El 1 de septiembre de 1948 se estrenó la película estadounidense Voces de muerte, también conocida como Perdón, número equivocado ( ), dirigida por Anatole Litvak. Protagonizada por Barbara Stanwyck, Burt Lancaster, Ann Richards, Wendell Corey, Harold Vermilyea, Ed Begley, Leif Erickson, William Conrad, John Bromfield, Jimmy Hunt, Dorothy Neumann. Producción y distribución: Paramount Pictures/Hal Wallis Productions.
Sinopsis argumental: El teléfono es el único medio que une a Leona Stevenson (Barbara Stanwyck) con el mundo exterior. Leona, directora de una fábrica de productos químicos, es hipocondríaca y está postrada en la cama a causa de una dolencia psicosomática. Su marido Henry (Burt Lancaster) es un hombre de origen modesto, pero muy ambicioso, que se casó con ella para mejorar su posición en la fábrica. Un día lo llama por teléfono y, entonces, se produce un cruce de líneas que le permite escuchar una conversación en la que dos personas hablan del inminente asesinato de una mujer.
Nominaciones y premios: Nominada al Oscar: Mejor actriz (Barbara Stanwyck).
Comentario: Poderosa película de suspense de Anatole Litvak (1902-1974). El guión, de Lucille Fletcher, adapta el guión radiofónico, de 22 minutos, escrito por ella y emitido por primera vez en 1943.
El centro de atención se ubica en el dormitorio de Leona, que hace simultáneamente las veces de sala de estar, reposo, aislamiento y reclusión. El teléfono es el único medio de que dispone para distraerse, informarse, relacionarse y comunicarse. La película añade varios flashbacks y conexiones con acciones simultáneas, que aportan escenarios diferentes, actores complementarios y lances de acción alejados del dormitorio. El nudo dramático se apoya en la situación de discapacidad de Leona, su soledad (el servicio se ha ausentado), su aislamiento en una dependencia situada en un piso superior de la casa y separada del resto de la vivienda por una escalera interior de aspecto siniestro, su indefensión personal a causa de la enfermedad, agravada por la turbación que se apodera gradualmente de su ánimo a causa de una creciente ansiedad que se eleva por la acumulación de interrogantes sin resolver, sospechas y el miedo que siente por las graves amenazas que, en su opinión, la afectan.
Se añade la percepción de abandono porque la policía no da crédito a su demanda de ayuda, las enfermeras se excusan, su amiga Sally Lord (Richards) tiene obligaciones domésticas ineludibles, su padre está en Chicago en una fiesta y el marido está ilocalizable. El guión añade elementos adicionales de tensión y ansiedad a través de las informaciones que recibe por medio de algunos de sus interlocutores telefónicos y de un cruce casual de líneas. La evolución del personaje, interpretado de modo soberbio por Stanwyck, le lleva de la indolencia y el aburrimiento inicial a una crisis aguda de ansiedad a través de un tránsito bien administrado y creíble.
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