¿Era necesario rodar una nueva versión de Papillon , ya adaptada al cine, en 1973, por Franklin J. Schaffner? ¿Por qué no?, con la condición de ser lo más infiel posible a la novela -también muy fantasiosa-, de Henri Charriere, un superventas de finales de la década de 1960. La nueva versión la ha dirigido Michael Noer, director danés estimado, pero no muy conocido -R (2010); Nordvest (Northwest) (2013); Nøgle hus spejl (Key House Mirror) (2015); Papillon. (2017); Før frosten (Before the Frost) (2018).
El realizador no está muy experimentado, lo cual es embarazoso, en este caso, para las escenas de acción. Especialmente aquellas en las que vemos a los convictos enfrentándose al viaje, en un destartalado barco y en 1931, a la aterradora penitenciaría de Guyana. Para acentuar la violencia, Noer piensa que es bueno filmar la cámara en el hombro, en tomas cortas frenéticas, lo que acentúa, no la tensión, sino el desorden. Nadie sabe quién es quién, quién está dónde, quién le disparan o quién los da.
Lo consigue mucho mejor, sin duda porque el tema le interesa más, cuando trata el viaje interior de su héroe. Cuando Papillon, apodado impropiamente "Papi" por otros presos, es castigado a aislamiento, indefinidamente, comenzando un extraño viaje espiritual. Lo que el cineasta filma, entonces, es, en un pequeño ladrón, como tantos, la deslumbrante aparición del honor, de la dignidad, de la autoestima Su inmersión en el mar, luego de una fuga que cree tener éxito, es equivalente a una especie de bautismo: es un hombre nuevo quien, ante nuestros ojos, emerge de las olas...
Charlie Hunnan hace que olvidemos a Steve McQueen
La suerte del director es haber encontrado en Charlie Hunnan el intérprete ideal. Habíamos visto a este actor, todo frágil, en la serie gay Queer as folk, en 1999-2000. Notablemente menos frágil como hincha futbolístico en la hiper-violenta Hooligans (2005), de Levi Alexander. Y, sobre todo, en Z. La ciudad perdida (The Lost City of Z) dirigida por James Gray en 2016. En esta nueva versión, es tan intenso, está tan involucrado y tan sutil que hace que nos olvidemos de Steve McQueen, intérprete principal de la película de 1973, bastante indiferente, debe admitirse, al destino del condenado francés que encarnó perezosamente. Rami Malek, por otro lado (después de la serie Mr Robot, lo descubriremos como Freddie Mercury en la próxima película de Bryan Singer, Bohemian Rhapsody), está mucho menos cómodo que Dustin Hoffman, quien estaba al menos tan baboso como él, pero mejor.
En resumen, en comparación con los temores que despertaba algunas de las cuales son justificados (la reconstrucción peligrosos del París de la Belle Epoque, poblado indefectiblemente de Nenette, Julot y otra Guittou), esta Papillon 2 es una bonita (y pequeña) sorpresa.
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