Cine pensado
Estudios críticos sobre 30 películas estrenadas en 2015
Varios Autores, Alberto Fijo (ed.)Fila Siete. Sevilla
2016
288 págs.
Siguiendo las palabras con que Alberto Fijo, editor del libro, introduce Cine Pensado, esta compilación de estudios sobre treinta películas de 2015 tiene como objetivo profundizar en esa imbricación entre fondo y forma que es el cine. Cada capítulo ensaya un proceso de búsqueda de “claves, tendencias, influencias, conexiones entre el cine que se está haciendo, el que se hizo y el que previsiblemente se hará”. La era de Internet ha vuelto obsoleto un volumen donde se reseñen todos los títulos estrenados en un año; no lo es, en cambio, un libro de este tipo, donde la reseña da paso a un análisis más reposado, enriquecido por la pluma de autores procedentes de diversos ámbitos: la crítica cinematográfica, la universidad, el guión o los estudios culturales. El resultado es una obra poliédrica, que aborda cada película desde una perspectiva complementaria a las demás.
La variedad de enfoques no excluye, sin embargo, la presencia de ciertas líneas de fuerza que recorren el conjunto del libro y que –aunque quizá no hayan sido buscadas por los autores– toman el puso de un tiempo y una sociedad que se refleja en el cine como en un gran espejo. La primera de estas líneas es la que se refiere a la posmodernidad: en este sentido, el capítulo sobre Birdman es el más representativo. Como señala Carmen Azpurgua, esta película es “un sumario completo de sociología posmoderna”: la crisis familiar, la ausencia de vínculos, la inmadurez, la fragmentación... Este elenco de temas tiene como correlato una serie de recursos narrativos y visuales como la metaficción –es decir, la reflexión del cine sobre sí mismo–, las referencias intertextuales o la combinación de géneros cinematográficos. En esta misma línea se sitúa Viaje a Sils Maria, una película que despliega un complejo juego de espejos donde convergen el teatro, la filosofía y la trayectoria vital del propio cineasta.
Otra constante es el equivalente estadounidense a la posmodernidad europea: la visión crítica del American Dream, que subyace a la revisión del género del Oeste planteada por Deuda de honor, las historias de ambición desmedida de El año más violento o Foxcatcher, o el siniestro perfil épico del héroe americano dibujado por El francotirador. El regusto amargo de estos títulos queda atenuado en otros, donde el sueño americano aparece de nuevo como legítimo portador de nobles ideales: es el caso de la rectitud moral del protagonista de El puente de los espías, del espíritu pionero del astronauta en Marte, o la agridulce amistad neoyorquina de las protagonistas de Mistress America.
Finalmente, junto a los nombres de cineastas consolidados como Spielberg, Scott, Eastwood, Shyamalan o Iñárritu, el libro dedica varios capítulos a explorar un cine más pequeño, pero en auge en los últimos años. Se trata de películas con un innegable sabor local que, al mismo tiempo, aspiran a plantear conflictos de calado existencial, que golpean el interior del espectador. Así, en las páginas de Cine Pensado se dan cita una joya del cine cubano (Conducta), una cinta francesa sobre refugiados de Sri Lanka (Dheepan), una inmersión en el enigma del alma rusa (Leviatán), un relato sobre el fanatismo yihadista (Timbuktú) o una parábola filmada en Georgia sobre el absurdo de la guerra (Mandarinas). Todas estas obras parecen hacerse eco de unas palabras de Zaza Urushadze, director de este último título, recogidas por Juan Orellana: “Podemos ser de diferentes orígenes, de diferentes estados, de diferentes creencias, pero todos somos humanos”. Tal vez sea el cine el mejor portavoz de este mensaje en nuestro tiempo.
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