Ficha técnico-artística:
El club de los emperadores (The Emperor's Club, 2002). Estados Unidos. Dirección: Michael Hoffman. Protagonizada por Kevin Kline, Emile Hirsch, Embeth Davidtz, Rob Morrow, Edward Herrmann, Harris Yulin, Paul Dano, Jesse Eisenberg, Katherine O'Sullivan, Elizabeth Hobgood, Purva Bedi, Deirdre Lorenz, James Shanklin, Rishi Mehta. Guión: Neil Tolkin (Historia: Ethan Canin). Música: James Newton Howard. Fotografía: Lajos Koltai. Productora: Universal Pictures. Drama. Colegios y Universidad. Enseñanza. Color. Duración: 107 minutos.
Sinopsis:
William Hundert. Un profesor, ya maduro, ha sido convocado en un lujoso hotel para una reunión de antiguos alumnos suyos. Los recuerdos se agolpan en su memoria. Aquel curso de 1972, en la prestigiosa escuela de St. Benedict… Un año más, logra apasionar a sus alumnos con la enseñanza de la historia de Roma. Sabe usar recursos pedagógicos para alimentar la curiosidad natural de los adolescentes: como el de hacer leer la inscripción que preside el fondo de la clase, que narra los hechos guerreros de un rey del que, en la actualidad, nadie recuerda siquiera el nombre. Puede empeñarse uno en ganar el mundo entero, pero para que las realizaciones perduren, hay que hacer algo más, salir del cascarón del propio egoísmo… Hundert lo tiene claro: no sólo enseña una asignatura; ante él hay personas, jóvenes, con toda una vida por delante, que en el futuro ocuparán posiciones importantes en la sociedad. Y tiene que moldear su carácter, ayudarles a forjar su personalidad. Pero ese curso se va a encontrar con un alumno problemático, que llega con el curso ya empezado. Se trata de Sedgewick Bell, hijo de un senador. Un chaval muy listo, pero que va a lo suyo, y sometido a una enorme presión por parte de su padre, quien no se ocupa mucho de él, pero que sí desea su triunfo social.
Comentario:
Una película rica y sugerente, muy atractiva para los que se dedican a la enseñanza. Muestra con aires de fábula a un personaje, muy bien encarnado por Kevin Kline, con innegable vocación para la enseñanza. Pero que también tiene sus debilidades. ¿Quién no pecaría en un momento dado de injusto, al observar que su pupilo díscolo por fin empieza a tomarse interés por las cosas? Y a pesar de todo, su sentido de la justicia emerge cuando se rompen las reglas del juego. Ocurre en las emocionantes escenas del concurso de los emperadores.