El 26 de mayo de 1922 se estrenó la película alemana Dr. Mabuse: El infierno. Parte II (Dr. Mabuse, Der Spieler: Inferno, Ein Spiel Von Menschen Unserer Zeit), dirigida por Fritz Lang. Protagonizada por Rudolf Klein-Rogge, Bernhard Goetzke, Alfred Abel, Aud Egede Nissen, Gertrude Welcker, Hans Adalbert Von Schlettow, Georg John, Grete Berger, Julius Falkenstein, Robert Forster-Larrinaga, Charles Puffy, Julius E. Herrmann. Productora: UCO-Film. Distribuidora: UFA.
Sinopsis argumental: Mabuse, con su organización del crimen, se dedica a convertir en víctimas a los restos de la aristocracia alemana y los especuladores del desastre. Un desastre llamado hiperinflación, crisis social y miseria absoluta. Es sobre ese apocalipsis que somete a un pueblo entero, sobre el que se yerge la figura de un salvador que trata de quitar términos como "moral" y "ética" del diccionario. Para ello maquina un plan maestro de obtener dinero a través de la especulación bursátil, con el que no solo se propone ampliar su bolsillo, sino perjudicar los mercados nacionales. Para entretenerse, Mabuse practica "deporte", ganando fortunas a ricachones a través de partidas de naipes en las que ejerce sus poderes de hipnosis. Porque Mabuse es, ante todo, un galeno, un estudioso de la mente y sus facultades. Sin embargo, llega un momento que pierde el tino. Habiendo provocado el suicidio de la Carozza (Aud Egede Nissen), habiendo provocado el suicidio del Conde Told (Alfred Abel) y manteniendo secuestrada a la esposa de este, la Condesa Told (Gertrude Welcker), a quien intenta convencer de un romance forzado que en ninguna mente, por más resortes archicriminales que tenga, sería viable, Mabuse comienza su descenso de categoría.
Comentario: Después de una primera parte en que se podía albergar algún sentimiento simpático hacia el personaje del Dr. Mabuse (Rudolf Klein-Rogge), en esta segunda parte se nos va diluyendo paulatina pero inexorablemente, toda posible simpatía.
La película tiene tres momentos narrativos de gran interés:
- La persecución de un némesis, el Fiscal Wenk (Bernhard Goetzke), quien, a pesar de que se pasa nutrido porcentaje de película deduciendo el nombre de su sospechoso, una vez que se ceba sobre su presa, supera la hipnosis y los atentados hasta lograr su cometido.
- El ataque de las tropas al reducto de los secuaces de Mabuse, quienes van cayendo uno por uno.
- La fuga del Doctor y su obnubilación mental, que le lleva a imaginarse un Moloch gigantesco que lo amenaza, muy parecido al que se vería en otra alucinación, la del joven protagonista de Metrópolis (Metropolis, 1926)
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