El 23 de marzo de 1748, en Londres, el compositor alemán del periodo barroco Georg Friedrich Händel estrena su obra Alexander Balus, un oratorio. Fue compuesto durante el verano de 1747 y estrenado en el Covent Garden de Londres (Inglaterra). El libreto fue escrito por Thomas Morell a partir del Primer libro de los Macabeos de la Biblia. Fue el cuarto de una serie de oratorios para celebrar las victorias de la familia real sobre el levantamiento de los Jacobitas.
Estructurado en:
Acto I, con 5 escenas.
Acto I, con 5 escenas.
Acto II, con 4 escenas.
Acto III, con 5 escena.
Argumento:
Acto I:
Alexander Balus regresa triunfante de la batalla, ha derrotado a Demetrius, rey de Siria. Junto a su aliado, el israelita Jonathan, prometen al pueblo sirio hacer justicia y le ofrendan su amistad. Por otra parte, Ptolomeo, rey de Egipto también declara sus intenciones de paz. Cleopatra, hija de Ptolomeo, entra en escena; su primera aria posee una exuberante orquestación: dúos de flautas, violines en pizzicato y con arco, violonchelos divididos, fagot, órgano, arpa y mandolina. El coro de los Asiáticos invita a celebrar el triunfo de Alexander. Éste, en cambio, se entrega a los asuntos del corazón, pues se ha enamorado de Cleopatra, afecto que es recíproco. Cleopatra pide la opinión a Aspasia, su confidente. Aspasia le anima a dejarse guiar por los sentimientos de su corazón. Jonathan, observando el nuevo comportamiento de su aliado, le sugiere que pida a Ptolomeo la mano de Cleopatra. Junto al coro de los Israelitas, Jonathan agradece a Dios que la paz ha vuelto a reinar también en Israel.
Acto II:
Jonathan trae buenas nuevas al enamorado Alexander: Ptolomeo ha consentido en darle la mano de su hija y ella misma le está esperando en la ciudad de Tolemaida. La alegría de Alexander es interrumpida por el mensaje de un cortesano anunciando la existencia de un complot en su contra, dirigido por Jonathan. Alexander se niega a creer tal anuncio y organiza una ceremonia para entregarle a su aliado, parte de su reino. Arde de rabia Jonathan al oír las calumnias que se le imputan. El coro corrobora el aria de Jonathan.
En Cleopatra surgen dudas tras dudas acerca de Alexander, pero Aspasia le persuade, describiendo las virtudes que tiene Alexander como monarca. Ptolomeo, malévolamente, planea lo siguiente: quitar a Alexander del trono, y poner en su lugar al joven Demetrius. El coro de los Asiáticos celebra el matrimonio de Alexander Balus con Cleopatra.
Acto III:
Cleopatra, sola en su jardín, está feliz, pero súbitamente es raptada por un coro de rufianes, ella grita pidiendo ayuda...
Alexander está confiado en que Cleopatra se halla bien en su jardín protegido por altos muros y guardias. Jonathan llega trayendo malas noticias: Ptolomeeoha entrado en ciudades sirias, se ha hecho amigo de ellos, y está ceñido con la corona de Egipto y de Asia.
Alexander pregunta por su esposa a Aspasia. Aspasia relata que rufianes enviados por Ptolomeo entraron y raptaron a Cleopatra, llevándosela a presencia de Demetrius, el joven. Esto desencadena la ira de Alexander, y toma las armas. Jonathan anhela que Alexander confíe en el Dios verdadero y no en las imágenes.
Ptolomeo trata de convencer a Cleopatra, que Alexander le ha engañado. Ella se halla confusa y desolada. Un mensajero le anuncia a Cleopatra que Alexander ha sido derrotado en batalla, y que luego huyendo a Arabia, ha sido degollado. Llega un nuevo mensajero anunciando que Ptolomeo ha sido muerto en batalla.
Cleopatra un tanto más resignada, lamenta su condición y sólo pide...
"Convey me to some peaceful shore,
where no tumultuos billows roar,
where life, though joyless, still is calm,
and sweet content is sorrow's balm.
There free from pomp and care, to wait,
forgetting and forgot, the will of fate."
("Relegadme a una costa tranquila,
donde no bramen oleajes tumultuosos,
donde la vida, aunque sin alegría, aún sea paz,
y el dulce contentamiento, el bálsamo del dolor.
Ahí, libre de pompa y cuidados, esperar,
olvidando y olvidada, la voluntad del destino.")
Finalmente, Jonathan exhorta a los que viven a confiar sólo en el Dios verdadero y el Coro de Israelita repite la misma enseñanza, terminando un coro de aleluyas y amenes.
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