Se le conocía más como actor que como director. Y, sin embargo, las tres únicas películas que dirigió y que vamos a comentar, le representan: verdaderas road-movies “made in France” llevadas hasta sus últimas consecuencias, libres y alocadas: Passe montagne (1978), Double messieurs (1986) y Mischka (2002).
Los franceses afirman que si Stévenin no hubiese existido, habría que haberlo inventarlo. Es el poeta loco del cine francés, una mezcla entre Brando y Bozo el payaso(1). Comenzó su carrera como ayudante de dirección de Jacques Rivette y de François Truffaut. Este último lo contratara para interpretar el papel inolvidable de maestro en La piel dura (L’Argent de poche, 1976).
Passe-Montage, entre farsa y western alpino
Dos años después de su interpretación en La piel dura, se lanza a la aventura de dirigir su primera película Passe-montagne (1978). Un arquitecto (interpretado por Jacques Villeret, en su mejor papel) se le avería su automóvil en la autopista, viajando por el departamento francés del Jura y recibe la ayuda de Serge, un mecánico y propietario de un garaje. Este lo acoge en su granja y no tiene prisa en reparar el Mercedes. Rodeados de montañas, nieve y noche, los dos hombres se conocen, se hacen amigos, aunque parezcan no tienen nada en común. Juntos, hacen locuras, se emborrachan, rehacen el mundo y buscan un valle mágico. Hasta ese momento no se había contemplado en el cine tal mezcla de documental etnográfico y de viaje tonto, entre farsa y western alpino, pleno de onomatopeyas. Del problema del cardán hasta los litros de vino peleón, desde el ligero murmullo de las cebollitas salteadas en la sartén al dialecto del Jura, todo en la película es materia prima. Todo exhala un halo francés que Stévenin trasciende, no sin mostrarnos un lado patético y cansado... Que se guarda tanto como lo vomita.
Double Messieurs (1986), impredecible y cautivador
En 1986, una nueva bofetada, una nueva fuga, esta vez en Grenoble, con una ascensión cautivadora en coche, hacia la bruma de las alturas. Dos antiguos compañeros de la infancia, François, un ejecutivo sin historia, lleva una existencia pacífica, rodeado de su esposa e hijos. Un día, descubre en la portada de una novela policíaca el retrato de su antiguo cómplice Léo, a quien no había visto en los últimos veinticinco años y al que había conocido una vez en un campamento de verano. Este último se convirtió en un doble de cine, pero se ha mantenido como un eterno adolescente. Juntos, deciden encontrar a Kuntchinski, el tercer eslabón de la banda, para continuar el juego que tanto amaron durante su adolescencia. Cuando llegan a su casa, él está ausente y son recibidos por su encantadora esposa, Helen (Carole Bouquet). La ficción parece improvisarse delante de nosotros. Stévenin deconstruye la gramática del cine como un motor y la monta de nuevo a su manera, cambiando el combustible.
Mischka (2002), un road-movie encantadora y truculenta
Casa una de sus películas es una expedición fuera de pista, tanto en su contenido como en su realización. Por ello no es nada sorprendente que tardara dieciséis años en dirigir su tercera película. Y fue Mischka (2002), con Jean-Paul Roussillon, Stévenin siempre, y una parte de su tribu familiar (su mujer, Claire, su hija, Salomé, su hijo Robinson). De un abuelo abandonado en un área de descanso de una autopista se hace cargo una enfermera un poco loca. Acompañados por una adolescente y una gitana rockera, parten de viaje. Encantadora y truculenta, esta road-movie respira vida, coquetea con la fantasía social, describe las alegrías y las decepciones de la embriaguez. Adaptación de Viaje al fin de la noche (Voyage au bout de la nuit) es la primera y más famosa novela del escritor francés Louis-Ferdinand Céline, escrita en 1932, Stévenin nos presenta su viaje al fin de Francia. son voyage au bout de la France. Al autor (Céline) de Mort à crédit (1936) la habría apreciado también seguramente.
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