El 27 de febrero de 1970 se estrenó la película francesa
El carnicero (Le boucher),
dirigida por Claude Chabrol.
Protagonizada por Jean Yanne, Stéphane Audran,
Antonio Passalia,
William Guérault,
Roger Rudel,
Mario Beccario,
Pasquale Ferone.
Productora: Coproducción Francia-Italia; Les Films à
Boétier/Euro International.
Sinopsis argumental: En un pequeño pueblo francés, durante la celebración de una boda, la maestra Helene y el carnicero Popaul entablan conversación. Ella, a pesar de su juventud y belleza, vive como una monja en el segundo piso de la escuela. Él es un hombre muy gentil que sufre terribles pesadillas provocadas por recuerdos de la guerra. Cuando empieza a surgir una relación sentimental entre ellos, dos mujeres aparecen brutalmente apuñaladas en el bosque.
Sinopsis argumental: En un pequeño pueblo francés, durante la celebración de una boda, la maestra Helene y el carnicero Popaul entablan conversación. Ella, a pesar de su juventud y belleza, vive como una monja en el segundo piso de la escuela. Él es un hombre muy gentil que sufre terribles pesadillas provocadas por recuerdos de la guerra. Cuando empieza a surgir una relación sentimental entre ellos, dos mujeres aparecen brutalmente apuñaladas en el bosque.
Comentario:La película se basa en un argumento exquisitamente sencillo y conciso. El autor explora, sobre todo, la personalidad de los dos protagonistas. Popaul es un veterano de guerra con 15 años de servicio en el ejército colonial, resentido contra el padre, trabaja a disgusto en una canicería, lleva una vida solitaria y sin relaciones íntimas. Helena tuvo un desengaño amoroso 10 años atrás, teme al amor, vive sola y se relaciona bien con los alumnos y los habitantes del lugar. Él no tiene estudios y es una persona retorcida y atormentada. Ella es aficionada a la lectura y a la pintura, ha asumido su soltería, que compensa con el afecto que da a sus alumnos y recibe de ellos. Las relaciones entre Helena y Popaul se estancan pronto por las barreras que pone ella. La falta de correspondencia a la oferta de amor provoca en Popaul una fuerte crisis interior. La película ofrece, también, una entrañable descripción de los personajes del lugar y sus vivencias, que reflejan la tranquilidad y la belleza de una campiña fértil. El autor no olvida sus toques personales: exalta la gastronomía y los tipos populares, le fascina la estupidez y la locura, desprecia el yoga. Incluye elementos simbólicos, como la cueva (primitivismo de las tensiones interiores de los dos protagonistas) y el parpadeo del chivato luminoso del ascensor (el latido del corazón).
La música acompaña las escenas de baile con melodías vibrantes, anticipa las escenas trágicas, describe la sospecha, el temor y la angustia y complementa las imágenes de la cueva imitando el sonido de las estalactitas y estalagmitas. La fotografía mueve la cámara en travellings y zooms brillantes, usa enfoques en picado y oblícuos muy atractivos y crea una narración visual de extraordinaria belleza. El guión destaca por su lenguaje conciso y sencillo, elaborado con pasión por la palabra y su fuerza estética. La intepretación de los protagonistas es soberbia y las intervenciones de los habitantes del lugar, incluidos los menores, destilan naturalidad y espontaneidad. La dirección trabaja con su equipo técnico habitual y un equipo artístico muy allegado. De ellos extrae una obra intensa, que emociona y eleva el espíritu.
Una de las tres mejores obras del autor.
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