La comedia musical barroca El fantasma del Paraíso (Phantom of the Paradise, 1974), los juegos de espejos de Vestida para matar (Pulsions, 1980), la crepuscular Impacto (Blow Out, 1981): son algunas de las buenas razones para realizar una retrospectiva sobre Brian De Palma.
Sin olvidar que también es director de Carrie (1976), aquella película centrada en el baile de fin de curso, que para algunos supuso un nacimiento violento, sangrante y erótico a la cinefilia.
De hecho, para muchos cinéfilos de hoy entre cuarenta y sesenta años, De Palma fue "el mejor profesor de cine, el que enseñaba el camino hacia Hitchcock, Welles o Michael Powell, e incluso Eisenstein". Algunas de sus películas, tan impresionantes en la década de 1970, sin embargo, han envejecido mal, [La furia (The Fury, 1978)]. De otras, mejor ni hablar [La hoguera de las vanidades, (The Bonfire of the Vanities, 1990], basada en una novela de Tom Wolfe, o la película de ciencia-ficción que contó con un gran presupuesto Misión a Marte (Mission to Mars, 2000). Pero incluso aburrida o equivocada, una película de Brian De Palma nos fascina por sus referencias a los grandes maestros del séptimo arte y lo espectacular, a menudo barroca, de su puesta en escena. Veamos lo mejor de su obra en cinco títulos:
El fantasma del Paraíso (Phantom of the Paradise, 1974)
"La idea de la película me sobrevino después de haber escuchado en un ascenso una canción de Los Beatles transformada en música ambiental. Me pareció interesante cogen una gran canción y adaptarla a todos los géneros musicales posibles: el estilo Beach Boys, hard rock, rockabilly... Luego fundí tres historias clásica: La del fantasma de la Ópera, Ensuite, el retrato de Dorian Gray y Fausto", afirmó Brian De Palma.
Hagamos un resumen de la trama de la única comedia musical dirigida por De Palma: Winslow, compositor de genio pero muy ingenuo, firma un pacto "fáustico" con Swan, un maléfico productor de discos que parece no envejecer (como Dorian Gray), antes volver a acechar su sala de conciertos (como el héroe de Gaston Leroux se paseaba detrás del escenario en el Palais Garnier). De Palma, el rey del reciclaje, olvidó mencionar una cuarta gran influencia proveniente de la literatura fantástica: Frankenstein.
El fantasma del Paraíso es, además, a imagen de la criatura concebida por Mary Shelley: un mosaico de referencias a costuras a veces burdas, monstruosas en sus extravagancias pero terriblemente emocionante por su romanticismo -detrás oculta una sátira a los espectáculos que ensalzan el amor loco. El cinéfilo que es De Palma para incorporar una mezcla del largo plano secuencia con el que se inicia la película Sed de mal (Touch of Evil, 1958), de Orson Welles y, entre otras referencias a Hitchcock, su dios, una parodia muy divertida de la escena mítica de la ducha de Psicosis (Psycho, 1960).
Vestida para matar (Dressed to Kill, 1980)
"Sólo veo en esta película un aspecto que haga referencia a Hitchcock: la idea de matar a la actriz principal de la misma al cabo de veinte minutos de proyección... Esto es lo único de lo que soy consciente. Que me ha sido inspirado por Psicosis. El resto, el empleo de la gramática hitchcockiana es innato en mí y y no lo pienso en absoluto."
Kate (Angie Dickinson) es acuchillada con una navaja de afeitar en un ascensor por una mujer misteriosa -de nuevo, una referencia evidente, aunque esta vez nada divertida, a la escena de la ducha de Psicosis-. Una nueva alusión a Hitchcock también se encuentra en esta película, un largo paseo por un museo que evoca claramente a Vértigo (De entre los muertos) (Vertigo, 1958). Ciertamente, el guión de Vestida para matar no es muy creíble, casi roza el límite de lo ridículo. Pero que importa: la puesta en escena, con sus juegos de espejos y la profundidad de campo, es uno de los más brillantes concebidos por el director de Fascinación (Obsession, 1976), otro homenaje a Vértigo.
Kate (Angie Dickinson) es acuchillada con una navaja de afeitar en un ascensor por una mujer misteriosa -de nuevo, una referencia evidente, aunque esta vez nada divertida, a la escena de la ducha de Psicosis-. Una nueva alusión a Hitchcock también se encuentra en esta película, un largo paseo por un museo que evoca claramente a Vértigo (De entre los muertos) (Vertigo, 1958). Ciertamente, el guión de Vestida para matar no es muy creíble, casi roza el límite de lo ridículo. Pero que importa: la puesta en escena, con sus juegos de espejos y la profundidad de campo, es uno de los más brillantes concebidos por el director de Fascinación (Obsession, 1976), otro homenaje a Vértigo.
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