Trilogía de Back to the Future (1985-1990)
Podríamos poner varios apuntes románticos en la saga de Back to the Future:
desde la incomodidad de Marty con su propia madre a ese romance eterno
con Jennifer (chamarra de futbolista y hombro descubierto en el porche).
Pero ninguno tiene ese impacto recurrente, esa atracción constante a
través de las eras, como el de Biff y una buena pila de estiércol
fertilizante. Biff odia al estiércol
y siempre acaba en él; lo detesta pero siempre se comporta como el
bully esencial, el puro desecho vengativo. Biff siempre terminará
recibiendo su merecido en lo que le corresponde: por portarse como
basura acaba siempre entre basura. Y en eso está la fatalidad de Regreso al futuro,
la recurrencia de los mismos errores en el tiempo, en el presente, el
pasado y el futuro, la idea de que acabaremos en romance con quién nos
destinó la vida. El camión de fertilizante y Biff son una buena
analogía de lo que Hollywood quiere en todo romance: lo recíproco, lo
mismo, lo recurrente, nuestro propio merecido.
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