Es una vieja tradición cinematográfica: los éxitos de taquilla inspiran a los imitadores, las producciones de serie A generan copias de serie B. The Silence (2019), de John R. Leonetti, es solo una copia mala y devaluada de Un lugar tranquilo (A Quiet Place, 2018), dirigida por John Krasinski, esta película de terror alimentada por un argumento inteligente: en un mundo apocalíptico devastado por criaturas monstruosas, una familia logra sobrevivir porque uno de los niños que nace sordo, les obliga a comunicarse mediante la lengua de signos, porque las espantosas criaturas son ciegas y solo matan a los que hacen ruido...
Esta vez, cuentan los medios, las bestias mutantes son del tamaño de murciélagos, los decorados reducidas al mínimo. Pero es especialmente la puesta en escena lo que más influye. El activo de Un lugar tranquilo fue la dramatización de la expresión de miedo, renovada por la imposibilidad de gritar: todo se interpretaba con miradas aterrorizadas.
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