John Grierson (1970) afirmó: "creo que Eisenstein ha sido el mayor maestro en el cine de gran espectáculo de toda la Historia del Séptimo Arte, y no me olvido ni de D. W. Griffith ni de Cecil B. De Mille. Fue un exponente soberbio de la tradición del arte colectivo..., pero también un hombre que reaccionó a todas las novedades de su época y, especialmente, a la gran novedad de la industria y la tecnología; y, en su arte, intentó reflejar el poder colosal y los enormes recursos de ese nuevo mundo."
Ala edad de 25 años Serguéi Mikháilovitch Eisenshtéin (1898-1940) puso fin a su carrera teatral tras ver un montaje de la obra Máscaras de gas, en el teatro Proletkult de Moscú. La artificiosidad de aquella representación le chocó tanto que "el carro se rompió en pedazos y el conductor se cayó de cabeza en el cine". El resultado fue su primer largometraje La huelga (Stachka, 1924), su verdadero campo de pruebas para sus tres siguientes películas mudas El acorazado Potemkin (Bronenósets Potiomkin, 1925), Octubre (Oktyabr, 1927) y Lo viejo y lo nuevo (Staroye i novoye, 1929), conocida también como La línea general.
En lugar de centrarse en el argumento, La huelga utilizaba las imágenes para transmitir el concepto de "colectividad" y se dio gran libertada a la cámara. La secuencia culminante de la película, en la que se monta en paralelo el sacrificio de un toro con la matanza de los trabajadores en huelga, para proporcionar un comentario simbólico, presentó por primera vez en la pantalla y de la forma más sencilla posible la teoría del montaje de Eisenstein, la idea que la yuxtaposición de dos imágenes en la pantalla crea una tercera. La última imagen de la película es un primer plano, que llena toda la pantalla, del ojo de un toro muerto. La intención de Eisenstein era la de captar y encauzar las emociones de los espectadores, pero consideró que había fracasado; ya que, según él, la película pecaba de exceso de teatralidad. Una década después, etiquetó a La huelga de ejemplo de "la enfermedad infantil del izquierdismo". Impidió que la única copia que quedaba le fuera enseñada a nadie y hubo que esperar a su muerte para poder distribuirla de nuevo.
La caballería del zar atacando a los trabajadores en La huelga |
En Occidente, donde existía ya un gran aprecio hacia lo que Eisenstein denominaba "lenguaje fílmico", las asombrosas cualidades cinematográficas de La huelga fueron reconocidas con entusiasmo, y la película fue exhibida comercialmente en Alemania, obteniendo un premio en la Exposición de París de 1925. En Europa los aficionados al cine comenzaron a esperar con interés el siguiente trabajo de Eisenstein. Fue El acorazado Potemkin, quizás la película sobre la que más se ha escrito de toda la Historia del Cine.
El acorazado Potemkin, las otras películas de Eisenstein, sus voluminosos artículos teóricos (publicados no sólo en la Unión Soviética sino también fuera de ella) y sus conferencias (hablaba con fluidez inglés, alemán y francés) ejercieron una influencia aún fuera del mundo del cine. Varios pintores y escritores la acusaron, y, en su novela Success, el novelista alemán Lion Feuchtwanger utilizaba una descripción de El acorazado Potemkin para retratar el choque de mentalidades que se daba en el Berlín de 1926.
Cartel original de El acorazo Potemkin |
El propio Eisenstein atribuía buena parte de la fuerza de El acorazado Potemkin al guión original escrito por Nina Agadzhánova-Shutko para un proyecto de película en ocho episodios, 1905, sobre el abortado "ensayo general" de la Revolución de Octubre. El rodaje de 1905 comenzó a finales de marzo en Leningrado, y pretendía contar el episodio de la huelga general. Sin embargo, en agosto las malas condiciones meteorológicas obligaron a Eisenstein a interrumpir el rodaje y a dirigirse a Odessa para rodar allí otro episodio, el del motín del acorazado Potemkin. Dado que la intención de Eisenstein al iniciar el rodaje de 1905 era la de "mostrar los acontecimientos históricos tal como habían ocurrido y no interferirse en la realidad", el episodio del Potemkin, que reflejaba a la perfección la atmósfera de descontento y revuelta existente en Rusia a comienzos del siglo XX, llegó a considerarse sinónimo del proyecto total. Así se abandonó 1905 y Eisenstein concentró todas sus energías en El acorazado Potemkin.
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