El 5 de febrero de 1956 se estrenó La invasión de los ladrones de cuerpo (Invasion of the Body Snatchers), dirigida por Don Siegel. Protagonizada por Kevin McCarthy, Dana Wynter, Larry Gates, Carolyn Jones, King Donovan, Virginia Christine, Tom Fadden, Guy Way, Richard Deacon, Sam Peckinpah. Producción: Walter Wanger. Distribución: Allied Artists.
Argumento: Los Angeles. Un hombre joven está intentando convencer frenéticamente a las autoridades de que se está produciendo en la pequeña comunidad de Santa Mira, la invasión de una fuerza extraña, en forma de vainas.
En flashback vemos como el hombre en cuestión, un médico llamado Miles Bennell, descubre una curiosa epidemia que parece transformar a las personas en "irreales". Miles inicia una relación amorosa con una bella divorciada, Becky.
Y, sus temores se ven justificados cuando un amigo, Jack, les muestra un doble a medio formar que acaba de descubrir.
A lo largo de esa misma noche, la vaina de Jack cobra vida. Jack y su esposa, Theodora, se apresuran a contárselo a Miles. Preocupado por la vida de Becky, Miles corre hasta su casa y descubre una vaina oculta en el sótano. Encuentra a la auténtica Becky en un estado de sueño parecido al coma y se la lleva a lugar seguro.
La noche siguiente, durante una barbacoa en casa de Jack y Theodora, Miles entra en el invernadero y descubre cuatro vainas a punto de abrirse con reproducciones de él mismo, Becky, Theodora y Jack.
Miles y Becky intentan huir en coche, y descubre que los habitantes de Santa Mira están viéndose reemplazados por esos extraños seres.
Muy pronto, Miles y Becky son los únicos indemnes. Cansados, intentan escapar a campo a través. Tras dejarse vencer por el sueño, Becky se ve convertida también en un ser sin alma como los demás. Perseguido por los alienígenas, Miles continúan corriendo hasta llegar a la autopista.
Termina el flashback. Las autoridades parecen no creer la fantástica historia.
Comentario: En 1956 se produjo el estreno de Los diez mandamientos (The Ten Commandments), de Cecil B. DeMille; La vuelta la mundo en 80 días (Around the World in Eighty Days) de Michael Anderson, y Guerra y Paz (War and Peace), de King Vidor, tres superproducciones con grandes medios y espectaculares repartos. La televisión y el cine estaban luchando por conquistar al público, por su dinero y puede que por sus mentes...
Hacía solo dos años que habían acabado las persecuciones y la caza de brujas de McCarthy y, aunque habían quedado atrás las humillaciones que tantas carreras habían arruinado, en la memoria persistía su amargo recuerdo. Ninguna película refleja mejor esta atmósfera que La invasión de los ladrones de cuerpo de Don Siegel, en blanco y negro, de sólo ochenta minutos de duración y rodada con un escaso presupuesto y sin grandes estrellas.
En sus planteamientos se trata de una clásica historia de ciencia-ficción, en la que poderes extraños se apoderan de los cuerpos y las mentes de los habitantes de una pequeña población, convirtiéndolos en seres pasivos, obedientes y faltos de emociones. Cómo es lógico, existe una excepción, el protagonista, que se niega a someterse, tras descubrir que todos sus vecinos, amigos e incluso las autoridades han sido víctimas de la "invasión". Su gradual comprensión de lo que está ocurriendo y sus intentos para evitarlo se ajustan a las pautas del thriller, género en el que destacaría posteriormente Don Siegel, con títulos como La jungla humana (Coogan's Bluff, 1968), Harry el sucio (Dirty Harry, 1971), protagonizadas ambas por Clint Eastwood; La gran estafa (Charley Varrick, 1973) y Fuga de Alcatraz (Scape from Alcatraz, 1979), de nuevo con Clint Eastwood como protagonista. Aunque La invasión de los ladrones de cuerpos es su única película de ciencia-ficción, no es ciertamente la única de su larga filmografía en la que el protagonista es un rebelde, un marginado que se enfrenta a las tendencias mayoritarias dentro de la sociedad. En el drama carcelario Motin en el pabellón 11 (Riot in Cell Block 11) de 1954, había empezado. En ambas ocasiones, su productor fue Walter Wanger, indudablemente uno de los mejores productores independientes de Hollywood. Para Enviado especial (Foreing Correspondent, 1940), Wanger había contratado a Hitchcock; para La diligencia (Stagecoach, 1939) y Hombres intrépidos (The Long Voyage Home, 1940), a John Ford, y entre 1937 y 1948, Fritz Lang realizó tres películas para él: Sólo se vive una vez (You Only Live Once, 1937), Perversidad (Scarlet Street, 1945) y Secreto tras la puerta (Secret Beyond the Door, 1948). Sin embargo, añadió sin el consentimiento de Siegel un prólogo y un epílogo a La invasión de los ladrones de cuerpo que no aporta nada a la historia y que, al mostrárnosla como un flashback, destruye buena parte de su tensión, pues desde el primer momento sabemos que Miles ha logrado escapar y llegar al mundo exterior.
El hecho de que, a pesar de todo, la película conserve su intriga y suspense se debe en parte a la hábil dirección de Siegel, pero también al magnífico guión de daniel Maimwaring, quien también había escrito El autoestopista (The Hitchhiker, 1953), de Ida Lupino, y El imperio del terror (The Phenik City Story, 1955), dirigida por Phil Carlson. Maimwaring transformó el relato original del veterano autor de ciencia-ficción Jack Finney, The Body Snatchers (1955), en una de sus sombrías visiones de la sociedad norteamericana, acosada por la paranoia urbana y una creciente histeria política. A pesar de algún que otro tropezón con los "cazadores de brujas" de Hollywood y de verse despedido de la RKO de Howard Hughes a causa de sus simpatías políticas, Maimwaring siguió escribiendo para el cine. Entre sus guiones posteriores figuran dos para Siegel: Baby Face Nelson (1957) y Balas de contrabando (The Gun Runners, 1958), esta última adaptación de la novela de Ernest Hemingway, Tener o no tener (To Have and Have Not, 1937), pero La invasión de los ladrones de cuerpo fue el guión en el que mejor logró captar el ambiente de la Norteamérica rural, aislada, encerrada en sí misma y amenazadora para cualquier forastero que no forme parte de ella.
Siegel se vio ayudado también por su buen reparto. Ni Kevin McCarthy ni Dana Wynter eran grandes estrellas, pero sí unos profesionales sólidos y convincentes en sus papeles. King Donovan, como Jack, el amigo de Miles, realiza una gran interpretación; pero lo más sorprendente de los títulos de crédito es la inclusión en los mismos de Sam Pekinpah. En una entrevista posterior, Siegel contó que le había dado un pequeño papel debido a que Sam estaba pasando por una mala racha económica.
En definitiva, estamos ante un clásico del cine de invasiones extraterrestres, que ha sido objeto de varios remakes a lo largo de la historia, como:
En sus planteamientos se trata de una clásica historia de ciencia-ficción, en la que poderes extraños se apoderan de los cuerpos y las mentes de los habitantes de una pequeña población, convirtiéndolos en seres pasivos, obedientes y faltos de emociones. Cómo es lógico, existe una excepción, el protagonista, que se niega a someterse, tras descubrir que todos sus vecinos, amigos e incluso las autoridades han sido víctimas de la "invasión". Su gradual comprensión de lo que está ocurriendo y sus intentos para evitarlo se ajustan a las pautas del thriller, género en el que destacaría posteriormente Don Siegel, con títulos como La jungla humana (Coogan's Bluff, 1968), Harry el sucio (Dirty Harry, 1971), protagonizadas ambas por Clint Eastwood; La gran estafa (Charley Varrick, 1973) y Fuga de Alcatraz (Scape from Alcatraz, 1979), de nuevo con Clint Eastwood como protagonista. Aunque La invasión de los ladrones de cuerpos es su única película de ciencia-ficción, no es ciertamente la única de su larga filmografía en la que el protagonista es un rebelde, un marginado que se enfrenta a las tendencias mayoritarias dentro de la sociedad. En el drama carcelario Motin en el pabellón 11 (Riot in Cell Block 11) de 1954, había empezado. En ambas ocasiones, su productor fue Walter Wanger, indudablemente uno de los mejores productores independientes de Hollywood. Para Enviado especial (Foreing Correspondent, 1940), Wanger había contratado a Hitchcock; para La diligencia (Stagecoach, 1939) y Hombres intrépidos (The Long Voyage Home, 1940), a John Ford, y entre 1937 y 1948, Fritz Lang realizó tres películas para él: Sólo se vive una vez (You Only Live Once, 1937), Perversidad (Scarlet Street, 1945) y Secreto tras la puerta (Secret Beyond the Door, 1948). Sin embargo, añadió sin el consentimiento de Siegel un prólogo y un epílogo a La invasión de los ladrones de cuerpo que no aporta nada a la historia y que, al mostrárnosla como un flashback, destruye buena parte de su tensión, pues desde el primer momento sabemos que Miles ha logrado escapar y llegar al mundo exterior.
En definitiva, estamos ante un clásico del cine de invasiones extraterrestres, que ha sido objeto de varios remakes a lo largo de la historia, como:
- La invasión de los ultracuerpos (Invasion of the Body Snatchers, 1978), dirigida por Philip Kaufman, con Donald Sutherland, Brooke Adams, Leonard Nimoy, entre otros.
- Looney Tunes: Invasion of the Bunny Snatchers (1992), de Greg Ford, Terry Lennon, una parodia de animación.
- La invasión de los secuestradores de cuerpo [Invasion of the Pod People (Invasion: The Beginning)], dirigida por Justin Jones. Solo distribuida en DVD.
- Invasión (The Invasion, 2007), de Oliver Hirschbiegel, con Nicole Kidman y Daniel Craig, un pobre remake.
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