El director chino Dong Yue dirige Bao xue jiang zhi (2017), un thriller obsesivo y romántico en la China en la década de 1990.
Su nombre es Yu Guowei: Yu como vestigio, Guo como nación y Wei como glorioso. Pero, para el funcionario de la prisión que le pide que especifique cuál es su apellido entre los tres, responde "Yu como inútil". Este cuadragenario de mirada triste y un pequeño bigote sale de prisión y su pasado vuelve a su memoria... 1997, unos meses antes de la entrega de Hong Kong a China. Ese día, el cielo es, como de costumbre, carbón gris y su sidecar se descompone en el camino mojado de un polígono industrial. Yu lo empuja para llegar a la escena del crimen lo antes posible. Está tan orgulloso de haber sido llamado, él, un simple vigilante de una fábrica, para ayudar a la policía, que no puede evitar fotografiar discretamente el cadáver sangriento de esta joven en la hierba, tercera víctima de un asesino en serie. En su lugar de trabajo, porque hace su trabajo como supervisor, todos lo llaman "Detective Yu". Entonces, esta investigación, la hará suya. Hasta la obsesión. Hasta provocar muertes en serie...
Es, por lo tanto, la historia de un "empleado modelo", un tipo entusiasta que trota, luego corre interminablemente, con los pies en el barro, en un país donde a todos todavía se les llama "camaradas" durante algún tiempo. Si él recrea las escenas del crimen, si tiene que encontrar a los culpables, es para "dar sentido a su vida", como explica a un comisionado cansado y cercano a la jubilación. Pero en este rincón de China donde las fábricas se están cerrando, donde incluso el cielo amenaza con caer sobre tu cabeza, ¿cuál es el significado de la vida?
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