En el Teatro del Príncipe (de Madrid) se estrena el 22 de marzo de 1835, Don Álvaro o la fuerza del sino, del Duque de Rivas, drama original en cinco jornadas, y en prosa y verso, lo que supuso el triunfo definitivo del romanticismo en España, en términos similares a como lo hizo la tragedia Hernani de Victor Hugo dentro de la literatura francesa.
Argumento: La obra aparece ambientada a principios del siglo XVIII, tras la Guerra de Sucesión Española, en Sevilla, donde reside el protagonista de la obra, don Álvaro. Éste es un rico y misterioso indiano que vive un apasionado romance con doña Leonor, una joven aristócrata; no obstante su relación resulta prohibida por el Marqués de Calatrava, padre de doña Leonor, quien considera a don Álvaro como un vulgar aventurero.
La pareja decide escaparse y mientras hacen las maletas, son sorprendidos repentinamente por el Marqués de Calatrava; al verse descubierto, don Álvaro arroja su pistola al suelo, con tan mala fortuna que hiere mortalmente al Marqués. Aunque don Álvaro no tenía la intención de dar muerte al Marqués, los dos hermanos de doña Leonor —don Carlos y don Alfonso— persiguen a ambos amantes con el fin de matarlos: doña Leonor se siente consumida por la culpa y decide hacerse eremita cerca de un convento, cortando toda comunicación con don Álvaro, que piensa que doña Leonor ha muerto.
La acción salta entonces a Italia, donde un año después don Álvaro ha acudido como soldado, y donde conoce accidentalmente a don Carlos, que también está acantonado en la localidad de Velletri. Ambos traban amistad, hasta que al conversar sobre sus vidas se reconocen mutuamente; al enterarse de la verdadera identidad de don Álvaro, don Carlos le reta a duelo a muerte. Allí don Carlos pierde la vida por la espada de don Álvaro, quien sufre a su vez el remordimiento de haber causado una segunda muerte, por lo cual decide refugiarse como fraile en el Convento de los Ángeles, donde pasará cuatro años.
La acción vuelve entonces a España, donde don Alfonso se informa de lo ocurrido con su hermano y decide buscar a don Álvaro para cumplir su venganza. Tras una larga pesquisa, don Alfonso descubre el escondite de don Álvaro y le desafía a un duelo, éste acepta el reto para salvar su vida.
En medio del lance, don Álvaro logra herir mortalmente a don Alfonso, descubriendo ambos sorprendidos a doña Leonor, quien vive como eremita cercana del mismo convento en el que estaba viviendo don Álvaro. Éste se alegra al saber que su amada vive aún y se halla cerca de él, pero cuando doña Leonor encuentra a su hermano moribundo en el suelo y se acerca, éste extrae el puñal que se encontraba clavado en su pecho y la mata por considerarla cómplice de don Álvaro. Poco después fallece don Alfonso en el mismo sitio.
La muerte de doña Leonor precipita la desesperación de don Álvaro, que ahora se siente culpable de todas las muertes ocurridas a su alrededor además de perder a su amada para siempre. Ante la tragedia, don Álvaro se suicida arrojándose desde un precipicio gritando "Soy un enviado del infierno, soy un demonio exterminador".
Comentario: La obra está considerada por la crítica como el drama inaugural del teatro romántico español. No es casual, pues toca una gran variedad de temas: el amor, el honor, la venganza, la religión, la muerte, el héroe romántico y el sino.
De acuerdo a las reglas del Romanticismo en esta obra se privilegia el rol del héroe romántico don Álvaro, que aparece solitario, misterioso, y consumido por la pasión amorosa. No se aprecia que tenga familiares ni amigos, a excepción del hermano de su amada (don Carlos), que repentinamente se transforma en su enemigo.
En este extremo se aprecia como tema fundamental de la obra al destino, entendido como "fuerza fatídica" que domina la vida del protagonista y de los demás personajes, que causa sus muertes, y que en el caso de don Álvaro le hace perder incluso a su amada doña Leonor, representando que el amor es vencido por el destino. El destino es mostrado aquí como un poder nefasto, igual a la fatalidad, ante el cual no es posible sustraerse ni oponer resistencia. Precisamente las violentas muertes de los personajes principales tienen como causante directo o indirecto a don Álvaro, que incluso se quita la vida al final de la trama reconociendo el poder del destino fatal sobre él.
Este suicidio final acentúa el carácter sombrío de la obra, caracterizada por el trágico fin de todos sus protagonistas (al igual que en la francesa Hernani). Cuando el compositor italiano Giuseppe Verdi estrenó en 1862 su ópera La fuerza del destino, basada en esta obra, buscó evitar precisamente la excesiva cantidad de muertes en la trama, por lo cual el artista resolvió permitir que el personaje de Don Álvaro sobreviviera al final de la obra.
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