Después de Hippocrate (2014) y Médecin de campagne (2016), Thomas Lilti filma la amistad entre dos estudiantes que se enfrentan al infierno kafkiano del primer año de medicina. Una comedia de aprendizaje realista.
Con Première Année (2018), el cineasta Thomas Lilti finaliza su trilogía sobre la medicina, que comenzó con las dos películas mencionadas con anterioridad. Esta vez, vuelve a la fuente, la del inicio, sésamo esencial antes de una década de estudios. El título también sirve como columna vertebral del relato: una inmersión, de septiembre a junio, en el mundo despiadado del primer año de la medicina. Aulas abarrotadas, a las que tienes que llegar con una hora de antelación Amphis empacó, donde tienes que llegar con una hora de anticipación para conseguir un lugar, días de estudio en la biblioteca universitaria, jornadas completas para empollar toneladas de fotocopias, organización militar en los cobertizos fríos del centro de examen de Villepinte... Para describir todo con tanta precisión, el director-médico se ha inspirado en su propia experiencia.
Para reírse de lo absurdo de jugárselo todo en un día de exámenes después de meses de estudio, de privaciones, de renunciar a toda vida social o cultural, imagina a un dúo de impacto, Antoine y Benjamin, cuyo vertiginosa amistad será puesta a prueba. Rodada con un irresistible sentido del detalle -las tarjetas que recubren las paredes de la habitación, hasta las paredes de la cabina de ducha- la comedia de aprendizaje se vuelve chirriante cuando se trata de informar sobre la competencia y desigualdades sociales. En un registro más serio de lo habitual, Vincent Lacoste es divertido y se está moviendo frente a un desconcertante de William Lebghil. La película, menos frívola de lo que parece, se basa en su despreocupación, que casi convierte el desenlace en una nada artificial.
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