Mario, padre de familia y abandonado por su mujer, debe reinventar su vida. Una modesta crónica, dirigida por la codirectora de Mil noches, una boda (Party Girl, 2014), en colaboración con Marie Amachoukeli-Barsacq, lo que altera los clichés sobre la masculinidad.
Después de la evocación de una mujer libre y fuerte en Mil noches y una boda, la directora Claire Burger pinta el retrato de un padre sensible y vulnerable de una familia: Mario, agente de la administración pública, al que dejó su esposa, lo intenta. aunque mal, criar a sus dos hijas solo. Inspirado libremente en la historia de la directora, este segundo largometraje, como la anterior, filmada en Forbach, con un casting no profesional. A la energía cruda del naturalismo, se mezclan visiones melancólicas o burlescas. Como ese momento triste en el que Mario, conduciendo su automóvil, escucha la ópera en un estacionamiento nocturno. Entonces una mujer sale de la nada, lo que la obliga a cuestionar sus prejuicios sobre las diferencias entre los sexos...
Intencionalmente, esta modesta y conmovedora obra trastoca las convenciones de género, ofreciendo a Bouli Lanners un tipo de papel asociado más a menudo al personaje femenino. El de un persona muy emotiva, que no duda en definirse por los lazos familiares. "Toda mi vida consiste en amaros", balbucea a su esposa e hijos. En esta ciudad del este, que está a la vez sombría y llena de vitalidad, todos se enfrentan al amor: la benjamina descubre su sexualidad con un compañero de clase, la mayor se niega a tener relaciones duraderas. Armelle, su madre, rehace su vida... Mario, que se ha convertido en una carga para su familia, está buscando su lugar, especialmente al unirse a una compañía teatral. Bouli Lanners está genial, conmovedor, como lo son sus dos jóvenes compañeras. Y la reinterpretación de Mario, en el escenario, de un famoso extracto del ballet Le Parc de Angelin Preljocaj, casi nos hace creer que se puede volar, solo por la gracia de un beso.
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