Como homenaje al realizador japonés, Isao Takahata, recientemente fallecido, cofundador de los estudios de animación Ghibli y conocido mundialmente por su película La tumba de las luciérnagas, comentamos cinco de sus películas más importantes.
Jarinko Chie (1981)
Esta película, una adaptación del famoso manga homónimo de Etsumi Haruki. Cuenta la historia de la vida de una niña, mezclando elementos realistas y pasajes cómicos. Kié es una niña pequeña, cuyo padre dirige un pequeño restaurante en el distrito de Nishinari-ku de Osaka. Bettor y jugador, este último descuida a su familia y su trabajo y su esposa lo deja, mientras continúa conociendo a su hija en secreto. Este último, ya a los ocho años, se ocupa del restaurante mientras intenta continuar sus estudios en el colegio. La historia también tiene lugar en parte en el distrito Shinsekai de Osaka.
La tumba de las luciérnagas (Hotaru no Haka, 1988)
En 1988, el Estudio Ghibli produjo simultáneamente Mi vecino Totoro (Tonari no Totoro, 1988), de Miyazaki, y La tumba de las luciérngas, de Takahata. Este último wa completamente diferente de los relatos delirantes de su compañero. "La noche del 21 de septiembre de 1945,, estoy muerto", son las primeras palabras de la voz en off que dan el tono de una narración conmovedora que contrasta con las encantadoras imágenes. La tumba... extrae su poesía de un realismo muy cruel: la historia de Seita y Setsuko, los hijos de un oficial de la marina japonesa que viven en Kobe, abandonados a su suerte al final de la II Guerra Mundial. La película denuncia al belicismo y al nacionalismo japonés profundamente arraigados en la sociedad nipona.
Pompoko (Heisei Tanuki Gassen Ponpoko, 1994)
Agonía de un mundo bucólico, al final de la década de 1960: Los Tanuki, los conocidos perros mapache japoneses, bondadosos y de negras narices, ven como sus bosques se encogen y su supervivencia amenazada, al mismo que Tokyo se expande. Esta fábula ecológica, trágica y cómica, a la vez, no se parece a ninguna otra. Si en conjunto la película pertenece al universo clásico de la animación infantil, al igual que la decoración elegante de sus arboledas encantadas, el relato trata, con una mezcla de pesimismo y temor, planteándose cuestiones muy profundas: el inexorable expansión de la modernidad, que destruye todo a su paso, arrancando a los árboles con sus raíces, el medio ambiente con sus leyendas...
Mis vecinos los Yamada (Hôhokekyo Tonari no Yamada-kun, 1999)
Mis vecinos los Yamadas se inspira en una tira cómica de cuatro viñetas que apareció en el diario más importante de Japón. Takahata despliega su más creativo ingenio para respetar estrictamente el estilo -cercano al grafitti., del creador de los Yamada. Absolutamente minimalista: fondos blancos, personajes apenas esbozados gracias a las proezas de la informática, el carácter original del dibujo, simplemente embellecidos con acuarelas claras. Difícil ser más original y más personal. Las escenas de la vida cotidiana se suceden, divertidas tormentas en un vaso de agua. Posteriormente, el tono cambia imperceptiblemente. Las cosas de la vida, en su banalidad, se cargan repentinamente de poesía, y uno cae en una melancolía infinita.
El cuento de la princesa Kaguya (Kaguya-hime no Monogatari, 2013)
El cuento de la princesa Kaguya es un clásico de la tradición oral nipona. Todos los infantes japoneses conocen la historia de esta diminuta niña, descubierta en el dentro de una planta de bambú una pareja de ancianos campesinos y deciden adoptarla como si fuera su hija. Si Isao Takahata sigue fielmente la historia, sin embargo y al mismo tiempo, el decano de los estudios Ghibli se remonta a la fuentes de la creación: cuando las películas animadas sólo eran una serie de retratos y acuarelas. Simples bosquejos, que él ha decidido animar. El resultado es extraordinario e inaugura un género inédito: la impresión animada. Bailes bajos los cerezos, vuelos sobre los prados en flor; la historia no es más que un pretexto para celebrar los sencillos placeres de al vida al aire libre.
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