte merece el tratamiento audiovisual de la metamorfosis del protagonista, revelando cuestiones que más adelante utilizaría el propio Hitchcock, incluso el protagonismo de la mencionada pieza musical de Bernard Herrmann en el desenlace del filme.
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