Blade Runner (1982), continuando la idea del amor entre hombre y máquina está el romance frustrado de Rachael y Deckard en la obra maestra de Ridley Scott. Y la duda siempre va a acechar, en una película tan compleja y transparente como el doblez de un origami: ¿será verdaderamente un cariño entre máquina y hombre o éste es el principio del amor entre robots? Ninguna prueba lo puede decidir completamente, porque, como Roy Batty bien demostró, un androide pude tener recuerdos y nostalgias y cariños en la moralidad. El amor de Deckard y Rachael es una delicia sutil, frágil y terrible. En eso nos representa un poco a todos; a todos con todos nuestros recuerdos y las vidas que se pierden en cariño como lágrimas bajo la lluvia.
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