El 11 de febrero de 1968 se estrenó la película británica Charlie Bubbles, dirigida por Albert Finney e interpretada por Albert Finney, Liza Minnelli, Colin Blakely, Billie Whitelaw, Timothy Garland, Richard Pearson, Nicholas Phipps, Peter Sallis, Charles Hill, Charles Lamb. Productora: Memorial Enterprises/Universal Pictures. Duración: 89 minutos.
Sinopsis argumental: Charlie Bubbles es un escritor que ha conocido el éxito y la fortuna de forma rápida. Prácticamente, Charlie no ha tenido que luchar en su vida. Hasta hace poco, él residía en el norte de Inglaterra, en una casa modesta, junto a su mujer Lottie y su hijo Jack. Ahora se acaba de instalar en Londres, en una mansión repleta de inventos tecnológicos, pero por otra parte se halla constantemente desilusionado y ocioso. Charlie suele salir con su antiguo amigo, a quien llaman Pickles, para emborracharse, diversión que prefiere a los ambientes de lujo y la ostentación, ajenas a su forma de ser. A su mujer tampoco le convence esta forma de vivir, por lo que sigue habitando su antigua casa, cerca de Manchester. Pero la realidad es que las relaciones con ella y con su hijo no son buenas. Para intentar reconciliarse con su familia, Charlie, busca sus raíces, dirigiéndose a su antiguo hogar acompañado por su secretaria Eliza.
Nominaciones y premios: Premios BAFTA: Mejor actriz secundaria (Billie Whitelaw)
Comentario: La película fue el debut de Albert Finney como director y se adscribe al denominado género Kitchen sink realism (o kitchen sink drama) es un término acuñado para describir un movimiento cultural británico que se desarrolló a finales de los años 1950 y principios de la década de 1960 en el teatro, arte, literatura, cine y televisión, cuyos protagonistas solían ser "hombres jóvenes enfadados", que estaban desilusionados con la sociedad moderna. Utilizó un estilo de realismo social, que describía las situaciones domésticas de los británicos de clase trabajadora, que vivían en alojamientos alquilados y pasaban sus horas libres bebiendo en sucios pubs, para explorar temas sociales y políticos controvertidos que iban desde el aborto hasta la falta de vivienda. El estilo duro y realista contrastaba fuertemente con el escapismo de las llamadas "obras complacientes" de la generación anterior.
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