miércoles, 23 de agosto de 2017

Biografías de cine: Abel Gance (III)

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La rueda de la vida
La rueda (La roue, 1923)se rodó durante una época de gran tirsteza personal para Gance. Se había enamorado profundamente de Ida Danis, una secretario de Le Fil d'Art y, durante toda el rodaje de la película, ella permaneció gravemente enferma. Murió el primer día de montaje. Gance también sabía que Severinn-Mars tenía una grave enfermedad de corazón y que no iba a vivir mucho tiempo.
Sólo ha llegado una versión de 12 bobinas de la original, en tres partes, con un total de 32 bobinas, pero incluso incompleta (el montaje inicial de película, según lo había diseñado Gance, duraba siete horas), el impacto de La rueda fue enorme. Una vez más, una historia de amor sirve de marco para expresar preocupaciones más amplias y profundas. Sisif, conductor de locomotora, y su hijo Elie, están enamorados de Norma, una muchacha a la que Sisif rescató de un accidente de tren cuando era niña y a la que ha criado como a su propia hija. Creyendo serlo en realidad, Norma se casa con otro hombre, y la desesperación de Ssif y Elie conduce a la tragedia. 
Pero el alma de la película lo constituye el ferrocarril. Gance reconstruyó la casa de Sisif entre las vías férreas de Niza, y el humo, el polvo y la carbonilla están presentes en todo momento. Buena parte del drama ocurre en la locomotora de Sisif, y Gance utilizó el montaje rápido como nunca antes, creando un ritmo musical reforzado por la partitura del compositor Arthur Honegger. La película se convirtió en un poema simbolista en el que el predominaban las imágenes de la rueda. Al final, mientras Sisif muere calladamente en una cabaña en las montañas, los aldeanos bailan una danza en círculo, el símbolo final de la película, con lo que queda claro que la rueda del título es la rueda de la fortuna, y que los sufrimientos de Sisif han estado encaminados hacia ese terrible final.
Vista en estos términos, La rueda puede parecer pretenciosa e incluso estúpida. Es posible que privadas de su imágenes, las ideas de Gance resulten fáciles de criticar; pero con imágenes resultan impresionantes y convincentes, y el mundo, que ha tenido por fin la oportunidad de ver Napoleón, no debería verse privado de la posibilidad de conocer La rueda.
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