Actriz fetiche de Claude Chabrol, elle rodó igualmente con Luis Buñuel o Bertrand Tavernier y fue la inolvidable cocinera de El festín de Babette (Babettes gæstebud, 1985)… Sofisticada, misteriosa y absolutamente seductora, Stéphane Audran falleció el marte 27 de marzo de 2018. Tenía 85 años.
No sabemos si las piernas de Stéphane Audran estaban tan costosamente aseguradas como las de Cyd Charisse, pero también lo merecían. Claude Chabrol, su pigmalión, no perdía nunca la ocasión de filmarlas por considerarlas sublimes. Su sensualidad era también la miel de su piel, el lunar de su rostro. En resumen, Audran, cuando de repente aparecía en la pantalla, subía la temperatura. Fue el mito erótico de la Nouvelle Vague. Otras actrices de la época podían ser seductoras, pero era diferente -por ejemplo, Bernadette Laffont era más joven, en un registro más lúdico-. El atractivo sexual de Stéphane Audran era impresionante, y hasta podíamos decir, inquietante. Su afilada silueta, su cálida voz, sus ojos muy claros y casi irreales, el conjunto la convertía en una vamp. No muy lejos, pues, de un vampiro.
Audran, aquí en un fotograma de La mujer infiel (La femme infidèle, 1969), de Claude Chabrol |
Nacida en el seno de una familia burguesa de Versalles, huérfana de padre a los 6 años, comenzó en el teatro, al mismo tiempo que Delphine Seyrig y Laurent Terzieff. Es en las clases de Charles Dullin cuando conoce a Jean-Louis Trintignant, su primer marido. Luego viene el torbellino de la Nouvelle Vague, que la transportará a otros lugares. A través de Gérard Blain, conoce a Chabrol en el café donde siempre juega al pimball. Él la contrata para Los primos (Les cousins, 1959), donde solo tiene un pequeño papel en una fiesta. Pero, a partir de ahí, se convierte en su actriz favorita. Casados en 1964, Claude Chabrol y Stéphane Audran tuvieron una colaboración excepcional, trabajando juntos en veinte películas. Entre ellas, citemos una muestra de obras maestras realizada entre finales de los años 1960 y principios de los años 1970: La femme infidèle (1969), El carnicero (Le boucher, 1970), Al anochecer (Juste avant la nuit, 1971), Relaciones sangrientas (Les noces rouges, 1973).
Stéphane Audran y Muchel Piccoli en Relaciones sangrientas (Las noces rouges, 1973) |
Rodeada de un halo de misterio
La hemos visto como una vendedora consumida por la monotonía de su vida en Las buenas chicas (Les bonnes femmes, 1960), o como una secretaria urde un plan criminal en Champaña para un asesinato (Le Scandale, 1967). Pero sobre todo ha encarnado mejor que nadie a la gran burguesa, sofisticada, un poco distante, fría. La mujer, de la era de Pompidou, si se quiere, pero nunca estúpida ni sumisa. Al contrario, inteligente sin ser intelectual, libre y a menudo liberada Stéphane Audran estaba siempre rodeada de un halo de misterio, de prohibición, de perversión. Personaje de Hitchcok, también. Ocultando magníficamente su juego, sabía cultivar la ambigüedad con una elegancia sinónimo de sobriedad. El hombre, la clase burguesa, la moral establecida..., todo podía ser escarnecido, podía ser reducido a la nada. por esta escandalosa muchacha. Víctima y culpable a la vez.
Stéphane Audran con Bernadette Lafont en Las buenas chicas (Les Bonnes Femmes, 1960) de Claude Chabrol |
Así Luis Buñuel lo hizo intervenir en la película cuyo título se le ha quedado pegado a la piel: El discreto encanto de la burguesía (Le charme discret de la bourgeoisie, 1972). También ha trabajado otros nombres importantes (Samuel Fuller, Orson Welles), aunque nunca en papeles principales. En 1974 y, en Tres amigos, sus mujeres y los otros (Vincent, François, Paul... et les autres, dirigida por Claude Sautet, ella está en el cenit de su belleza. Después de su divorcio en 1980 de Chabrol, rara vez vuelve a estar en primer plano, pero se reinventa en roles de prostitua o villana. 1280 almas (Coup de Torchon,1981), de Bertrand Tavernier), Les saisons de plaisir (1988), de Jean-Pierre Mocky, o Anuncio de muerte (Mortelle Randonnée, 1983) dirigida por Claude Miller, son otros tantos que demuestran que su carrera no se detuvo después de Chabrol. En 1987 se le llama a su vez para interpretar la película danesa El festín de Babette (Le Festin de Babette), dirigida por Gabriel Axel, delicioso cuento que tuvo un enorme éxito, haciendo maravillas como cocinera generosa y modesta, que ofrece en agradecimiento a la comunidad austera que la acogió, una comida extremadamente refinada.
Fotograma de El festín de Babette |
Y, después, estaba la Stéphane, extraña y desconcertante. Nacida como Colette Suzanne Dacheville, escogió este nombre varonil para la escena, sin haber dado nunca una explicación clara de el por qué. Algo que también participaba de su aura misterioso. Como si este atributo masculino ayudara a reforzar, aún más, su voluptuosa belleza, su tentadora languidez. Acaba de fallecer a la edad de 85 años, después de luchar contra una larga enfermedad.
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