Terminator (1984)
Desde ese futuro sin historia nació la esperanza. El autogénesis
completo, la autoprocreación, John Connor mandando a su padre al pasado
para que él exista. Y en esto está la dimensión absoluta de un romance
forjado como destino que va más allá de la dinámica de la damisela en
peligro y el caballero andante. Reese no conoce ninguna felicidad como
habitante de un futuro desgarrado. Connor no conoce lo excepcional de su
destino, anclado entre ochenterismos y rutina de discoteca. Y de ahí
surge un amor épico, trágico y desgarrado que forma a la mujer brutal y
rebelde, de fortaleza incomparable y mirada fija, de Terminator 2: El juicio final (Terminator 2: The Judgement Day, 1991). El
futuro de la humanidad reposa en un motel barato, un cariño furtivo, en
la historia más trágica de un sueño increíble. Reese y Connor son lo
que vence, desde un principio, a las máquinas, por cariño desbordado y
sensualidad entre vendajes.
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