Minuscule 2: Les mandibules du bout du monde (2018), los dibujos animados a la francesa, alcanzan la perfección. Cómica, poética... y completamente francesa, esta segunda obra es aún más exitosa que la precedente.
En 1996, Claude Nuridsany y Marie Pérennou dieron a conocer, con Microcosmos (Microcosmos: Le peuple de l'herbe), una actividad insospechada, a ras de suelo. Los gigantes de la animación de Hollywood siguieron su ejemplo con una serie de películas donde las hormigas y los ciempiés hacían tantas preguntas existenciales (e inútiles) como los humanos. Huyendo de esta vena antropomorfa, Thomas Szabo y Hélène Giraud inventaron una tercera vía. A medio camino entre el documental sobre animales y la espectacular película de aventuras, el primer Minúsculos: El valle de las hormigas perdidas (Minuscule: La vallée des fourmis perdues, 2013) combinó tomas reales, modelos e imágenes de computadora, con un resultado deslumbrante, recompensado con Un César de la mejor película de animación. Las aventuras de la intrépida mariquita y las hormigas de sus amigos, que tienen el buen gusto de no tener nombre, siguen siendo un paso adelante.
El planteamiento (mixto) es siempre el mismo. Las características se mantienen: sin diálogo, efectos de sonido nítidos y fuera de lo común. Los personajes no han cambiado. Pero los avances tecnológicos hacen que la animación sea más fluida y más detallada, lo que la convierte en una obra a tener en cuenta para todos los competidores japoneses o californianos. Este pequeño milagro de ingenio e ingeniería, completamente francés, no olvida, sin embargo, su deuda con Pixar y Miyazaki. Privilegio de los aficionados al cine, jóvenes y viejos: descubra los discretos homenajes a los clásicos de la animación en esta nueva odisea. El viejo barco pirata Playmobil, suspendido en el aire con globos inflados con helio e impulsado por la araña peluda, evoca a Peter Pan, a Walt Disney, objetos voladores queridos por el maestro del estudio Ghibli y, bueno, claro, a la huida de la casa del anciano de Up (2009).
Reubicada en la jungla y en las playas de Guadalupe después de un prólogo en el parque Mercantour, haciendose eco del primer episodio que tuvo lugar alli en su totalidad, la película se basa en una hermosa historia de solidaridad entre insectos para encontrar a la mariquita perdida. De ahí las escenas a veces cómicas (las persecuciones), a veces dramáticas (la ceremonia fúnebre), y siempre una poesía y una originalidad impresionantes. El mensaje ecológico sobre el daño causado por la codicia de los hombres nunca tiene prioridad sobre la historia. Los enfrentamientos épicos entre las hormigas rojas y negras del primer episodio fueron inspirados abiertamente por el Señor de los Anillos y los códigos del western. Esta vez, las aventuras tropicales de la mariquita citan Fitzcarraldo (1982) o El hombre de Río (L'Homme de Rio, 1964). Con esta constante ida y vuelta entre lo antiguo y lo moderno, el dibujo animado frances alcanza la perfección.
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