En esta comedia surrealista, Jean-Paul Belmondo encarna a un escritor anticuado, al que le gustaría vivir las aventuras de Bob Saint-Clar, el personaje que creó para una serie de novelas de espías. Detrás de un estilo resueltamente "Belmondo", la película recrea con humor los dolores de la creación literaria.
Estrenada en 1973, Cómo destruir al más famoso agente secreto del mundo es la historia de François Merlin, autor de novelas baratas de espionaje. En sus escritos, fantasea con ser él un agente súper secreto, Bob Saint-Clar. Belmondo interpreta ambos roles. La película comienza con una alegre parodia de las películas de espías, incluso si Philippe de Broca admite que "nunca ha sido un fan de James Bond". Veinte minutos más tarde, durante un tiroteo en una playa mexicana, una criada pasa el aspirador por la arena, antes de cruzar una puerta, luego aterriza en un destartalado apartamento de París (el de Merlín). La secuencia surrealista inaugura una serie de aproximadamente setenta conexiones, cada uno más original que el anterior, lo que permite a Philippe de Broca moverse con desconcertante facilidad de la realidad a la ficción y viceversa: agilidad que se refiere a la de Jean-Paul Belmondo, quien hizo sus acrobacias en el rodaje.
Ficción catártica
La ficción permite a François Merlin de "castigar, por poderes, de manera saludable, catártica, a los que molestan en la vida cotidiana. Se venga, sobre el papel, de un un electricista recalcitrante o de unos fontaneros antipáticos. O también de un editor (interpretado po Vittorio Caprioli, un gran actor de la comedia italiana), al mismo tiempo patrón odiado y rival amoroso. Venganzas violentas que Philippe de Broca desactiva hábilmente haciéndolas más gráficas, a la manera de los dibujos animados. Excepto en la última parte -la humillación de la heroína interpretada por Jacqueline Bisset–, que el cineasta, retrospectivamente, encuentra "de mal gusto". Las aventuras de Bob Saint-Clar evolucionan de acuerdo con el estado de ánimo de Merlin.
Relación autor-personajes
Al igual que Arthur Conan Doyle, quien sentía que Sherlock Holmes estaba "alejando a su mente de cosas mejores", François Merlin está compitiendo con su criatura ficticia. Como Bob Saint-Clar le roba sistemáticamente el protagonismo con las mujeres, planea matarlo; el mismo destino estaba reservado para Holmes. La segunda mitad, donde el autor ridiculiza a su héroe y le hace sufrir los peores ultrajes (electrocución, caída de treinta metros, paroniquia), es la más divertida de la película. "Siempre en representación este memo. Su doble eterno...", dice Merlín sobre St. Clar. La cita, que podría aplicarse al mismo Belmondo, el histriónico diabólico, también demuestra la sabrosa autodesprecio del actor.
Literatura ingrata
Para deshacerse de un doble invasivo, para poner fin a una actividad alienante: Cómo destruir al más famoso agente secreto del mundo es una historia de emancipación. Para François Merlin, cuya obra está marcada por la renuncia, cuarenta y dos novelas menores pero ningún libro importante, la literatura se convierte menos en un arte que en un trabajo estrictamente alimenticio. Casualmente, la película capta las dudas, las digresiones, las ilusiones de un autor detrás de su máquina de escribir. Pero también las noches de insomnio improductivas, la fatiga y los plazos siempre son más imposibles ("ochenta y dos páginas para escribir en dos días").
Estos temas son resumidos por Merlín en el último tercio de la película. "Yo soy el autor, ¿verdad? Escribo lo que me gusta, Bob Saint-Clar, pero han pasado diez años desde que me estrangula, me devora, este idiota. Hoy, venganza. Él está muerto y yo vivo. Mis amigos... El aire, el sol, el deporte... No a andar con sus pies toda mi vida. No más trabajo forzado. Ya no escribo una línea. La máquina de escribir a la basura. Soy un hombre libre". El epílogo, las hojas del manuscrito arrojadas desde un balcón, viene a confirmar esta nueva libertad.
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