Durante la enfermedad de su hijo, los actores Valérie Donzelli y Jérémie Elkaïm escribieron a cuatro manos una película íntima, que dirigió la primera, Declaración de guerra (La guerre est déclarée, 2011).
Romeo conoció a Julieta, sus nombres los predestinaron y su amor nació y creció en París, la bella. Hay una voz en off, colores que estallan, música variada (punk, clásica, yé-yé), una gran impresión y alegre ultra-contemporaneidad. Luego, una pesadilla toma forma, ya que, mientras tanto, los amantes dieron a luz a Adam, que enferma, y es grave: un tumor cerebral. A la absoluta certeza de la felicidad la sustituye el terrible principio de incertidumbre: un suspense aterrador de diagnósticos, resultados de escaneos o biopsias.
La película es la narrativa metódica de la lucha contra la enfermedad, contra el destino y contra la muerte. Cómo la energía positiva se asimila en el alegre prólogo, cómo los cimientos solares de la unión entre los dos personajes irrigarán su resistencia, servirán como baluarte y arma de destrucción de la desgracia. Es una dura prueba que los protagonistas pasan, transformados hoy en un gesto creativo, catarsis para ellos, ya que la película es directamente autobiográfica, exorcismo para el espectador.
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