Paolo Sorrentino rueda una sátira de Berlusconi y de su corte revolcándose en la lujuria de su última conquista del poder. Esta primera parte de Silvio (y los otros) (Loro 1, 2018), el díptico del cineasta sobre el ex Cavaliere, dibuja un sexenio de historia de la Italia crepuscular y amoral del magnate.
¿Pero por qué todos estos animales incongruentes en las películas de Paolo Sorrentino? Después del canguro de The Young Pope, los flamencos de La Grande Bellezza, aquí están la oveja de Loro. Que, en una introducción tan cómica como angustiosa, se colapsa de una manera grotesca. Esta oveja no ha dejado de provocar interpretaciones ... Y nos persigue. La imagen es poderosa precisamente porque permanece misteriosa. Paolo Sorrentino nos sumerge de inmediato en una atmósfera extraña donde la euforia se mezcla con el miedo. Su película sobre Silvio Berlusconi es un fresco cruel y erótico, XXL, años de "bunga bunga". El director se está revolcando, con sus personajes, en exceso, ¡sin ofender a sus detractores! Lo hace con un placer comunicativo y una sensación de confusión.
El título original, Loro ("Ellos") es revelador: Sorrentino está interesado sobre todo en la corte de Berlusconi, intrigantes que querían acercarse a su influencia. Y, como Tartuffe en la obra de Moliere, el Cavaliere aparece solo después de cuarenta minutos de festividades y complots. Cuando finalmente entra en el encuadre, se disfraza de mujer árabe, con un maquillaje escandaloso. Un payaso burlón que quiere hacer reír a su esposa, pero que simplemente la abruma un poco más. Inmediatamente patético, no dejará de agitarse para llenar el vacío de sus años de intriga política. Cuanto más filmaba Paolo Sorrentino las extravagantes celebraciones, más enfatizaba la soledad de su personaje y sus cortesanos, roídos por el miedo a la nada.
Toni Servillo ha fijado en su rostro una máscara con una sonrisa forzada, terrorífica por su inalterabilidad. Y es, en una escena alejada del ruido y la furia donde muestra todo el poder de su interpretación: una noche, para probar su poder de persuasión sobre el que ha construido su reputación, el ex empresario llama a un desconocido para venderle un sueño, en este caso un apartamento muy caro. Intenta varias formas de seducción, desde la omnipotencia a la fuerza, desde el encanto hasta la amenaza. El criada lo llamará ladrón. Más tarde, su esposa lo aniquilará: "Querías ser un gran político, pero seguiste siendo un representante", él, como respuesta, le pega una bofetada. Con este largo monólogo de violencia sin precedentes, Paolo Sorrentino gana el juego. Las piezas de su rompecabezas se juntan: las emociones (la ira, la desilusión, pero también la fascinación, la ternura) provocada por el que se presentó como el gran salvador de Italia se dibuja en su rostro, por la única persona que realmente amó. Salpicando y contaminando todo el camino a su paso, incluidas sus amantes. Paolo Sorrentino firma una gran película política, exagerada, perturbada y terriblemente lúcida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario