Hace 70 años se estrenó el western bíblico de John Ford, 3 padrinos (3 Godfathers). Tres bandidos que cruzan el desierto encuentran a una mujer embarazada que está sola. Da a luz un bebé en medio del páramo, pero ella muere a causa del parto, y los salteadores no tienen más remedio que hacerse cargo del pequeño.
El guion, escrito por Frank S. Nugent y Laurence Stallings, está basado en la novela corta del mismo nombre escrita por Peter Kyne. Ford ya había adaptado la película una vez en Marked Men. La adaptación muda de Ford se cree que está perdida actualmente. El argumento es una especie de re-narración del argumento de los Reyes Magos en un contexto americano occidental.
Para justificar su re-visión, proponemos tres razones:
1.- Por la no violencia
Tres padrinos es un western singular, un cuento de Navidad que se desarrolla bajo un calor asfixiante. Recien nacido, tres Reyes Magos, la estrella de Belén: la película está repleta de referencias a la Biblia, que guía, literalmente, a los héroes en su viaje, entre cruzar el desierto y el camino de la cruz. Si la película destaca en comparación con parecidas producciones de la época, también es por su naturaleza no violenta: John Wayne les dice a sus cómplices que no disparen durante el robo; el sheriff dice que no quiere matar. Un pacifismo que sorprende a los personajes: aún creyendo los agentes de la ley, que persiguen a los tres ladrones, que son los principales responsable de una serie de atrocidades (explosión de un depósito de agua, muerte de la madre del niño).
2.- Por la puesta en escena, influenciada por el cine mudo
Nueve años antes Corazones indomables (Drums Along the Mohawk, 1939), John Ford aplica el color en un western. En esta película en Technicolor, un proceso que sublima el desierto de Mojave y el Valle de la Muerte, las secuencias más exitosas no son las más locuaces, sino las silenciosas que evocan el cine mudo. Debemos ver la tormenta de arena, el cruce por extensiones desoladas (en el límite de la abstracción), o los créditos, que narra, solo con la imagen, la llegada de los tres jinetes. John Ford también reciclará los efectos de los orígenes en una de las escenas más bellas de la película (atención, spoiler!): La aparición final, fantasmal, de los compañeros de un John Wayne al final de la carrera, en completo delirio. Secuencia casi psicodélica, de una modernidad increíble.
3.- Por el grupo de actores fordianos
Desde los primeros minutos, la complicidad entre los actores es obvia: parece que asistamos a la reunión de una pandilla de viejos amigos.
Basada en un malentendido, la reunión de los tres forajidos con el sheriff de la pequeña localidad de Welcome, una aldea antes llamada Tarántula, próxima al desierto de Arizona está notablemente escrita. El sheriff, interpretado por un formidable Ward Bond, se llama Sweet ("Dulce"): se ocupa de su jardín, sirve café a los visitantes, está a las órdenes de su esposa. Con un tono es jovial, hasta que revela su estrella.
La película también confirma el talento del director para presentar, en solo unos minutos, carismáticos personajes femeninos: la esposa del sheriff, interpretada por Mae Marsh. Pero este western es principalmente un relevo. Esta es una de las primeras apariciones de Harry Carey Jr. (rudo actor de carácter de la factoría Ford durante), que reemplaza aquí a su padre Harry Carey, compañero del realizador e ilustre secundario, uno de los protagonistas de Hombres marcados (Marked Men, 1919).
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