Primer largometraje de Pierre Dudan, con preocupantes semejanzas con CoeXister (2017) de de Fabrice Eboué y con una total falta de inspiración.
A los 33 años, y después de numerosos intentos para conseguir ser músico, Chris todavía vive con su madre en Judeais-Nazareth, un pequeño pueblo francés. Un día se cruza con el padre Marc, un joven misionero que intenta recaudar fondos para construir el Hospital de Niños en Haití. Marc recluta a Chris y lo disfraza como el Padre Christopher. Juntos emprenden una gira por Francia y pronto hacen bailar a todo el país.
Para compensar la total falta de inspiración, incluso musical, el realizador multiplica las alusiones gratuitas a la vida de Jesús (transformación del agua en vino, caminar sobre un río, camino de la cruz). El humor, que mezcla la religión y un anticlericlismo "suave" -el sacerdote que sangra por la nariz al ver unos enormes senos- recuerda menos al Monty Python que a las angustiosas comedias de los años 1970 ó 1980 -Mon curé chez les nudistes (1982), de Robert Thomas
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