A pesar de sus buenas intenciones y de sus buenos actores y actrices en los papeles principales (Taron Edgerton, Jamie Foxx...), este nuevo remake de las aventuras del ladrón del bosque Sherwood es muy decepcionante.
Nos imaginamos cómo se han debido de estrujar el cráneo, para elaborar esta nueva (y enésima) versión de las aventuras de Robin Hood. Deben ser jóvenes, chicos. Nuevo. Moderna. Con abrigos de cuero negro, arcos que disparan sus flechas más rápido que las ametralladoras, un montón de espectaculares cambios y tantas explosiones. Y, sobre todo, este penoso truco de la cámara lenta y acelerada sin el cuál, hoy en día, nadie parece poder hacer una película de acción. ¿Y el Robin original, que queda en todo esto? Luchamos contra el carcaj.
Hay una historia de cruzadas: la secuencia de apertura es más un informe incrustado de Fallujah durante una ofensiva estadounidense que cualquier guerra medieval, pero sí, hay un sheriff malo de Nottingham. Aparte de eso ... Parece que asistimos a una adaptación de Moby Dick a la montaña. Robin de Locksley (su nombre civil) trata de corregir los entuertos, e repartir el oro, en una especie de ciudad minera fangosa que evoca más (aunque de manera vaga) los inicios de la revolución industrial (o Germinal en Mordor), según un guión terriblemente lineal.
Lo que es aún más decepcionante porque las intenciones son buenas: denuncia de la manipulación política en nombre del miedo y las tensiones religiosas, la crítica de la apropiación de la riqueza por parte de una minoría rapaz y cínica. Todo valientemente llevado por un elenco de lujo: Taron Edgerton (Kingsman: Servicio secreto), tiene el encanto y la vivacidad de un verdadero Robin; Jamie Foxx supera la sabiduría ancestral del Oriente eterno, en el papel de Little John sarraceno En cuanto a Eve Hewson (hija del cantante Bono), compone una Marianne muy creíble. Todos estos buenos deseos terminan, sin embargo, en los tambores de una puesta en escena intercambiable, como el resto del casting: confiar un tercer papel de arzobispo conspirador al gran F. Murray Abraham es un sacrilegio, y Jamie Dornan, que interpreta a Will ‘Scarlet’ Tillman, el novio de Lady Marian, el mismísimo señor Grey (Cincuenta sombras de Grey), no parece tampoco el más adecuado.
Lo que es aún más decepcionante porque las intenciones son buenas: denuncia de la manipulación política en nombre del miedo y las tensiones religiosas, la crítica de la apropiación de la riqueza por parte de una minoría rapaz y cínica. Todo valientemente llevado por un elenco de lujo: Taron Edgerton (Kingsman: Servicio secreto), tiene el encanto y la vivacidad de un verdadero Robin; Jamie Foxx supera la sabiduría ancestral del Oriente eterno, en el papel de Little John sarraceno En cuanto a Eve Hewson (hija del cantante Bono), compone una Marianne muy creíble. Todos estos buenos deseos terminan, sin embargo, en los tambores de una puesta en escena intercambiable, como el resto del casting: confiar un tercer papel de arzobispo conspirador al gran F. Murray Abraham es un sacrilegio, y Jamie Dornan, que interpreta a Will ‘Scarlet’ Tillman, el novio de Lady Marian, el mismísimo señor Grey (Cincuenta sombras de Grey), no parece tampoco el más adecuado.
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