A finales del siglo XIX, en Turin, un obrero de una fábrica textil pierde la mano entre los engranajes de una máquina. Después de trabajar catorce horas al día sin ningún tipo de seguro de accidente. Sus compañeros terminan la jornada laboral una hora antes para protestar por lo sucedido, para que esta se reduzca de 14 a 13 horas. Cuando el líder es despedido sin indemnización, la aparición del extraño y entrañable profesor Sinigaglia (Marcello Mastroianni) hace que la protesta desemboque en huelga.
El guión se inspira en unos acontecimientos que sacudieron al norte de Italia en plena industrialización. Esta huelga textil en Turín, muy dura, muy violenta, fue la primera en el país. Monicelli describió las condiciones de trabajo, la vida cotidiana, las luchas engendradas por la miseria, la inseguridad y la esclavitud del trabajo con un vigor humanista y épico que lo acercó más a los cineastas rusos (Donskoy, Pudovkin) que al neorrealismo italiano tradicional. La película, que oscila entre el sainete y la tragedia, presenta una galería de personajes antagónicos: ilusionados unos, reticentes otros, intrépidos y cobardes.
Los camaradas (I compagni, 1963) no es un acto de propaganda comunista. Monicelli evitó las trucos didácticos y dejó espacio para conflictos internos e individuales. Pintó, de forma lírica e incluso en el fracaso de un movimiento, una fraternidad de clase. Una de sus mejores películas.
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