El 20 de febrero de 1932 se estrenó La parada de los monstruos (Freaks), dirigida por Tod Browning. Protagonizada por Wallace Ford, Leila Hyams, Olga Baclanova, Roscoe Ates, Henry Victor, Harry Earles, Daisy Earles, Rose Dione, Daisy Hilton, Violet Hilton, Schlitze, Josephine Joseph, Johnny Eck, Frances O'Connor, Peter Robinson, Olga Roderick, Angelo Rossitto. Productora: Metro Goldwyn Mayer (MGM).
Sinopsis argumental: En un circo lleno de seres deformes, tullidos y personas con diversas amputaciones, Hans, uno de los enanos, hereda una fortuna. A partir de ese momento, Cleopatra, una bella contorsionista, intentará seducirlo para hacerse con su dinero. Para lograr su objetivo, traza un plan contando con la complicidad de Hércules, el forzudo del circo...
Comentario: La película maldita de la Metro Goldwin Mayer es quizás el más prohibido de la historia del cine ya que luego de su estreno se archivó y permaneció inédito por un cuarto de siglo. Su creador Tod Browning (el artífice de la mayoría de los filmes terroríficos de Lon Chaney en el cine mudo) selló aquí su obra maestra mereciendo figurar en la historia como la única película de terror en la que los monstruos son reales. El film se abre con un largo prólogo que nos informa acerca del mundo cerrado de los "fenómenos": "El sufrimiento de uno es el sufrimiento de todos y la alegría de uno es la alegría de todos". En el transcurso de la cinta vemos como el director, aunque en forma demasiado simplista, nos lo demuestra. La fiesta de la boda entre Cleopatra y el enano Fritz es aún hoy un bizarro ejercicio de comprensión para el público de que debajo del monstruoso aspecto de cada uno de ellos hay emociones humanas nobles, necesidad de comunicación y amor (tambié se ven otros romances como el Hombre Esquelético y la Mujer Barbuda, el Payaso Roscoe con una de las gemelas siamesas) y al mismo tiempo vemos como los personajes que representan la belleza femenina (Cleopatra, el Faisán del Aire) y la apolineidad y machismo masculino (Hércules) son los personajes más execrables. Poco a poco va creciendo el clima de pesadilla, con toques sutiles (como los fenómenos escondidos debajo de los carromatos vigilando todo tipo de movimientos de los sospechosos) hasta desembocar en un final atroz, reverberante e inquietante, filmado soberbiamente bajo el aguacero por Browning. Al final de la escena el público puede llegar a pensar que luego de ver a los fenómenos reptar por el fango para cercar a sus víctimas: "¿Cómo me pude impresionar tanto si los villanos eran los que estaban siendo amenazados y no los buenos?" Es cierto, al final el climax tiene lugar con el ataque de los Fenómenos a Cleopatra y Hércules, haciendo honor a las reglas ambos habían quebrantado y la respuesta está en que todo espectador común y corriente tiende a identificarse con los seres normales más que con los anormales.
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