WALL-E logró cosas impensables. ¿Quién hubiera sospechado que
una cinta de animación masiva, taquillera como pocas, pudiera sostener
20 minutos de apertura sin un solo diálogo? Locura completa en el amor
silencioso que se entreteje entre público y personaje, entre público y
ese mundo que desprecia, entre público y la belleza pura de un romance
inocente. Eve y Wall-e son los nuevos pobladores del planeta, la
nueva fuente de amor ahí en dónde se extinguió la vida, las figuras que
recuerdan al paraíso perdido, el nuevo Adán, la nueva Eva. Son
los nuevos prototipos de nuestro mundo, de la creatividad humana:
forjados en una computadora para un mundo de basura. Y entre todos los
desperdicios que habitamos hay esperanza para los puros, encontramos, por atisbos, el ideal
tierno de Eve en toda sonrisa amorosa puesta frente a este mundo que se
desmorona.
No hay comentarios:
Publicar un comentario