El 29 de septiembre de 1949 se estrenó la película estadounidense Pinky, dirigida por Elia Kazan. Protagonizada por Jeanne Crain, Ethel Barrymore, Ethel Waters, William Lundigan. Productora y distribuidora: 20th Century Fox.
Sinopsis argumental: Una mujer negra de piel clara se hace pasar por blanca, pero, cuando regresa a su casa natal en Mississippi, no le será fácil ocultar su verdadera raza y tendrá que enfrentarse a una ciudad llena de fanatismo, prejuicios y racismo.
Nominaciones y premios: 3 nominaciones al Oscar: Mejor actriz (Jeanne Crain), actrices secundarias (Barrymore y Waters).
Comentario: Quinto largometraje de Elia Kazan (1909-2003) y último de su etapa de aprendizaje. El guión, de Philip Dunne y Dudley Nichols, adapta libremente la novela Quality (1947), de Cid Ricketts Summer (1890-1970), natural de Misisipi.
La película suma drama, racismo, intolerancia, crítica social y romance. Es una de las primeras películas interraciales realizadas en Hollywood por una productora “major”. Para algunos constituye una continuación o prolongación temática (no argumental) de La barrera invisible (Gentleman's Agreement, 1947), el trabajo anterior de Kazan, en el que se trata el problema del racismo contra los judíos. Por lo demás, forma parte del ciclo de cine social que se prodiga en los años 40. El tema de una muchacha mulata que pasa por blanca es objeto del análisis en Imitación de la vida (Imitation of Life, 1934), de John M Stahl, y en el remake del mismo titulo de Douglas Sirk realizado en 1959.
El relato explica los hechos con realismo y trazos documentalistas. Los problemas se presentan con naturalidad y se insertan en la vida diaria de la comunidad. Se advierte el pulso vigoroso y fluido de gran narrador que tiene Kazan. De las incidencias diarias se extrae un dramatismo convincente, que se desprende del descubrimiento de los aspectos esenciales de las cosas. A partir de los hechos, Kazan construye ambientes de gran fuerza emocional. En algunos casos pasa de los hechos a la emoción pura y esencial. Así ocurre cuando la joven huye de los chicos que han intentado forzarla. No la siguen, ella corre sola, la mueven el miedo y la angustia, que se apoderan de la sala a través del ritmo de la acción, la sucesión de imágenes perturbadoras (tropiezos, paso frente a un grupo de tumbas antiguas) y el sonido de una música que altera el ánimo. Sólo hay emociones: no hay peligros, no hay perseguidores y el espectador lo sabe.
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